Sire (Beautiful Monster)

CAPÍTULO VEINTINUEVE

Minho se sentó con las piernas entrecruzadas y con sus manos descansando sobre sus rodillas, sus ojos cerrados. El incienso se elevó alrededor de él mientras meditaba, vistiendo solo pantalones negros. Las cinco cicatrices que Hyunjin le había dado casi desaparecían, solo débiles marcas rosas quedaban ahora. Sus peludas orejas de zorro se crisparon y él abrió los gradualmente sus ojos marrones.

Hyunjin estaba sentado frente a él, replicando su posición.

—¿Qué haces aquí, Hyunjin? —preguntó Minho. Hyunjin suspiró y se desplomó.

—No lo sé.

—No he sido capaz de entrar en tu mente por semanas. Y yo ciertamente no te invité a la mía, y sin embargo, aquí estás.

El "cuarto" en la mente de Minho era en su mayoría oscuro, excepto por una suave luz que los rodeaba a ambos y que parecía no provenir de ninguna fuente.

—No tengo idea de porqué terminé aquí, debería estar durmiendo justo ahora. Me iré—dijo Hyunjin y se levantó. Él estaba bastante seguro de que Minho ya no podía rastrearlo, pero eso no significaba que era seguro aquí.

—Espera. No tienes que irte. ¿Está todo bien? —Minho hizo un gesto hacia el suelo frente a él.

Hyunjin se sentó de nuevo.

—No—dijo, pero no detalló.

El silencio se abrió paso entre ellos hasta que Minho preguntó:

—¿Está herido el General Jeongin?

—Él está bien. ¿Estarás ahí mañana?

—No puedo decirte.

—Lo estarás. Junto a Hueningkai. Yo de verdad no quiero una pelea mañana.

—¿No?

—No – Hyunjin frotó su rostro con su mano. —Tal vez si funciona, alguna pequeña porción de confianza podría ser construida entre ambos bandos. Puede que ocurran otros intercambios de prisioneros. Sé que ambos bandos tienen personas que quieren de regreso.

—Puede ser—dijo Minho, pero no sonó convencido.

Hyunjin se sentó en silencio por un momento, dejando que el incienso lo calmara. Entonces, preguntas comenzaron a brotar en su mente.

—Leí un poco sobre los kitsune después de que me dijeras que eras uno. Si eres el mensajero de un Dios, ¿por qué estás trabajando como un asesino para los Íncubos? – preguntó. No había mucha información en el libro que Hyunjin encontró.

Las orejas de Minho se crisparon.

—¿Crees en los dioses?

Hyunjin rió. Si tan solo el zorro supiera...

—Ahora lo hago.

Minho se inquietó, juntando sus rodillas con su pecho y rodeándolas con sus brazos. Se veía pequeño.

—Yo... ya no trabajo para Jenni. Le disgusté y fui abandonado en este mundo. El Alto Rey salvó mi vida. Le estoy en deuda.

—¿Cuántas colas tienes? – él había leído que mientras más colas tenían más poderosos se volvían. Hasta posibles nueve.

—Siete.

—¿Puedo ver? Minho sonrió.

—Si me dices porqué estás aquí.

Hyunjin no quería hablar de ello, así que miró alrededor del espacio oscuro en el que estaban.

—Tu mente es un poco aburrida. Minho hizo un ademán a su alrededor.