XV

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Hanabi

La boca de Keisuke siempre me resultó cálida. No solo por su lengua, sino que sus labios siempre están calientes y brillantes. Sus besos son una maravilla más del mundo, suaves pero lo suficiente ardientes como para dejarme sin oxígeno por unos cuantos segundos. El tiempo se me hace infinito cuando permanecemos de esa forma, tan cerca que ni el aire tiene un espacio entre nuestros cuerpos.

Aunque es tosco por naturaleza, me deja con cuidado en el sofá, recostada lo más cómoda posible. Incluso se tomó el trabajo de reposar mi cabeza en el brazo y de colocar un cojín en mi cadera para levantarla. -No te fuerces a hacer esto…- repito sus palabras anteriores con algo de sorna y le escucho gruñir como queja, optando por morderme en la barriga como castigo. -¿Se me enojó el gatito?- bromeé, acariciando sus cabellos oscuros con cariño. Dios, como amo a este hombre.

-Pero no me digas gatito…- ¿cómo no hacerlo cuando haces pucheros y arrugas tu nariz como un gato? Es simplemente adorable y jodidamente calien-

-¡Baji!- me asusté cuando de la nada rasgó mi camisa, dejándome sin nada ya que en casa nunca uso brasier (quién lo hace).

-Perdón, perdón.- mentiroso de mierda, no lo sientes. Si vas a fingir una disculpa al menos deja de mirarme a las tetas. -Le pagaré a Mitsuya para que te haga otra, tranquila.- aún así no dejé de hacerle pucheros que notaba de reojo con diversión enmascarada. Sus labios retomaron el contacto con mi piel, bajando desde mi mandíbula hasta mi clavícula, lugar donde se recreó para dejar una pequeña marca roja, un chupetón ligero que desaparecería mañana cuando más. Lo que sí dejó mucho, fueron mordidas, que resultan ligeramente dolorosas por sus colmillos. -Nena…-

-¿Qué pasa?- cuestioné queriendo verle, pero fue imposible ya que su cara sigue escondida en mi cuerpo.

-Tengamos algunos códigos… Ya sabes, palabras o sonidos de emergencia.- Un sonido de realización salió de mis labios y asentí aunque él no me viera.

-Me parece buena idea…- acepté, pensando de inmediato en algo que pudiese bajarle la calentura de inmediato al chico cuando fuera necesario. -¿Cómo es que se llama el nuevo? Kisaki Tetta, ¿no? El chico al que odias.- le escucho gruñir en mi oído antes de separarse y mirarme directamente a los ojos.

-De todas las palabras del mundo, ¿tenía que ser el nombre de ese bastardo?- se le ve un poco molesto, pero sé que es más bien un berrinche que un enojo real.

-Si llegase a querer que pares, lo mejor será algo que te baje la calentura de golpe, ¿no?- le vi hacer una mueca antes de asentir. Supuse que entendía mi punto y volvió a su lugar anterior. -Tú puedes decir el de Hanma o cualquier otro, incluso un color o una fruta.- una de mis manos subió a su oreja, acariciando la parte trasera de esta para relajarlo.

-Usaré el mismo nombre del bastardo.- declara, siguiendo con el camino de besos hacia mis senos, pasando por el medio de estos y quedándose en ellos un rato. -Como sonido puedes aplaudir dos veces, ¿vale?- me miró buscando la aprobación para seguir bajando.

-Me parece perfecto… ahora sigue.- ordené, tocando la punta de su nariz, riendo cuando la arrugó por unos segundos.

Su boca caliente volvió a viajar por la zona, besando cada tramo de grasa blanda, detallando las estrías con su lengua y la yema de sus dedos. -Eres hermosa… Una jodida diosa.- joder, este hombre sí que sabe subir la autoestima con malas palabras. No le respondí, opté por cerrar mis ojos y dejarme llevar por la situación.

Narrador

Keisuke obviamente notó que su chica no lo miraba y se relajó un poco más. No era un maldito virgen como para estar asustado o nervioso, pero la idea de lastimar a su novia no lo dejaba en paz. Por suerte aclararon la palabra de seguridad antes de cualquier cosa, al menos así está más cómodo. El bienestar de su pareja (ya sea de una noche o, como Hanabi, para toda la vida) es siempre lo primero.

Sus labios finos se entretuvieron un rato más con los pechos suaves de su novia, apretándolos entre sus manos de vez en cuando. Cuando pensó que era suficiente, su lengua mojada y áspera salió a saludar a los pezones erectos, paseándose por toda la extensión de la aureola antes de raspar los montículos pequeños. Repitió el proceso con el pecho contrario sin dejar de apretarlos, gruñendo en el momento en que las manos de la chica se enredaron en su cabello.

Una vez húmedos metió uno de ellos en su boca, chupando y raspando seguidamente, casi como un bebé en época de amamantamiento. De nuevo el proceso fue igual para ambos senos, juntando los dos pezones al final para chuparlos de una y dejar pequeñas mordidas que dejaron a su acompañante gimiendo su apellido por lo bajo, sin abrir los ojos aún.

Cuando se cansó del juego con las hermosas tetas, dejó un golpe suave, pero sonoro con su palma en un costado y optó por bajar por la linda barriga de la pelinegra. Le sorprendió a ambos la naturalidad con la que salió el golpecito y para qué negarlo, a ambos les encantó. En en abdomen no se entretuvo mucho, solo dejó suaves mordidas y algún que otro chupetón pequeño y ligero. Desde que leyó que los chupetones pueden provocar la muerte le dio miedo hacerlo muy duro.

Después de unos minutos en los que la única mujer presente solo rezaba para ser follada de una vez, llegó a la zona de sus muslos, acariciando con adoración el monte de venus no definido. Con sus ásperas manos bajó el short y las bragas, cerrando los ojos un momento solo para mentalizarse. Estaba a punto de ver la parte más íntima de su pareja, la persona a la que no iba a dejar preferiblemente nunca, era un paso enorme, pero no quiere echarse para atrás, al menos quiere devolverle el favor antes.

Sus orbes plateados se abrieron lentamente y el panorama de los hermosos labios de su chica mojados por él le hizo gemir y eso que no tiene ningún estímulo directo. -Mierda, nena… Eres bellísima…-

-Por el amor que no le tengo a Cristo, Baji mi amor, ¿crees poder acabar de hacer algo? Estoy más caliente que el yakisoba después de echarle agua hirviendo.- con toda la calma que se había tomado el contrario para llegar a la zona, el termómetro interno de la chica estaba a su máximo, ya no tenía paciencia para un mal llamado juego previo más.

No evitó reírse, disfrutar de cómo su chica estaba por él, para él. -La paciencia es una virtud muy hermosa… Lástima que ni tú ni yo la poseemos.- declaró y, en cuanto terminó sus palabras, hundió su rostro en la raja de la fémina. Mojó con su lengua toda la extensión, escupiendo en su clítoris para hacer más cómodos los roces continuos del músculo a la zona.

Las manos de la gordita se enredaron en su cabellera azabache, tirando de ella para acercarlo más a su intimidad y él se dejó, de todas formas disfrutaba aquello. Se sentía caliente y mojada, con un sabor raro, pero tan adictivo que fácil podría tomarlo todos los días de desayuno. Hanabi era su única droga.

Sus palmas ásperas separaron sus muslos, colocando una pierna en su hombro y la otra en el cabezal del sofá, anotando internamente la flexibilidad que mostraba su acompañante para futuros encuentros. No dejó de acariciar toda la piel disponible, con ligeros pellizcos que decoraban su piel con un tierno rosado. Alejó una de sus manos de la suavidad del muslo para humedecer dos dedos con los jugos que de la rojiza vagina salen, mezclados con su propia saliva.

Fue con cuidado, empezando por uno, bien lubricado con los fluidos en espera de que se acostumbre. Es resbaladizo, caliente y apretado. Si ya se sentía enloquecer con la sensación de un dedo no quiere imaginarse cuando llegue a otra parte más gruesa y larga. Por otro lado, la chica era un completo desastre de gemidos y jadeos. Era su primer oral y la maestría con la que le están tratando le estaba haciendo enloquecer. Antes estaba desesperada, pero ahora pensaba que la espera había valido la pena.






¿Dejarles con las ganas? Mi pasión :D
Mañana continuará el encuentro pecadores, escriban con las dos manos y pasen buen/a día/tarde/noche. Les adoro <3

FattyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora