CAPÍTULO TREINTA Y CINCO

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Piezas fracturadas del mundo regresaron a Hyunjin con gran lentitud. Había algo pesado presionado sobre sus pies. Voces amistosas, bajas y amortiguadas, estaban cerca. El delicado aroma de pergamino y vainilla mezclado con vino dulce y un fragante aceite pasaron por su nariz.

Un sentimiento cálido se expandió por su pecho mientras la sangre lo llenaba, saliendo de la intravenosa pegada a su brazo. Estaba adolorido, pero no era insoportable. Lo que sea que estaba sobre él era suave y esponjoso.

Hyunjin se concentró en su cuerpo. Un solo saco de sangre había sanado, el resto estaban en varios estados de reparación. Típico. Su soavik estaba de vuelta, aunque vacío y dolorido. Todas buenas señales.

Se arriesgó a abrir sus ojos, manteniéndolo lento porque sus párpados se sentían como si pesaran mil libras cada uno. Las luces de la habitación eran tenues y le tomo un momento a sus ojos el ajustarse a todo.

Miro hacia abajo. Una fina sabana cubría sus caderas y para allí. Su brazo derecho todavía estaba cubierto de tatuajes enroscados, pero ahora eran de color negro. Flexionó sus manos y estaba maravillado cuando las dos funcionaron.

Trató de mover sus pies, pero no pudo. Kkami, que pesaba una tonelada en su forma animal, estaba acostado sobre las piernas de Hyunjin. Levantó su cabeza y gimió.

––Estoy bien, chico ––le dijo Hyunjin, su voz ronca. La cola de Kkami se agitó contra la sabana.

––¡Padre! ––dijo Yuna y se lanzó hacia él.

Golpeo la cama tamaño rey y se plantó en su pecho, sus brazos envueltos alrededor de él. Hyunjin la sostuvo contra él.

––Mi hija.

Beomgyu se paró al lado de su cama.

––¿Cómo te sientes?

––Mejor ––dijo Hyunjin––. ¿Cuánto ha pasado desde la batalla?

––Dos semanas. Maldición.

––¿Dónde estamos?

––El búnker de Washington ––murmuró Yuna contra su pecho.

––¿Quieres un humano? ––preguntó el ruso–– Puedo traerte uno.

––Tal vez en unas cuantas horas cuando me pueda mover más. ¿Puedes aumentar el goteo de la intravenosa?

Beomgyu aumentó e flujo de sangre para él.

––¿Necesitas algo? Puedo adquirir lo que sea que desees.

––Estoy bien. solo necesito una noche más para descansar, luego me levantaré.

Beomgyu asintió y se paró en silencio, pero se veía como si quisiera decir más. Hyunjin miró alrededor de la habitación. Había una mesa con cartas en ella; parecía que el ruso y Yuna estaban en medio de un juego. Felix no estaba en la habitación, pero juzgando por su olor estaba haciendo guardia fuera de la puerta.

––¿Cómo deberíamos llamarte? ––preguntó Beomgyu al fin. Yuna gruñó.

––Ya te lo dije, no le va a gustar esa pregunta. Las cejas de Hyunjin se fruncieron.

––¿A que te refieres con "llamarte?

Yuna se deslizó de sus brazos y se sentó en la cama a su lado.

––Te vas a enojar.

––Eres hijo del Dios de Sangre. El–––

––No lo digas ––advirtió Yuna.

––Príncipe.

Hyunjin puso los ojos en blanco y presiono su cabeza contra la suave almohada.

––Maldito infierno.

Sire (Beautiful Monster)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora