Capitulo XXVI

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Konnichiwa! Aqui les dejo el nuevo capitulo de Kuroshitsuji Vitam Et Mortem :D No olviden (por favor) dejar sus comentarios acerca de lo que piensan de lo que pasará en los siguientes capitulos :3 Les agradezco muchooo que lean este FanFic *--* Feliz sábado!

P.D: Sí quieren más capitulos, solo diganme XD





El regreso al hotel había sido raro. Aileen parecía perdida en un tipo de trance, casi no parpadeaba y sus manos no dejaban de ser puños. Will sentía una profunda lastima, el maldito de Naoki no había tenido un poco de compasión hacia los sentimientos de una niña.

Aileen entró en la habitación, pero Ciel, Sebastian y Will se quedaron unos momentos en el pasillo. El Shinigami quería conversar con ellos.

—Están en muchos problemas—fue lo primero en decir y no se sentía cómodo con ellos—. Y están involucrando a Aileen más de lo que planeaban.

—Lo sabemos—respondió Ciel—. Pero el ángel trata de que perdamos todo el control que tenemos sobre ella.

Will sonrió de forma amarga.

—Cuídenla mucho, ella... No tiene la culpa de lo que está pasando.

La forma en lo que decía Will era sospechoso, tal vez lucia solo un poco preocupado, pero escondía algo que se trataba sobre Aileen.

—Solo queremos por unos momentos su ayuda—Sebastian se dio la vuelta dándoles la espalda—. No solo pensamos en nosotros, también en esa niña.

Will no dijo más y se marchó a paso rápido hacia el viejo ascensor. Ciel y Sebastian intercambiaron miradas.

— ¿Quién debería entrar primero?—preguntó el mayordomo.

—Imbecil, deja de hace preguntas innecesarias—espetó Ciel y fue el primero en abrir la puerta.

Aileen..., ella seguía pensando de pie junto a la entrada a la cocina, los ojos de Naoki. Tras darle muchas vueltas en su cabeza, llego a la conclusión que, cuando miro los ojos dorados del Shinigami, eran idénticos al del sujeto que la atacó cuando su aldea fue destruida. Algo se cayó de sus manos, pero eso no la saco del trance en el que continuaba. No podía asegurar que fuera él, pero lo más probablemente es que así fuera. Sus ojos estaban abiertos, llenos de miedo.

Como ya era un poco tarde, casi de noche, la habitación estaba en una inicial oscuridad. Caminaron los dos demonios más a fondo y encontraron a Aileen parada fuera de la cocina con un plato a sus pies hecho añicos. Sus manos volvían a sangrar, las heridas ocasionadas en la mansión se habían vuelto a abrir. Ella no dejaba de temblar.

—Lo siento...—murmuró.

Ciel la aparto antes de que se agachara a recoger los restos. Sebastian se encargó del plato.

—Lo siento—sus ojos estaban abiertos de par en par, como sí algo la asustara.

Sebastian también se encargó de curarla. No mostro ningún signo de dolor al sentir el alcohol en su piel. (Claro, era uno de los medicamentos que había dejado olvidado el Sepulturero ahí). Las heridas no eran profundas pero lucían espantosas. Tras vendarle las manos, ella se mantuvo sentada en el borde de la cama. Ciel la observaba desde el otro lado de la recamara. Los labios de Aileen se comenzaron a curvear, en algo triste. Varias lágrimas se vieron caer sobre su pantalón—aún llevaba la ropa de niño—. Se rompió en llanto, negaba con la cabeza algo y parecía temblar más.

—Lo siento mucho—decía entre lágrimas.

No podía enjugarse o limpiarse de manera adecuada los ojos por las vendas en sus manos, estaba imposibilitada. Su cara comenzó a empaparse con rapidez; Ciel de inmediato la vio destrozada.

¿Qué podía hacer? No tenía idea de que decirle para consolarla, era obvio que ella no era culpable de nada. Esa escena le recordaba a él, aunque él no lloraba, su tía Ann siempre lo abrazaba para hacerlo ver que no estaba solo.

Ciel se acercó y sin pensarlo la abrazó. La levanto para que ambos quedaran de pie y su abrazo no fuera tan complicado. Aileen  se detuvo unos segundos pero siguió derramando lágrimas sobre el hombro del demonio. Él tenía los brazos alrededor de ella, Aileen no se atrevía a tocarlo.

Ciel se sentía estúpido.

Pero un abrazo siempre ayudaba a los humanos.

La cara de Aileen ya estaba roja y continuaba lloriqueando. Ciel se alejó hacia la cocina y ahí, lo esperaba su mayordomo con una mirada y sonrisa pícara.

—Eso fue raro de su parte, Bocchan.

—Guarda silencio—Ciel se masajeaba las sienes. En verdad lo que había hecho era embarazoso. Se podría decir, algo humillante para un demonio.

Sebastian observaba a la niña llorando; esta se habia ido a sentar al balcón, observando a la cuidad iluminada. El mayordomo termino de preparar la cena para la pequeña Aileen, pero se puso a pensar: "sí tiene las manos lastimadas, ¿cómo se alimentará?".

—Tendrás que ayudarla—le dijo el pequeño demonio al verlo de pie en medio de toda la sala con el plato de crema de champiñones.

"¿Qué dice este maldito?", replico Sebastian comenzando a enojarse. Eso era inútil.

Aileen contenía algunas lágrimas, sus manos le seguían doliendo y al verse obligada a mantenerse sentada en el comedor frente a Sebastian, se sentía insegura. ¿Un demonio iba a alimentarla? ¿Qué seguía? ¿Un cuento de las buenas noches? Era motivo para reírse... Del nerviosismo. Estos demonios hacían lo mejor para cuidarla y agradeció eso Aileen. Sebastian acerco la primera cucharada a su cara.

—Sí no dejas de llorar, no podré alimentarte—le dijo a regañadientes.

Aileen trato de contenerse y lo logró, solo por unos minutos mientras comía. Sebastian era hábil con lo que hacía, la cuchara la movía con sumo cuidado cuando entraba a la boca de la pequeña. Las papilas gustativas de Aileen estaban muy agradecidas con la comida del endemoniado mayordomo. Ciel miraba aquella escena con una pizca de burla: "Sebastian luce como una verdadera niñera".

Ya pasando un poco de las diez, Aileen se cambió de ropa y la pequeña por fin se había ido a dormir. Estaba profundamente sumergida en su sueño, ya que, un grito que había pegado Ciel al regañar a su mayordomo no la había despertado. Lucía indefensa con las manos vendadas por lo lastimadas que estaban.

—Sebastian—lo llamó Ciel para que también se acercara a mirar a Aileen—. Mañana mismo regresaremos a la aldea.

—Entendido. ¿Tiene algún otro plan?

—Quiero que recuperemos ese libro antes de que el ángel lo haga. Me temo que ya sabe la ubicación exacta de la cueva.

Sebastian dio una reverencia tras su entendimiento.

— ¿Algo más?—le preguntó a su joven Amo.

—No.

Sebastian estaba a punto de alejarse hacia el sofá en donde habitualmente tomaba asiento, pero Ciel lo volvió a llamar.

—Tenemos que tener en nuestras manos ya ese libro. No importa cómo o que, debe estar bajo nuestro poder... Para poder dejar a Aileen vivir una vida tranquila.

Sebastian esbozo una sonrisa torcida.

—Entendido, Bocchan. Haré todo lo posible para cumplir sus mandatos.

Ciel solo tenía en objetivo: ganarle al imbécil de Keller y dejar a Aileen sin preocupaciones. Deshacerse de los problemas de una vez por todas.


Kuroshitsuji: Vitam et MortemDonde viven las historias. Descúbrelo ahora