Capitulo XIII

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Alguien se ríe muy fuerte y al menos, eso me ayuda a abrir los ojos. La cabeza me da punzadas de dolor, todo me da un giro pero logro controlarme. La luz de la habitación es tenue conforme me voy adaptando al lugar. Me incorporo un poco exaltada; estoy en una habitación de colores extravagantes, en una cama enorme llena de cojines negros y blancos. No llevo mucho tiempo aquí ya que mi falda sigue húmeda.

— ¡Dije que me pasaras a Keller!—grita un hombre afuera de la habitación.

Me quedo inmóvil, como si eso me sirviera de pura protección. Por debajo de la puerta se ve la sombra de alguien caminando de un lado a otro.

— ¡Keller! Hola, oye, tengo muy buenas noticias.

OH NO. Entonces el "buen y servicial investigador" que conocí hace un día es un maldito dueño de un club comerciante de drogas y demás cosas. Explotaré del enojo. La bilis sube por mi garganta, vomitare si es necesario.

Un niño y un mayordomo, farsantes.

Un investigador "servicial", corrupto.

¿Qué sigue? ¿Una persona que puede convertirse en perro?

Salgo de la cama tirando todos (bueno, la mayoría) de los cojines al piso. Quedo de pie a unos cuantos metros de la puerta, esperando a que hable más.

—La mocosa que apareció en los videos... si, la que logro entrar y la única que estuvo en la habitación de Henry antes de morir...

¿Por qué todos me llaman mocosa?

—Te digo que tienes que venir, ella debe ser la que estás buscando.

Diablos, estos sujetos están locos y no dudo que si quieren hacerme daño, lo harán, no les importara que sea una chiquilla en plena pubertad. ¿Por qué me estoy espantando a mi misma?

—Keller, eres el mejor.

Miro a mí alrededor optando mis posibilidades de escapar de aquí: absolutamente cero. Hay una enorme ventana, pero tiene candados; el ducto de la ventilación está muy alto, impidiéndome pensar en esa oportunidad de salida.

Me rindo, no tengo otro plan de escapatoria. Ya tendré tiempo para despejar mi mente, lo importante es prestar atención a lo que me rodea: pocos muebles, los cojines que tiré, un sándwich enlamado y los zapatos de un hombre.

—No tardes, quiero ver la expresión de tu cara cuando la veas.

El silencio vuelve estar presente; la cerradura de la puerta se mueve pero por instinto corro a colocar el seguro.

— ¡Abre la puerta!—comienza a golpear.

No respondo, me ha llegado el extraño cambio de idea, tratare de abrir el maldito ducto de ventilación. Arrastro una silla para tomar un poco de altura, mis manos apenas alcanzan a tomar la rejilla.

—Tranquila, Aileen, tengo las llaves.

Mierda, tengo que abrir esto. Solo hay dos tornillos mal puestos, tengo un montón de probabilidades de poder escapar... Hacia un laberinto de un lugar al que desconozco totalmente. La puerta está a punto de abrirse cuando la silla se me resbala haciéndome caer de manera dolorosa.

— ¡Au!—me quejo por unos segundos pero me muerdo la mano para callarme.

La puerta al fin está abierta y con Max en el umbral haciendo girar las llaves de manera ruidosa.

—Solo llevas unas horas aquí y mira el desastre que has hecho.

Ruedo los ojos. Si quiere fastidiarme que mejor no lo intente, me volveré loca tratando de morderlo.

Kuroshitsuji: Vitam et MortemDonde viven las historias. Descúbrelo ahora