CAPÍTULO TREINTA Y CUATRO

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Hyunjin corrió al lado de todos los demonios de tierra y evitó a los que volaban.

Mató a todos los demonios que se ponían en su camino, el hacha dándole energía, haciéndolo más fuerte con cada matanza. Y más rápido. Corrió por una clina y luego escaló un árbol para escanear el área.

El comandante del infierno había dejado un rastro de destrucción en su camino. Ningún árbol o animal sobrevivía y partes de la jungla estaban incendiadas, a pesar de la lluvia.

Muy detrás del enorme demonio estaba el retorcido portal negro. Se extendía desde la tierra alto en el aire, cientos de metros de alto ahora. Los demonios salían de allí. Y más allá del portal él podía escuchar miles más, ansiosos de unirse a la batalla.

Incluso si Hyunjin derrotaba a la masiva criatura, iban a tener que enfrentarse a un desastre después. Mierda. Sería lindo tener un descanso.

Presionó el poder en su velocidad, moviéndose más rápido de lo que había corrido nunca. Los demonios ni siquiera lo notaron mientras corría, eso hasta que se detuvo frente al portal. Había cientos allí.

Los demonios más cercanos atacaron. El primero que llegó perdió su brazo, el siguiente su cabeza y el cuerpo del tercero estaba partido por la mitad.

Esta hacha era formidable. Mientras estuviera matando, tenía casi interminables cantidades de energía. El poder guardado en los sacos de sangre de Hyunjin estaba sin usar mientras él tomaba lo que el hacha le daba.

Un demonio lo corto por la espalda mientras que otro perforaba sus pulmones con una lanza. Sus heridas sanaron en un pestañeo. Alrededor de él, los cuerpos se apilaban y su espesa sangre negra manchaba el suelo.

Insatisfecho, necesitaba más. Un grupo de demonios salió del portal y Hyunjin saltó en la mitad de ellos, atacándolos antes de que siquiera tuvieran una oportunidad de ver sus alrededores.

Más. La voz oscura le susurró. Si. Estoy en eso.

Espera.

Estaba allí por una razón.

Ah, cierto. El portal. Había venido a cerrarlo.

Aliméntame.

Los tatuajes rojos se expandieron, deslizándose por su pecho. Mientras crecían, Hyunjin sentía que su voluntad le fallaba. El arma estaba tomando control y quería que él pensara en nada más que sangre y muerte.

Felix le había advertido que era una maldición, no un regalo. Y ahora Hyunjin podía ver por qué–––el ya no blandía el hacha: esta lo blandía a él.

Mientras Hyunjin peleaba por control, más demonios caían sobre su arma.

––No. Yo soy tu maestro, no tu esclavo. Obedéceme ––le dijo Hyunjin.

El hacha se hundió profunda en la garganta de un demonio feo. Hyunjin sonrió mientras caían en el suelo ante él, alimentándolo de más energía. Luego gruñó cuando se dio cuenta de que el control del hacha sobre el no había disminuido.

A la mierda con esto. No iba a ser el esclavo de nadie–––ni de nada–––nunca más. Tiró el hacha. En el aire se volvió a convertir en sangre y cayó al suelo, empapando la tierra.

Dolor encendió su cuerpo y los tatuajes se volvieron a abrir. La sangre goteaba de nuevo a su mano y se reformó en el hacha de batalla.

––Tienes que estar bromeando ––dijo mientras mataba a otro demonio––. Está bien. Obedéceme o me corto el brazo.

La amenaza tuvo el efecto opuesto. En vez de darle control, él continúo matando y los tatuajes se deslizaron por su abdomen, hacia sus piernas. Iba a estar furioso si se envolvía alrededor de su paquete. La idea de ellos abrazándolo en un área tan sensible lo hizo entrar en pánico.

Sire (Beautiful Monster)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora