CAPÍTULO VEINTE

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Cuando volvieron a la casa, Hyunjin llevó a Yuna hasta la habitación, le ayudó a cambiarse a su pijama y la puso a dormir. Kkami enroscado a sus pies.

Hyunjin buscó en la bolsa de lona y recuperó el anillo. Bajó las escaleras. Felix estaba sentado en un gran sillón reclinable, con los ojos cerrados como si no hubiera estado esperado que Hyunjin volviera a bajar.

—¿Necesitas dormir? —Preguntó Hyunjin. Él realmente nunca había visto a Felix dormir.

—De cierto modo. Necesito darle a mi cuerpo tiempo para recuperarse por completo. Tendré que estar cerca de ti por un tiempo mañana, si lo permites —dijo, sentándose más cerca.

Hyunjin miró las cortinas cerradas; el área que los rodeaba empezaba a aclararse a medida que se acercaba el amanecer. Levantó el anillo.

—¿Cómo funciona? Felix se puso de pie.

—No hay mucho de ello. Póntelo y el sol ya no te afectará. Puedes caminar durante el día como si fuera de noche. Tus ojos te dolerán hasta que te acostumbres al brillo. No creo que tu piel se broncee a menos que te hayas alimentado recientemente, pero no estoy seguro. Realmente nunca tuve ese problema. —Se frotó la parte superior de su piel bronceada.

—¿Eso es todo?

—Todavía necesitarás descansar para que tu cuerpo pueda recuperarse. Alguien tan joven como tú necesitará de ocho a diez horas de sueño, pero te da la libertad de elegir esas horas. Cuanto más tiempo lleves puesto el anillo y mayor seas, menos descanso necesitarás.

—¿Las brujas hacen estos? —Preguntó Hyunjin. Él estudió el anillo. No era nada especial, solo una banda de oro con runas en ella. Le recordaba a un anillo de bodas. Este no era muy grande y no estaba seguro de que siquiera encajara en él.

—Sí. Pero solo una bruja en este planeta sabe cómo hacerlas. Y él o ella no sé cuál sea su género actual, pero prefiere los hombres, no los hace a menudo.

Felix vio la confusión en el rostro de Hyunjin y agregó:

—Las poderosas brujas reencarnan cuando mueren.

—Ah —fue todo lo que Hyunjin pudo reunir. A él realmente no le importaban las brujas en este momento. La pesadez de la noche se le vino encima. Durante la batalla, se convirtió en algo terrible que había complacido al Dios de la Sangre, pero a él no le gustó. Eso lo asustaba.

Felix debe haber notado la miseria de Hyunjin.

—Ponte el anillo, mi príncipe, y vayamos a ver el amanecer.

Hyunjin se lo puso en el dedo meñique y siguió a Felix afuera. Ambos saltaron al techo y se sentaron mirando hacia el este. No era la mejor vista, con árboles y colinas en el camino, pero no pasaría mucho antes de que vieran el sol. Al menos eso esperaba. El cielo estaba nublado ahora mismo.

Sus instintos le gritaban que buscara refugio o se hundiera en el suelo. Pero él los ignoró y continuó mirando el cielo del este mientras el sol rayaba el horizonte. Las nubes se separaron un poco y Hyunjin se quedó sin aliento al ver que la estrella continuaba elevándose.

—Había olvidado cómo se veía —dijo Hyunjin. Era una mañana fría, pero aun así podía sentir el mundo a su alrededor calentándose. La vida se agitó. Era mucho más ruidoso con los humanos moviéndose alrededor en sus casas y los autos llenando las calles. Todo estaba zumbando.

Él suspiró.

—No tienes que renunciar al anillo si no lo deseas, mi príncipe.

—Te di mi palabra de que haría todo lo que estuviera a mi alcance para romper tu maldición. Cumplo mi palaba —dijo Hyunjin.

Sire (Beautiful Monster)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora