XXXII

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Narrador

Aquello definitivamente sería la razón de sus muertes, un suicidio conjunto. Seguramente la adrenalina les explotaría las arterias si es que aquello era hasta posible. Aunque quizás no necesitarán esperar a una explosión pues sus propias caderas colisionando serían más que suficiente para dejarles incapaces de respirar.

Besos descuidados que empapaban sus caras de otro fluido, los dientes chocando entre sí, las lenguas delineando los labios o peleando por un control que al poco rato perdían. No era suficiente, ninguno estaba saciado. La sangre fluye fuera de sus bocas y por la espalda ancha y cubierta de músculos del más alto.

La piel suave de los muslos femeninos prontamente adquirirá un color violáceo por la fuerza de los golpes y es que aunque su grasa los amortiguaba la constancia de estos no le permitía un descanso. Marcas en forma de manos empezaban a formarse en torno a la cadera y las muñecas de Hanabi.

El cabello azabache de Baji cae como una cortina a los lados del rostro descompuesto en placer de la chica, evitando que cualquier ojo externo pueda ver sus expresiones en aquel momento. Ciertamente no se estaba controlando ni un poco, la tenía inmovilizada al colchón con su cuerpo y era casi imposible liberarse de su agarre, aunque no se notaba ningún ápice de resistencia.

El coño mojado y dilatado le recibía con facilidad, permitiéndole una entrada certera y rápida que daba directamente contra el punto dulce de su novia. Los muslos rellenitos rodeaban su cintura, pero al cabo de un tiempo le resultaba incómodo pues sus movimientos no eran tan fluidos por la prisión. Por eso optó por otra posición y, saliendo del típico misionero, la giró boca abajo con una habilidad maravillosa, y le obligó a abrirse de piernas, dejándole espacio entre ellas para seguir follando.

Su polla estaba cubierta con un condón ultrafino que al menos le servía para tener una idea más exacta de como se sentiría follarla sin nada cubriendo la piel sensible de su glande. El cabello metiéndose en su boca y pegándose a su rostro por el sudor le obligó a disminuir la velocidad, dejándole un descanso al cuerpo de la mujer mientras él se lo recogía. Ahora estaba mucho mejor y lograba visualizar por completo el panorama expuesto.

Su chica se hallaba temblando, probablemente por la sensibilidad después de otros dos orgasmos, sus brazos abrazaban una almohada que no supo cuando llegó allí, sus muslos estaban rojos de las embestidas y sus nalgas también presentaban una coloración rosada por las nalgadas fugaces que le regaló. En esa postura era mejor vista la entrada y salida de su miembro dentro de la mojada intimidad y aquello solo le dejó con ganas de seguir penetrando hasta que los ojos se le nublaran; a él, por supuesto, porque desde el segundo orgasmo los ojos de la contraria estaban en blanco.

Con su polla aún dentro, agachó su torso y agarró la sábana arrugada, dejando a la fémina arrinconada entre sus brazos. Entonces fue ahí que empezó el verdadero martirio para la vagina sobreestimulada. La resistencia que le permitía al chico jugar hasta tres partidos de básquet seguidos le permitía ese tipo de movimientos bruscos, pero por el lado contrario, su pareja estaba al borde del desmayo, literalmente.

Sentía como si el oxígeno no llegase a su cerebro y su garganta, ausente de una voz estable que le ampare, se secaba y lastimaba por los ruidos ahogados que salían de ahí. Su cara, empapada en sudor, lágrimas (de la sensibilidad), saliva y un poco de sangre, se hundió en la tela de la almohada, lo suficiente para hacerla separarse bruscamente en busca de aire.

Necesitaba un descanso, unos minutos o quizás horas. No estaba acostumbrada a tanto esfuerzo físico y eso que no era ella quien se estaba moviendo, más bien era la receptora de esos movimientos bruscos, descuidados y exageradamente placenteros. En serio odiaba la idea de parar todo y matar la excitación de Baji pues sabe que le creará algunas inseguridades, pero terminará perdiendo la consciencia a ese ritmo y eso va a ser peor para la mentalidad de ambos.

Temblaba, un poco por miedo, pero lo hizo. Gimió Kisaki con el hilo de voz más o menos estable que logró agarrar y, de un momento a otro, la bestia que controlaba a su pareja se esfumó por completo, dejando a un hombre preocupado, asustado y nervioso. No tardó en sacar su miembro tanto de la vagina como del condón y aunque este mantuviera la erección, su mente no le permitió retomar el contacto sexual.

-¿Ha-Hanabi?- le llamó preocupado, viéndola con los ojos llorosos y ayudándola a salir de una posición que le pedía mucho a la poca flexibilidad de su cuerpo. Con las manos de gelatina le trajo una botella de agua sellada en cuanto notó el coste que le suponía hablar.

-No te preocupes, solo fue… demasiado…- se veía el agotamiento físico y quizás mental. ¿Cuánto tiempo se cegó para no notar que su novia no lograba seguirle el ritmo?

Tonto, tonto, tonto, tonto, tonto, tonto… Se repite una y otra vez en su cabeza, acomodando a su pareja recién dormida en la cama y limpiándola con lágrimas en los ojos. No quiere llorar, pero tiene miedo. Pánico de que Hanabi le tema por el comportamiento jodidamente impulsivo que en más de una ocasión le ciega e impide actuar con normalidad. Joder, era un maldito imbécil que solo lograba hacer daño a otros. Primero a su madre, luego a Chifuyu y ahora a la mujer que ama.

Quizás… deba aceptar su ayuda… Bueno, ya no era un quizás, era una certeza. Necesitaba ir a un puto psicólogo. Cuanto antes.

En la habitación permanecían dos cuerpos que no se movían casi. Una chica desnuda y dormida, cubierta con una manta suave y un cuerpo vestido con prendas inferiores, sentado al lado de una ventana, con miedo del futuro.


Pues, un poquito de drama sad en un capítulo que no me gustó como quedó. Si no se entendió bien dejo un resumen corto acá:

Hanabi y Baji ya llevaban tiempo follando antes de que empezase la narración por lo que el cuerpo de Hana estaba cansado, pero Keisuke no y como no sentía rechazo no paraba. Poco después Nakamura utiliza por primera vez la palabra de seguridad de ambos, asustando a Baji y “regresándolo” al mundo real.

Dato: Baji tiende a desconectarse de las cosas, dejando su cuerpo en automático y actúa bajo estímulos físicos. Esto lo saqué de una teoría real del manga (que leí hace ya un tiempo y no recuerdo a su dueño/a) donde planteaban su inexpresión cuando golpeó a Chifuyu como una forma de autoprotegerse.

FattyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora