CAPÍTULO DIECINUEVE

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El Dios era una exageración de todo lo que eran los vampiros. Él era enorme, mucho más alto y ancho que Hyunjin. Vestía una imponente armadura de metal negra y roja. Su piel era un gris pálido, tenía el cabello largo y negro, y sus ojos eran esferas de color carmesí como si estuvieran formadas de sangre. Y como el cráneo encontrado en el altar, cuernos negros retorcidos desde su cabeza.

Él lucia exactamente como Hyunjin imaginaba que sería el Dios de los vampiros— poderoso y aterrador. El Dios flexionó sus horribles garras y una mira complacida cruzó su rosto.

Hyunjin se congeló en su lugar.

Hasta ahora, él había querido encontrar a su padre, enfrentarlo y preguntarle porque lo había convertido y después abandonado. Pero ahora esa pregunta era lo último en su mente. ¿Qué derecho tenia de exigir cualquier cosa a un Dios? En presencia del Dios, cada pensamiento parecía desaparecer.

Hyunjin se hincó e inclinó ante su creador. El Dios de la Sangre caminó a su alrededor, estudiando a Hyunjin con sus ojos rojos. Los músculos de Hyunjin se crisparon en anticipación. Sin camisa y aún cubierto de sangre, no se veía de la mejor manera en este momento.

—Tonterías— dijo el Dios, su voz con un borde de peligro— te vez como un guerrero, como deberías. — Hyunjin no había dicho nada. Levanto la vista hacia su padre y el Dios le sonrió, su boca llena de colmillos delgados y terroríficos. Orgullo se hinchó dentro de Hyunjin, seguido por temor y luego confusión. Esto era lo que siempre había querido y no podía siquiera hablar.

El Dios de la sangre tocó el rostro de Hyunjin y corrió sus afiliadas garras por la línea de la mandíbula. El lado vampiro de Hyunjin rasgo hacia adelante. Rugió con el repentino dolor y tuvo que luchar para no alejarse de su padre.

—Así está mejor — El Dios se río entre dientes y clavó aún más las puntas de sus garras negras en la cara de Hyunjin. Gotas de sangre se acumularon y gotearon. Hyunjin apretó la parte posterior de sus dientes, sus colmillos perforaron el interior de su labio llenando su boca con un sabor cobrizo.

El Dios de la sangre se inclinó y empujó sus garras profundamente en la carne de Hyunjin.

—Cuando seas digno, serás mi campeón y todos temblaran ante nosotros—

Alrededor de ellos las velas se encendieron, la cera roja fluía como agua. La sangre en los cuencos flotaba en el aire, formando largos rizos que le recordaban a Hyunjin las alas de Felix. Los rizos se rodeaban entre sí, girando y retorciéndose.

Entonces comenzaron a envolverse alrededor del brazo derecho de Hyunjin, iniciando en el hombro y girando en espiral hasta la punta de sus dedos.

Levanto su mano y vio como la sangre era absorbida por su cuerpo. Comenzó a afectar a Hyunjin como una droga.

Sus ojos rodaron hacia atrás y visiones sangrientas de muerte llenaron sus pensamientos. El placer se apodero de él cuando se vio de pie en un campo de sangre, armado e invencible. A sus pies yacían los cuerpos destrozados de sus enemigos y sus guerreros se inclinaban a su alrededor.

Una fuerte explosión lo arrancó de su visión.

Cuando Hyunjin levantó la mirada su padre había desaparecido. De hecho, todo era igual a como era cuando entro por primera vez. Las velas ardían en su forma habitual, los cuencos de sangre intactos. Era como si nada hubiera sucedido en absoluto como si no hubiera estado un Dios parado sobre él.

Hyunjin todavía arrodillado parpadeo con fuerza para aclarar su mente y reunirse consigo mismo. Las pesadas puertas del templo estaban fuera de sus bisagras—eso debió haber sido el ruido que lo sacó de su visión.

Sire (Beautiful Monster)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora