XXXI

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Narrador

Aunque en más de una ocasión el mayor se había negado a ser recibidor de un oral, esta vez no tuvo ni las ganas ni la oportunidad de negarse y es que antes de permitirse hablar ya estaba sentado en el colchón con la pelinegra entre sus piernas, soltando el pantalón y bajando el bóxer añil. Liberó de su prisión los 19 centímetros de carne, sintiendo su boca aguarse ante la expectativa. Ya antes había tenido oportunidades de saborearlo, pero nunca tendría suficiente. Además, Chifuyu le había comentado (en su completa inocencia) que su queridísimo novio había estado comiendo más piña que nunca.

-¿Pasa algo, bonita?- no fue consciente del tiempo que se quedó “pegada” mirando la polla del azabache, pero fue lo suficiente para hacerle pensar al dueño de esta que había algo mal.

-No pasa nada, Kei, solo recordaba algunas cosas.- respondió sin más, retomando su labor que era darle placer a su novio.

Sus manos primeramente despejaron la zona y es que ya les sucedió una vez que el cabello oscuro de la chica quedaba atrapado en el cierre del pantalón. Ya libres las piernas y el culo plano de su novio, se permitió entonces bajar el prepucio y empezar con las atenciones que su pareja necesitaba.

Su lengua mojada en abundante saliva, chocó primeramente con el glande, dejando que el líquido transparente humecte el tronco y que la masturbación fuera más placentera. Posteriormente, el músculo húmedo se paseó por toda la extensión de carne, disfrutando de la textura de las venas hinchadas contra la porosidad propia. Las manos femeninas tampoco se quedaron quietas, acariciando el tronco y el escroto, prestando especial atención al ritmo de sus movimientos, volviendo loco al chico con la mezcla marcada de apretones y caricias.

-Hanabi, bonita… Joder, me encanta…- aunque las ganas de embestir existieran y muy marcadas, la propia preocupación por las consecuencias en la garganta contraria le frenaban los impulsos y lo mantenía atado a la cama.

Con cuidado, la chica de cabellos largos, descendió sobre la exquisita extensión del pene, llegando a más allá de la mitad y probando lo que en un relato leyó, contraer la garganta como si estuvieras tragando, Mala idea para ella, pero idea increíble para él, pues el gemido ronco casi vuelto un grito que expulsó cuando sintió la semejanza con un coño lo dejó viendo blanco y ya no solo porque sus orbes estaban orientados al techo.

Por otro lado ella tuvo que separarse y toser, pues casi se ahoga en esa estupidez, pero al menos ya lo había probado y, con su rápido aprendizaje, fue capaz de relajar la garganta casi de inmediato. Gracias a eso, antes de que su novio fuera capaz de preguntar por su seguridad, repitió el proceso, más lento y relajado, dejando al contrario incapaz de articular palabra alguna.

Joder, tenía literalmente a su novia atragantándose con su verga hasta el borde de las arcadas y aunque odiaba la idea de poder estarla lastimando, tiene que ser sincero sobre lo increíble que se siente hundir su glande rojizo en aquella boquita suave y garganta sedosa. Sus manos eran fuertes puños que apretaban la sábana bajo de él, controlando las ganas de hundirse en el cabello azabache de la chica y hacerla chocar su barbilla con sus testículos sin contemplación.

Hablando de ellos, una mano no se olvidó de atenderlos, acariciándolos y jugando con ellos con exquisito cuidado, buscando una eyaculación pronta. Keisuke no iba a poder aguantar más si el ritmo se mantenía así. Tan cerca estaba que el autocontrol se esfumó, rompiéndose como un hilo y antes de darse cuenta sus manos agarraban la cabeza de su novia y sus caderas la obligaban a tragarse su polla, embistiendo fuerte y rápido.

Al principio fue incómodo, sus ojos formaron lágrimas que no tardaron en escaparse, pero no le pidió parar. La sensación de asfixia le estaba mareando y excitando de una forma no legal. Terminaría con la garganta irritada probablemente, pero valía completamente la pena ver y sentir a su novio perdiendo el miedo a lastimarla. Joder, adoraba que fuera brusco, que le dejase con el cuerpo temblando y adolorido. Ya mañana se quejaría, hoy disfrutaba.

Una docena de embestidas y unas pocas más, fueron las necesarias para que el sistema digestivo de la mujer recibiera su ración de leche algo dulzona. No era una cantidad increíble, pero la falta de costumbre hizo que no lograse tragar correctamente todo, dejando escapar algunos hilos de semen mezclado con su saliva. Lo que sí, los últimos dos chorros cayeron directamente en su cara gracias a que su novio se estaba saliendo en ese momento.

Las respiraciones de ambos eran agitadas y temblorosas, no tenían qué decir y mucho menos ganas de hacerlo. Los ojos avellana del sentado en el colchón miraron fijamente a su pareja, grabando en sus retinas la visión de ella cubierta en su corrida.

-Quiero bañarte con mi semen, bonita… Quiero dejarte tan jodidamente mal que no puedas salir de esta cama en todo el puto día y, aún así, seguirte haciendo temblar.- era casi como una bestia. Su raciocinio escapó por la ventana abierta y se suicidó como mismo lo intentó su dueño en algún mundo paralelo.

Aquello no le debía excitar, se supone que debería estar asustada por su bienestar físico, pero la vida se hizo para gozarla y tanto su coño como ella estaban necesitados de que aquel hombre perdiera su miedo a romperla. Tenían su palabra de seguridad y confiaban el uno en el otro. No había miedo, solo ganas de pasar aquel viaje follando como putos conejos.

-¿Y qué te lo impide? Fóllame Kei, por favor…- no era alguien que suele rogar, solo a su madre cuando esta no quería comprarle algo de pequeña. Con el tiempo adquirió orgullo y dignidad y veía ese acto como una pérdida de ambos, pero era incapaz de ordenarle algo a su novio cuando este literalmente la devoraba con la mirada y las pupilas dilatadas, prometiéndole que iba a despedirse de la capacidad de caminar.






Hooli. Primero que todo quiero pedirles disculpas por todo este tiempo sin actualizar. Sonará a excusa, pero mis razones son estúpidas a la par que importantes (para mí al menos). Pasé un muy mal rato con mi familia que derivó en el recrudecimiento de mis inseguridades y en un fuerte bloqueo creativo. Si a eso le sumamos la fuerte temporada de exámenes y el miedo a un futuro que yo misma tengo que construir, formamos el combo perfecto para mantenerme (nuevamente) encerrada en un espacio seguro que no era definitivamente escribiendo. Por suerte estoy mejor, emocionalmente hablando y mis exámenes de la segunda evaluación acabaron. Espero no pasar por otra temporada similar, pero por mientras actualizaré como pueda <3

En fin, les adoro y tengan buen/a día/tarde/noche <3

FattyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora