Capitulo XXX

1.5K 203 11
                                    

Hola :3 bonito viernes! Yo salí temprano de la escuela así que aproveche para subir un capitulo cortito ._. emm, solo les diré: no me odien Dx

P.D1: A partir de aqui empezaré a subir solo los viernes, (YEY LOS VIERNES ewe) ya que quedan poquitos capitulos.

P.D2: No me odien (de nuevo)

P.D3: Dejen sus comentarios, porfis *-*

Bye bye :'D




Ronald había explotado. Will se mantenía tenso pero a discreción, quería arrancarles los ojos a aquellos demonios. Grell se mostraba indiferente. Ronald ya no soportaba oírlos hablar, se puso de pie y tomó del cuello a Sebastian poniendo toda su furia contenida. Todo había sido culpa de ellos. Aileen... solo era una niña.

— ¡Cómo pudieron!—le gritaba al mayordomo.

Will y Grell se encargaron de apartarlo.

—No es nuestra culpa...—justificó Ciel con una mirada fúnebre—. Simplemente no pudimos...

—No hay suficiente justificación—replicó Will interrumpiendo a todos—. No debieron llevarla a aquel lugar.

— ¿Y que más esperabas que hiciéramos?—tosió Sebastian aclarándose la garganta lastimada—. Desde un día antes estaban detrás de ella, no había tiempo.

Sus planes se habían desmoronado, destruido casi por completo. Ese maldito ángel estaba a un paso de realizar su trabajo. Aunque Ciel no lo aparentaba, se sentía culpable de todo. "Si tan solo fuera un demonio más fuerte, habría podido salvar a Aileen". Todos aborrecían del mismo modo a Naoki.

—Como había dicho—prosiguió Will—, todos mis subordinados siguen en la búsqueda de Aileen, pero, no hay registros de que ellos sigan aquí.

Ciel pateó una silla y se mantuvo en silencio.

— ¿Y no pueden seguirle el rastro al imbécil de Naoki?—masculló Sebastian.

No hubo una respuesta clara ante esa cuestión. Naoki y el ángel tenían todo a favor de ellos.

—Estamos haciendo todo lo posible—dijo Grell esta vez llegando a la serenidad—. No pueden estarnos exigiendo como sí nosotros fuéramos responsables del caos que se ha soltado.

En realidad nadie tenía la culpa aquí, el poder del ángel iba en aumento y estaba logrando lo que quería.

— ¿Qué ocurrió exactamente en aquella cueva?—preguntó Will.

—Llegaron un poco después que nosotros pero encontraron un pasadizo que logró llevarlos hasta en donde estaba el libro—Ciel se frotaba las sienes con molestia—. El ángel atacó a Sebastian y el bastardo de Naoki fue contra mí. Le dije a Aileen que huyera y así lo hizo pero no esperábamos que el policía, Max Freeman, también estuviera con ellos. Él se encargó de secuestrar a Aileen.

Y fue lo único que pudo decir. Recordar los gritos de Aileen lo ponían verdaderamente mal. No dejaba de pensar en ella y cómo se la podría estar pasando.

—Los estaremos informando de cada detalle que lleguemos a saber. Es solo cuestión de tiempo, tenemos la esperanza de que algún plan del ángel falle dejándose visible—les informó Will. Los tres se marcharon sin decir más o mirarse entre ellos.

Grell se adelantó para poder bajar primero por el ascensor, sin que le interrogaran el porqué de su comportamiento tan callado. Le era difícil creer que la realidad de las cosas se estaba volviendo como se tenía previsto. No odiaba a Aileen pero tampoco le apreciaba. Siempre le había parecido rara, una rara creatura con apariencia inofensiva pero que, ocasionaría grandes problemas. "Malditas apariencias", pensaba con amargura.

El camino al departamento administrativo de los Shinigamis fue silencioso. Ronald y Will se dieron cuenta de la actitud del pelirrojo, pero no comentaron nada al respecto. Trataron de que Grell se encontrara—como todos los días—, hablando sin parar de sus exentridades. Los shinigamis de la oficina de inmediato se dieron cuenta de aquello.

—Aún no hay nada de Aileen—llegó Will a sentarse a su escritorio, con apariencia cansada—. Pareciera que la tierra se los tragó.

Grell apretó los puños. Ronald no dejaba de apretarse el puente de la nariz, sin dejar der pensar también en la seguridad de Aileen. Cuando los tres intercambiaron miradas, sabían que pensaban en lo mismo pero ninguno se atrevió a hablar. Will comenzó a escribir otra orden de búsqueda tratando de dar por ignorado el tema que pensaban. Pero no pudo, sabía que sería el primero en hablar.

—Dejen de pensar en eso—dijo evadiendo momentáneamente el tema.

—Will, es Aileen... Ella... No...

—Ya, silencio—los interrumpió Grell—. Esa mocosa no tiene nada que ver con nosotros, no sé por qué tanta preocupación.

Ronald golpeó su escritorio, lanzándole una mirada envenenada.

— ¡Jamás habíamos lidiado con una niña como ella!—Ronald entró en cierta desesperación—. Ella es especial...

Especial, siguió retumbando en su cabeza.

—Una niña inocente—añadió dolido.

Grell lo miraba con repulsión pero decía la verdad. Tratándose de lo que realmente se esperaba, el problema se complicaría más y más hasta que fuera demasiado tarde. Ronald no quería aceptar lo siguiente.

—Debemos decirles a los demonios—rompió el silencio Will—. No podemos esconder eso.

Ronald los miró con ojos vidriosos.

—Les prometimos informarles cualquier cosa acerca de ella, sí no cooperamos como se debe, también nos afectará a nosotros por el simple hecho de que Naoki está con el ángel.

— ¿Decirles que Aileen está en la lista de la muerte?—Habló Grell nervioso—. De seguro no les importará.

Ronald le lanzó un lapicero directo a la cabeza.

—Así es—respondió Will cerrando los ojos, reflexivo—; aun no aparece establecido en qué lugar morirá pero no dudo en que tarde mucho. Ese ángel hará todo tan rápido que tratará de que no nos demos cuenta.

Ronald tomó su cuadernillo de la lista de la muerte y buscó la página en donde aparecía Aileen. Este, de inmediato se llevó una gran impresión: el lugar de la muerte ya habia aparecido. En seguida se lo mostró a Will.

—Hora de regresar con los demonios—Will tomó sus cosas, incluyendo su guadaña.

Kuroshitsuji: Vitam et MortemDonde viven las historias. Descúbrelo ahora