Capitulo VII

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Faltando diez minutos para las cinco de la mañana, el grito espantoso de una mujer me despierta. Es un horrible grito seguidamente de un llanto mucho más intenso. Me incorporo en la cama frotándome los ojos para mirar mejor (aunque todo este bastante oscuro). De un pequeño salto bajo de la cama para ir a dar un vistazo al balcón. Un momento antes de poder tocar la puerta, tiran de mi hacia atrás, tumbándome al suelo. La luz se enciende, lastimándome los ojos.

— ¿Estás loca?—me reclama Ciel.

Esta a mi lado, también sentado en el piso. Sebastian se encarga de mirar por el balcón sin abrir la puerta. El llanto y el grito combinados son terribles. Lastiman mis oídos.

— ¿Qué sucede, Sebastian?

—Es una mujer, y parece estar agonizando.

—Vamos. Aileen, tú quédate aquí.

Me negaré rotundamente.

—Quiero ir—exijo.

— ¡Está bien! Pero no te separes de mí—gruñe.

Soy la primera bajando las escaleras; los tres tenemos respiraciones agitadas y es lo único que se puede escuchar por el momento. Un grito más de esa mujer y creo que los tímpanos de mis oídos se romperán. ¿Por qué no estoy asustada? Esa mujer podría ser una de las que salían en las historias de la Vieja Marie... Qué patética me oigo hablando así.

Al salir al exterior una sombra me golpea provocando que pierda el equilibrio y por poco haciéndome caer. La sombra desaparece por uno de los callejones.

Ciel me jala por el brazo y me mantiene detrás de él.

Una mujer lastimada por toda la pierna viene hacia nosotros, llorando sangre. Demasiada sangre en su cara...

—Creo que voy a vomitar—me tapo la boca.

—Bocchan, manténgase detrás de mí.

La mujer grita y se tira al piso mojado. Se arrastra a otro charco y vuelve a sollozar con fuerza.

— ¡NO!—Grita.

Aprieto el brazo de Ciel, llena de miedo.

—Señora...—trata de hablar Sebastian.

— ¡Mi esposo! ¡Mi esposo sólo investigaba!

Llora y llora a punto de derrumbarse de un momento a otro. Cae rendida en el pavimento, Sebastian se le acerca para poder tomarle el pulso. No creo que este muerta.

—Ha recaído. Parece drogada.

La sirena de una patrulla policiaca da la vuelta en esta calle llegando a escasos metros en donde yace esa extraña mujer.

— ¿Qué ha sucedido aquí?—pregunta un policía de físico bastante gordito.

—Se ha desmayado. Parece.... —explica Sebastian pero logran interrumpirlo.

— ¡Fuera de aquí!

Ciel se interpone.

—Nosotros también investigamos.

— ¡Si, como no! ¡Dije fuera, niño entrometido!

Más patrullas llegan, e incluso una ambulancia. Jalándome por el brazo, Sebastian me levanta del piso y levemente me empuja para pasar dentro del hotel. Ciel está echando chispas del enojo. Afuera vuelve a llover cuando volvemos a la habitación.

—El sistema policíaco es una porquería—patea una de las sillas tirándola lejos. Por poco la destruye.

—Joven Amo, esa mujer no tenía algo normal. Creo suponer que su esposo fue asesinado.

Kuroshitsuji: Vitam et MortemDonde viven las historias. Descúbrelo ahora