Fatty

XXVIII

Baji

-... para nosotros.- y con esa última parte de la frase fue que me permití respirar, sin haberme percatado siquiera del momento en que dejé de hacerlo.

-Casi me matas del susto…- susurro, dejando caer mi cabeza en el regazo de la mujer que amo, olvidándome de que mi cabello permanecía suelto y, por tanto, ahora estaba regado por toda la sábana como un pulpo agonizando fuera del agua.

-Al parecer mi elección de palabras no fue la mejor…- la siento reírse con vergüenza y aquello no me puede dar más ternura, pero me sigo haciendo el molesto. Su mano suave y acolchonada empieza a acariciar mi cabeza con suavidad, recreándose en zonas como la nuca y la parte trasera de las orejas.

-Fue pésima…- me quejo, chasqueando mi lengua cuando sin notarlo, pequeños espasmos empiezan a remover mi cuerpo por la constancia de sus caricias. -No soy un gato, ¿sabes?- recuerdo, enfrentándola por fin, chocando nuestros ojos. Nunca lo he mencionado, pero adoro esa mirada, cargada de amor y ternura, que casi siempre tiene en su rostro cuando estamos juntos.

-Perdón por eso, Keisuke…- en cuanto noté el impulso de doblarse me erguí en mi posición, obligándola a volver a recostarse a la parte elevada de la cama. No voy a permitir que ella se haga daño en mi presencia.

Veo su puchero con dulzura y apreso sus labios, acariciándolos con los míos. Dejo mi mano en su mejilla, paseando mi pulgar por la zona y dejando leves mordidas que provocan quejidos por culpa de mis colmillos. Esa era mi pequeña venganza. Perdimos la cuenta del tiempo que pasamos así, compartiendo saliva y mordidas, chupadas y roces. Solo nos separamos por la falta de aire antes de volver a empezar, lento y suave, suave y lento. Tomándonos nuestro tiempo de probar en el otro hasta el sabor de la primera papilla. No era un beso intenso de esos que muchas veces nos hemos dado, era una pequeña muestra de cariño que dejaba consecuencias incluso mayores en nuestros corazones.

-¿Cuál es tu idea? Para lo que me comentaste…- aunque mi voluntad de seguirla besando era infinita, me obligué a separar nuestras bocas para seguir con la charla interrumpida y, secretamente, para asegurarme de que no quería una ruptura.

-Tengo el suficiente dinero ahorrado para irnos dos noches a un pequeño hotel con aguas termales en las afueras… Pensaba ir con mi madre, pero con todo esto ella prefirió quedarse en casa así que pensé en invitarte a ti…- la suavidad de sus palmas acarician mis nudillos con viejas cicatrices, buscando calma para los dos.

-Entonces… ¿Me estás invitando a una cita en un hotel? ¿Solos tú y yo? ¿Sin tu madre, Arata, la rubia de tinte o Chifuyu?- quise asegurarme de que mis oídos no me estaban fallando en ese momento.

-Solos tú y yo. Sin mi madre, sin Arata, sin Akira y sin Chifuyu.- expresó tal cual, haciéndome reír por lo bajo y cerrar mis ojos después de haber reposado mi frente en su hombro. -Aunque nos cueste admitirlo, casi muero anoche Kei y no quiero morir sintiendo que no sé nada de mi novio.- sus palabras fueron tan bonitas como tristes, recordándome el suceso más amargo de mi vida después del ingreso por apendicitis de mi madre.

-Acepto.- no me hacían falta más preguntas de hecho. Ella pide y yo obedezco. Así sea ladrar… Woof.

-¿En serio?- a pesar de ser una respuesta bastante obvia, ella se vio sinceramente sorprendida, casi como si dudara de que tendría ganas de quedarme con ella a solas.

-Te lo dije una vez… Contigo hasta al maldito infierno si hace falta.- escuché su risa, tan suave y delicada que casi olvido que lo que tengo delante es una humana y es mi novia y no un ángel delicado de estos que decoran las capillas de pureza a las que nunca en mi vida he entrado.

Unos días después…

Hanabi

-Recuerden chicos, si les hace falta dinero manden un mensaje y le haremos una transferencia.- La madre de mi novio llevaba repitiendo eso desde que Baji rompió la alcancía de cerdito que guardaba con recelo debajo de su cama desde hace meses.

-Que no va a ser necesario eso, mamá.- respondió mi novio por quinta vez, bufando y haciendo pucheros que me enternecieron.

Mi recuperación completa había demorado mucho por algunos problemas que tuve tanto en la rehabilitación como psicológicos, pero por suerte logré superar la mayoría de los primeros y por fin, mi chico y yo, logramos fijar una fecha para nuestro viaje. A pesar de que el gasto del hotel iría a mi cuenta, Keisuke insistió mucho en querer consentirme una vez estuviésemos allí, por lo que en estas últimas semanas a su trabajo en la tienda se le había sumado uno como ayudante en un almacén en el que le pagaban bastante bien.

Gracias a este segundo oficio Baji estaba aprendiendo a controlar su impulsividad y eso era algo bueno, pero también hubo pequeñas consecuencias no tan graves. Durante esos días sus visitas al hospital eran menos frecuentes y obtuve demasiado tiempo libre (ya que Arata no podía estar todo el horario de visita porque coincidía con la salida de su madre de su turno) que gasté en redes. En un principio todo era normal, pero tuve varios encuentros desagradables con vídeos de la misma chica con la que choqué antes en Tik Tok.

Otro dato relevante de esos días fue mis continuas conversaciones  con la novia de Draken, que si bien no eran nada del otro mundo, siempre me mantenían alerta y con la piel de gallina. Sin embargo, no iba a permitirme amargar mi ánimo por ello.

-Hana, toma.- La discusión de los Baji pasó a segundo plano una vez mi madre me entregó una mochila pequeña y algo pesada. -Puede que te hagan falta en estos días.- no entendí a qué se refería con ello, pero tampoco pregunté. Me despedí poco después junto a mi novio y por fin pudimos emprender el camino hacia el hotel con  el auto que Shinichiro nos prestó para la ocasión. Tendremos que comprarle algo importante como recuerdo o definitivamente me sentiré horrible por no pagar su amabilidad.