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(Capítulo escrito desde el móvil, lamento si se encuentran más faltas que de costumbre. Después haré la revisión por la laptop <3)

Narrador

-Jo-der~- las manos del chico apretaban firmemente sus muslos, manteniéndolos en su lugar mientras la lengua traviesa del dueño de ellas se mantenía moviéndose de lado a lado sobre los labios húmedos.

Las pequeñas extremidades de la que “sufría” aquellos movimiento estaban firmemente agarradas a la coleta azabache del contrario, misma que apareció en algún momento aleatorio después de que su short y la camisa de él salieran volando. No es particularmente ruidosa, pero es casi imposible ocultar pequeños gemidos y sollozos dulces cuando el músculo mojado interrumpe entre las paredes de su coño, separándolo a la fuerza y bebiendo líquidos como si fueran vitales.

No había utilizado los dedos aún, pero ya las estrellas danzaban en su cabeza con la buena atención prestada a su clítoris, rojizo e hinchado. Su orgasmo sería inminente si seguía constante el ritmo, pero él tenía todas las intenciones de joder, cuando se separó para verla.

-Dulce y mojado coño que ansía por mi polla. Es eso lo que quieres ¿no? Que te folle jodidamente duro el cuerpo de diosa que tienes.- El dirty talk era definitivamente algo que se le daba bien. Decir groserías era su lenguaje habitual al igual que los elogios hacia la mujer que tiene como novia. Mezclar ambas da una disolución explosiva que termina siendo corriente directa al útero de la chica.

-N-No digas eso…- rogó, sollozando por más atención, por el orgasmo interrumpido que tuvo. No necesitaba palabras bonitas (aunque las ama) sino el delicioso pene de su novio destrozando su coño como si fuera una muñeca.

-Digo lo que se me da la puta gana.- recordó, dándole una palmada a la grasa suave del muslo derecho antes de volver a prestar atención a los labios mojados que se contraen impulsivamente, buscando algo que chupar. -Sí te vieras con mis ojos sabrías lo hermosa que eres. Joder, me saqué la lotería con la oportunidad de ser tu pareja, ahora siento que le limpié el culo a Jesús en mi vida pasada.- aquello causó risas en ambos, cortas y bajas, pero seguían siendo un símbolo de confianza.

-Tienes cada cosa.- el azabache casi podía ver los ojos en blanco de su pareja, aunque sus orbes plateadas permanecían firmes en la escena que estaba alborotando sus hormonas.

-Voy a seguir bonita, nunca tengo suficiente de ti.- avisó, dejando que una gota gruesa de saliva impactara directamente contra la división de ambos labios, trazando un camino desde la protuberancia pequeña y nerviosa hasta el agujero caliente por qué el que después se metería. Allí fue interceptada por su lengua, retomando los movimientos de antes, solo que ahora con ayuda de su pulgar, mismo que no dejaba de acariciar con patrones aleatorios los alrededores del clítoris o a este mismo de forma directa.

-Kei-suke~- lo que daría Baji por poder dividirse en dos y besar a su bella pareja en sus otros labios, pero prefería hacerla sentir bien. Siempre prioriza su placer sobre el propio y no ve eso como algo malo. En primera porque él se corre más rápido que ella, independientemente de la estimulación y porque encontraba gratificante saber que hace su trabajo bien, el trabajo de hacerla disfrutar del momento. Es casi su obligación como persona, más que como hombre, que su pareja se encuentra cómoda con él y disfrute del acto tanto como él.

Con solo una de sus manos disponible para separar las piernas cuando los impulsos de cerrarla se presentaban, Baji sentía parte de sus orejas calientes gracias a la fricción. Al final terminó por rendirse y dejar que los suaves muslos que tanto adora morder apretaran su cabeza con libertad, optando por subir esa mano libre hacia la de su chica, entrelazando sus dedos y apretándose cuando los escalofríos la hacían perder el control de su propio cuerpo.

Un par de minutos después y ya hay dos dedos invadiendo el coño de la chica, moviéndose con una velocidad envidiable. De vez en cuando paraban, para descansar un poco, aliviar tensiones y de paso, pasearse por las paredes vaginales hasta encontrar el otro punto de mayor placer femenino. Su lengua y dientes permanecían en la colina nerviosa y sus dedos no pararon su ardua búsqueda hasta que dieron con el objetivo, logrando chillidos bajos (aunque suene irónico) por parte de la mujer.

Sí no estuviera con la boca ocupada, Keisuke haría una referencia cruel a como Kazutōra aprieta su mano cuando está estreñido, pero sabe que eso estaría completamente fuera de lugar. Además, ¿es normal que tu amigo cague cuando estás bañándote y sepas que disfruta cuando sale la caca? Okey, totalmente fuera de contexto, regresemos al tiempo y espacio actual.

-¡Keisuke voy a-!- ni le dio tiempo terminar la frase correctamente, cuando ya tenía tres dedos dentro y un movimiento desesperado de la lengua en todos los lados de su vagina, como una coreografía practicada. Su orgasmo llegó, arrasador y fuerte como un tsunami, dejando sus piernas tensas por segundos antes de que se relajasen por completo. Su coño secretaba jugos transparentes que el que los provocó no dudó en beber, tal cual un viejo bebería un elixir de juventud.

Se separó al rato, dándole un tiempo para que recupere la respiración normal y para sí mismo. Resulta que parte de sus deditos izquierdos perdieron su circulación de sangre por la presión provocada por la mano de su novia en el orgasmo. Aprovechó el momento para limpiar su mano, chupando los restos de líquidos cuando ella no miraba y buscando de paso el condón en su billetera.

-¿Te gustó?- se aseguró después de encontrar el sobrecito plateado, despojando su cuerpo y el de ella de la ropa que les quedaba, dejando besos tan delicados como mariposas en toda la extensión de su carita preciosa.

-¿Tienes alguna duda de eso?- recordaban la palabra de seguridad y definitivamente no iba a usarla con un oral tan exquisito. -Pero quiero devolverte el favor.- sabe que realmente no es un favor. Es algo que el propio Baji disfruta hacer y lo hace por voluntad propia, pero sigue la espinita de querer devolverle el mismo placer que él la hace sentir.

FattyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora