Capitulo XXXIII

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Alguien está cantando en otro idioma. Abro mis ojos pesadamente y logro visualizar a Max dejando un par de platos y vasos. Dejando más comida. Bostezo un poco, logrando llamar su atención al verme despierta.

—Buenos días—dice normal.

—Buenos...

—Es mejor que te levantes rápido. Ya es de tarde, y Keller te traerá algunas cosas, ya que hoy hay muchos planes por hacer.

— ¿Cómo...?

Y antes de que pueda escucharme, se va.

Salgo de la cama aun con mucho sueño. Se puede decir que dormí bien pero, quisiera seguir bajo las sabanas un poco más. ¿Max dijo que ya era tarde? ¿Qué hora será? Me levanto caminando hacia la comida y me percato de que me han vuelto a dejar pescado cocinado de otra forma. Tomo solo una manzana que se encuentra en otro plato y me siento en el piso, imposibilitada un poco por la cadena que me sigue reteniendo. ¿Qué se supone que haría hoy? Arggg, no logro recordar bien, la cabeza me sigue doliendo por lo de ayer.

Y pasan los minutos en los que permanezco sentada en donde mismo, admirando que por fin una ventana esta descubierta dejando ver la hermosa luz del sol. Es una mañana bastante preciosa, comparada con los anteriores que he visto en los últimos días. Me sigo preguntando como estará Julianne... y hablando de ella, ¡se supone que hoy podré verla! Esbozo una sonrisa enorme sintiendo un montón de emoción saliendo por los poros de mi piel. ¿Qué más puedo esperar de este día? Nos reencontraremos y... Y no sé qué pueda ser lo siguiente.

¿Ciel y Sebastian me estarán buscando? ¿Qué tanto les afectará que me encuentre con el ángel? Antes de que pueda levantarme, Keller entra en la habitación trayendo consigo una caja con un llamativo listón rosa.

— ¿Lista para este día?—pregunta con interés.

— ¿Qué exactamente haré?

—Tienes mucha curiosidad—se detiene un momento para esbozarme una media sonrisa—. ¿Acaso no recuerdas lo que te dije?

Me encojo de hombros.

— ¿Podré ver a mi hermana?—pregunto insegura.

Su mano se posa en mi cabeza.

—Así es.

No sonrío, por más que quiero, no le sonrío. No..., no debo de sonreírle a un tipo como él, tal vez trate de ser amable conmigo, pero yo nunca lo aceptare para respetarlo. Solo hago esto porque es lo único que me queda y no tengo opción. Él ya ha ocasionado bastante daño como el destruir mi aldea.

— ¿Por qué no comes nada de lo que te damos?—pregunta mirando hacia los platos que dejó Max.

—Soy alérgica al pescado.

— ¿Y por qué no lo dijiste desde un principio?

Suspiro.

—Porque no creo que les importe mucho.

Nuestras miradas se quedan fijas; él está de forma sensata y pareciera que trata de ver más allá de mis ojos, pero solos se enfoca en uno, en el de color verde.

— ¿Nunca te han gustado tus ojos?—pregunta en voz baja.

Desvío la mirada rompiendo nuestra conexión.

—Así es. Las personas siempre me han discriminado por eso, sin siquiera llegar a conocerme.

—Sigues siendo un misterio—toma una de mis manos y la aprieta con amabilidad—. Debes de dejar de pensar así, todas esas personas están manchadas, tú no eres así.

Kuroshitsuji: Vitam et MortemDonde viven las historias. Descúbrelo ahora