Capitulo XVIII

2.4K 239 36
                                    




La pequeña Aileen no se atrevía a acercarse a ellos. Ni a Grell, ni a Ronald ni mucho menos a Ciel o a Sebastian. A simple vista se le notaba la tristeza. La depresión por no saber absolutamente nada sobre su hermana. Esa actitud preocupaba a Ciel, tantas cosas podría pasar por la cabeza de esa niña.

—La señorita Aileen tiene un comportamiento extraño—le susurró su mayordomo.

Lucia pálida y parecía recaer en una profunda depresión en su interior. Esa no era buena señal. Sebastian le dio un empujoncito a Ciel.

—Trate de hablar con ella, Bocchan.

Ciel puso mala cara. En la camioneta había un poco de movimiento y fricción por lo cual, le resultaba complicado para acercarse a Aileen. Cuando por fin lo logró, ella ni siquiera le importo saber que él le interesaba lo que le sucedía. No volteó a mirarlo.

— ¿Te encuentras bien?—tartamudeó un poco ya que no se sentía cómodo hablando con ella.

—Si.

Era obvio que mentía.

—Eh...—tragó saliva y trató de alejarse, pero Sebastian volvió a empujarlo para que se acercase de nuevo.

Ciel se sentía tonto tratando de hablarle.

— ¿Qué te sucede?—preguntó de manera molesta.

—Nada.

Colmaba su paciencia; prefería dejarla así hasta que se le pasara pero era preocupante la actitud que estaba tomando en esos momentos.

—Trate de parece más amigable—le aconsejó Sebastian.

"No puede ser", pensó Ciel. Le lanzó una mirada envenenada al endemoniado mayordomo.

— ¿Puedo estar contigo?—volvió a preguntar, esta vez, con voz temblorosa.

Aileen por fin alzó la mirada con las mejillas sonrojadas. Ciel la miró detenidamente y notó que ese común brillo que había en sus ojos ya no estaba, sus ojos... transmitían tristeza, posiblemente algo de odio pero él no estaba seguro. Su gesto se suavizó poco a poco mientras Ciel se sentaba a su lado.

—Si...—respondió varios segundos después.

Era bastante incomodo para ambos, era una escena la cuál le daba mucha gracia a Sebastian. Una sonrisa burlona se curveaba por sus labios.

—Encontraremos a tu hermana—trató de alentarla. Visiblemente Aileen relajó un poco sus hombros.

—Eso espero.

La mano de Ciel buscó la de ella tomándola fuertemente. Estaba fría y el cálido tacto de Ciel le provocó un escalofrío. Ambos se miraron por unos instantes creyó ver en su rostro aquella infantil mirada de Elizabeth. Él habría jurado tener a su joven prometida frente a frente.

—Gracias por cuidarme—le sonrió.

Su cabeza se recargo en su hombro, cerrando los ojos y permitiendo una tierna imagen de los dos. Sus manos seguían conectadas y ninguno de los dos se atrevía a separarlas. Sebastian les prestaba atención. La verdad de esto era que Ciel odiaba lo infantil que lo podía poner ella. Hacia eso con tal de mantenerla tranquila.

—Espero que tengas previsto las consecuencias de cuidar a Aileen—le dijo Ronald de forma agresiva al  aprovechar que la pequeña se había quedado dormida.

—Ella estará bien—con mucho cuidado la acomodo junto a las cajas para que se recostara un poco mejor.

Las miradas de Ciel y Sebastian volvieron a encontrarse y tan solo en esos escasos segundos, el mayordomo pudo leer lo que decía la mirada de su Amo.

Kuroshitsuji: Vitam et MortemDonde viven las historias. Descúbrelo ahora