XIV

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Baji

Cuando mi novia me invitó a su casa en lo último que pensé era que vamos a tener sexo. No pasó por mi cabeza nada así por lo que fui gratamente sorprendido por la ropa con la que me recibió.

-¿Es mi cumpleaños?- su risa baja por el mal chiste me hizo sonreír y entré a su hogar, cerrando la puerta detrás de mí.

-Nop, pero si te toca un regalo.- levanté una de mis cejas, curioso ante sus palabras sin dejar de sonreír. Agarra mi mano y me hace caminar hacia la sala sin responder a mi cuestión muda, dejándome con la intriga.

Soy forzado a sentarme en el sofá y pronto ella toma asiento en mi regazo, con cada pierna a un lado. De inmediato empezamos a besarnos, suave, acariciando nuestros labios con dulzura. Siento que muerde mi labio inferior y tengo que usar toda mi voluntad para no tener de inmediato una erección, sería demasiado hormonal de mi parte eso. Sus manos se recrearon en mi cuero cabelludo, tirando de mis hebras de vez en cuando. No soy tonto (mis notas dicen lo contrario) y la disposición de Hanabi a hacer cosas que me gustan me estaba dando la idea de lo que pasaba. Aún así no pensaba quejarme, si ella se sentía preparada yo encantado.

Los besos siguieron por unos minutos, donde solo acaricié los muslos descubiertos de mi chica, a veces introduciendo mis manos en la parte cubierta por la tela, pero sin llegar a sus hermosas nalgas. Cuando nos quedamos sin aire su boca bajó al área de mi cuello, dejando más besos ahí e incluso alguna que otra mordida que me hizo gruñir. Cierto miembro de mi cuerpo empezaba a reaccionar por los roces y los suspiros de ambos se hicieron más comunes. Hanabi se separó de mí y justo cuando iba a preguntarle si algo le incomodó, se puso de rodillas frente a mí, separando mis piernas.

-Mierda, no Hana, no te fuerces a hacer esto…- la idea me gusta, no voy a negar que mi polla saltó al pensar en sentir su boca, pero no me parece necesario que se encargara de mi placer antes del suyo.

-Baji-kun… Quiero hacerlo.- mierda, esta mujer va a matarme si sigue viéndome con esos ojitos brillosos llenos de lujuria.

-Joder… Prométeme que vas a ir a tu ritmo…- susurré con la cabeza hacia atrás, sintiendo sus manos traviesas en el broche de mi pantalón. Fue fácil deshacerse de la prenda y sacar mi miembro de la prisión de tela en la que estaba.

Hanabi

-Lo prometo.- murmuré, rodeando el tronco de mis manos y empezando a acariciarlo con cuidado.

No sé mucho qué hacer, no tengo experiencia real en este asunto, pero me guío por lo escrito en los libros de mi repisa y por las explicaciones de mi madre. Con mi lengua repasé varias venas, recreándome en las que aparecen a medida que iba erectándose. Cuando consideré que estaba lo suficientemente erecto, bajé el prepucio, dejando a la vista el glande rosado y, por fin, incluir mi boca en la ecuación.

Los primeros besos llegaron directo a su cabeza y el gruñido que escuché en respuesta me dieron ánimos de seguir. Después de llenar toda la extensión con los roces de mis labios empecé a dejar lamidas por la zona. Las manos de Baji apretaron mis hombros, pero no buscaban alejarme. Al parecer le era incómodo dejarlas en sus muslos y esa era la mejor zona para no molestarme. Quise reír por su gesto, pero no es el momento idóneo para las risas.

Narrador

La chica de cabellos negros decidió que era hora de llevar las cosas un poco más allá. Con cuidado de no chocar con los dientes, introdujo el glande rojizo con gotas de presemen en su boca, chupando un poco cuando se acostumbró a tenerlo dentro. La acción sorprendió un poco al chico, que no evitó gemir el nombre de su acompañante y agarrarla por los costados de la cabeza sin aplicar mucha fuerza. La respiración errática del hombre en la casa se transformó en jadeos pesados y gemidos roncos a medida que la pelinegra metía el miembro en su garganta, resbaladiza y caliente.

-Jo-Joder… Hana-bi…- el tono masculino de voz se hizo más grave por la situación y el propio dueño de él se veía obligado a dejar salir todos los sonidos que más de una persona se morían por escuchar. No estaba a punto de llegar al orgasmo, sin embargo el juego de la áspera lengua roja de su pareja con su uretra le estaba haciendo correr hacia aquella meta.

Por otro lado las manitas gordas de la no se quedaron quietas, sino que subieron al abdomen del chico al que se la estaba chupando, queriendo bajar más los pantalones. Para esto tuvo que sacar la polla de su boca por un momento, logrando que el de ojos plateados levantase su culo plano y así deslizar la tela hacia el suelo. El panorama era ciertamente gracioso, el chico más impulsivo de la escuela desarmado a gemidos gracias a la boca de la chica que le desagrada a todos.

Una vez los testículos libres, una de las palmas de la mujer se dedicó a jugar con ellos, apretándolos con suavidad y moviéndolos entre sus dedos. Para ese punto Baji no se acordaba ni de cuál era su nombre, en su mente solo existía su novia y la magistral mamada que esta le estaba dando. Cuando Mitsuya (horóscopos locos) le comentó de broma que los virgos eran buenos chupándola pensó que era una broma, al parecer se había equivocado (y daba gracias por eso). La otra mano rodeaba el tronco caliente y venoso, acompañando a la boca en sus movimientos, subiendo y bajando al mismo tiempo.

Perdió la noción del tiempo, pero cuando un dedo curioso tocó la parte trasera de su escroto, el espacio entre su pene y su ano, se deshizo por completo. Su semen algo amargo salió disparado por la uretra con tres chorros, terminando cada uno en distintas partes de la chica entre sus piernas. Uno directamente en su boca, otro en su rostro (debería disculparse después por mancharle el cabello) y el último entre sus deliciosas y suaves tetas (también debería disculparse por ensuciar su blusa).

Baji

-Jodida mierda…- Mi aliento era un desastre, sentí mis mejillas ardiendo y puedo asegurar que están rosadas en este instante. Quiero controlarme, pero el panorama frente a mí me lo impide. ¿Quién no podría excitarse cuando su pareja está bañada en tu orgasmo? -No hagas eso…- rogué cuando la vi tragarse mi semen, sorprendido a la vez que excitado. No, no me causa repulsión la idea, de hecho hizo palpitar mi miembro y mi corazón. -Vas a matarme Hanabi…- la escuché reírse cuando cubrí mi rostro con las palmas de mis manos, queriendo controlarme y no follármela sin prepararla antes.

-Me alegra que te haya gustado, cariño.- la muy maldita se estaba burlando de mi vergüenza y falta de autocontrol.

-Ven acá.- gruñí agarrándola el brazo y empujándola hacia mí para besarle. ¿Me importa que hace unos segundos mi pene estaba en su boca? No. ¿Me importa que su rostro está manchado de mi corrida? Tampoco. ¿Voy a dejar de besarla solo por eso? Mucho menos. Me la pienso comer a besos y después bajaré a por sus otros labios.








Hooli :3 Nada que decir, espero que les haya gustado el capítulo. Les adoro, pasen buen/a día/tarde/noche <3

FattyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora