CAPÍTULO VENTICINCO

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Hyunjin se sacudió la nieve de la cabeza y los hombros de un pesado abrigo que él llevaba. No necesitaba el abrigo, el frío no molestaba a los muertos, pero lo llevaba en caso de que chocaran con cualquier humano. Él no quería sobresalir.

Era de día pero el sol estaba oculto detrás de un cielo gris y cubierto. La nieve había ido cayendo durante las últimas horas y solo empeoraba. Tanto él como Felix estaban en el techo de una pintoresca casita que lindaba con una iglesia de madera blanca, con puertas rojas. Estaba en medio de un campo tranquilo.

Debajo de ellos podía oír al dueño de la casa, uno de los sacerdotes, hacer té.

El otro sacerdote estaba dentro de la iglesia caminando nerviosamente. Él estaba esperando. Hyunjin podía oler el curso de adrenalina a través del humano.

—¿Tal vez Yuna se equivocó en el tiempo? —Felix susurró.

Antes de que Hyunjin pudiera responder, un sedán negro giró por la carretera y paró frente a la iglesia. Las entrañas de Hyunjin saltaron alrededor mientras enfocaba sus sentidos en el auto. Chan conducía, y en el asiento trasero estaba Jeongin. Aunque desde este ángulo, Hyunjin no podía verlo todavía.

—Al menos déjame revisar el perímetro— Escuchó decir a Chan.

—¿Debemos hacer esto cada vez que salgo? — Dijo Jeongin, su voz corta, cansada de esta discusión.

—Solo cuando no me dejas protegerte—. Jeongin suspiró.

—Es de día, el Young-bae está en Europa, y si hubiera cambios alrededor los olería, podría sorprenderte saber que sobreviví siglos sin cazadores.

—Solo desearía que me dejaras hacer mi trabajo, General— Chan resopló.

—Lo haces, Comandante. Regreso en una hora— Dijo y salió del auto. El aliento de Hyunjin se detuvo cuando lo vio. Ningún cabello estaba fuera de lugar en Jeongin y sus ojos eran del azul más brillante. Él usaba un abrigo grueso de lana hasta la rodilla que ocultó la mayor parte de su traje a medida.

Jeongin siguió el camino y entró a la iglesia. Hyunjin, que no pudo despegar sus ojos, se estremeció cuando la mano firme de Felix se posó en su hombro, recordándole por qué estaban aquí. Chan ya se había ido y él ni siquiera había notado su ausencia.

Hyunjin asintió una vez a Felix y los dos saltaron del techo cruzando a la iglesia. Se detuvieron en las puertas rojas y escucharon.

—Pensé que no vendrías— Una voz desconocida dijo desde adentro. Hyunjin había vislumbrado al joven sacerdote antes cuando pasaba por una ventana. Su cuerpo había estado tenso y su cara estaba llena de agonía como la de un hombre torturado luchando una batalla furiosa dentro de él. Jeongin tenía ese efecto en las personas.

—Por supuesto que vine— Jeongin dijo. — No he pensado en nada más que en ti por semanas— Fue una mentira. Jeongin estaba cazando en este momento con el objetivo de alimentarse.

—No puedo hacer esto, deberías irte—. Dijo el sacerdote, su voz vacilante.

—Por favor no me rechaces. Sé que quieres esto tanto como yo— dijo Jeongin. Hyunjin lo imaginó pasando su mano por la cara del sacerdote en ese momento.

—Esto está... mal. ¿Podemos al menos irnos? No puedo hacer esto aquí, no enfrente de Él—. El sacerdote estaba rogando, pero ya había perdido esta pelea.

—Ven acá. Inclínate, — dijo Jeongin, usando su voz seductora.

—No, no hay. Yo... — el aliento del sacerdote se volvió irregular. — Por favor... por favor, per- dóname Señor.

Sire (Beautiful Monster)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora