Capítulo 40

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Había sido una gran conmoción la muerte de la princesa Tessa , querida por muchos y tan pronto fue noticia su muerte, muchos de los plebeyos que ella había ayudado a lo largo de sus visitas a diferentes señoríos, se unieron en caravana para pelear en la frontera norte, en donde las cosas eran favorables, todos guiados por el deseo de venganza de todo un pueblo.

Boris se había integrado también a las filas en la frontera norte, después que dejase por órdenes del Rey a la reina viuda Laura; quién no estaba teniendo un buen tiempo con la muerte de su hija, y que su único respaldo, fue aquel chico tuvo que partir a la guerra por órdenes del rey Andrew.

Tampoco los Sloras lo pasaron bien, la muerte de Gregory y Levi había impactado en ellos y les había dolido mucho, tan pronto había llegado Boris, se percató que todos tenían los ojos hinchados y rojos de haber llorado tanto aquellas frívolas noches, pero quién peor la estaba pasando era Grace.

Ya que había pasado más de un año desde aquella gran noticia, y ella seguía sin poder asimilarlo, y ya no era la misma persona, había dejado crecer más su cabello negro, y aquellos bellos ojos que solían brillar con intensidad al estar acompañada de la princesa, se habían apagado por completo, conservando la carta en una caja que tenía en su carpa, que veía cada noche, pero las lágrimas ya no salían como la primera vez que la había visto.

—Grace, tienes que tranquilizarte—. Le dijo Boris a ella quién se encontraba fúrica con ganas de asesinar a cualquiera de la fila enemiga que se le pusiera en enfrente.

—¿Cómo estarías tú si le hubiese pasado esto a la reina Laura?—. Aquella pregunta lo dejó helado, se suponía que nadie sabía de aquella aventura que ellos dos tenían.

—Sé que no soy quién para decirte nada —. Le dijo Boris con seriedad y sinceridad a su querida pariente—. Pero tienes que aprender a dejar ir, a ella no le hubiese gustado verte así.

—Tú no tienes el derecho de hablar de ella —. Grace le empujó con enojo por sus palabras—. Sal de aquí, a menos que sea algo urgente, no me hables.

Boris solo suspiró y salió de la carpa en donde estaba, sabía que había hecho mal, al hablar con Grace y juzgarla como si él no hubiese hecho lo mismo que ella, pero se sentía impotente al ver a su querida Grace transformarse en ese ser tan gris. Ella no era así, siempre tenía un brillo en sus ojos, pero desde aquella noticia, se había apartado de muchas personas, al igual que no deseaba hablar con el rey, quién solía mandarle cartas, preguntándole como se encontraba, pero que ella solo quemaba y jamás le respondía.

Pero él se rehusaba a venir a la frontera incluso si las cosas habían ido bien, ellos habían logrado recuperar un país que se encontraba ocupado por las fuerzas militares de Jonás de Tirania, quién se había percatado del error que había cometido al asesinar a la princesa, ya que en los informes, jamás se le mencionó el hecho de que fuese querida en su reino, pensó en su informante que era su hermano, y se reía al saber que ya nadie podría usurpar su trono, sin embargo, las cosas militarmente, no estaban bien, y estaban comenzando a perder territorios ya conquistados a manos de los soldados vengativos de Prilev.

Jonás se encontraba molesto, los había subestimado, y ese había sido su segundo error, pero estaba tratando de enmendarlos, y ahora se encontraba viajando hasta su palacio, para que estuviese cómodo todo el tiempo, sin importarle si sus queridos soldados parecían en la guerra.

Lo único que mantenía la moral alta era el deseo de venganza de matar a Jonás de Tirania y exterminar a todos sus soldados, para hacerles pagar aquella muerte de sus seres queridos que esperaba que no fuese en vano. Cada vez que había un combate, dejaban al enemigo sin una sola persona viva, los aplastaban, a tal punto que la estrategia inicial que había hecho aquel hombre era ahora aplicada en su contra, ya que se había establecido una buena red de suministros y más personas que quisieran combatir en la guerra que ayudaba de forma favorable a las estadísticas de las filas aliadas.

Se estaban abriendo paso, poco a poco en la guerra para detener y aumentar el poder territorial de Prilev, quién había adquirido aquel gran pedazo de terreno que había pasado a ser la nueva frontera norte, y que con cada mes o temporada que pasaba, existía movimiento de donde quedaba esa dichosa frontera, que cada vez se acercaba más y más al palacio de Jonás.

Cayden era el único entre los tres Sloras que quedaban que no se encontraba tan mal, se encontraba medianamente contento de estar al lado de sus parientes, además su bella esposa se encontraba a su lado todo el tiempo, luchando codo a codo contra los enemigos, ambos habían comenzado a tratarse más como una verdadera pareja poco después de aquel primer baile, y el resto había sido bueno, además se encontraba encontrarse fuera del palacio, ya que así Vika no se encontraba estresada por tener que estar aguantando a su media hermana, que era ahora la reina de Prilev pero era odiosa con todo personal del palacio, incluyendo a los mismos guardias que le protegen.

Vika se encontraba emocionada, ese estilo de vida era exactamente el que siempre había buscado, pelear, descansar, compartir su comida con sus compañeros y repetir en proceso, pero ahora al estar acompañada de Cayden, hacía las cosas incluso mejor, también una de las actividades habituales que tenía era ayudar a dormir a Grace, quién solía tener pesadillas que le hacían despertarse a medianoche y no poder volver a dormir por miedo a repetirla.

La relación entre Cayden y Grace seguía siendo la misma, y él le daba su espacio, desde el inicio, sabía que Grace se traía algo con la princesa tal y como Boris lo había hecho la reina Laura, por lo que no se le hacía descabellada aquella actitud melancólica que solía tener cuando no se encontraba en el campo de batalla, él trataba de ser respetuoso con ella, ya que si él se ponía en sus pies, lo más probable es que él hubiese reaccionado de la misma forma y sería más desquiciado en el campo de batalla de lo que ya era ella, así que trataba de comprenderla.

En ese momento Grace se encontraba cazando aves otra dar de comer a los soldados que no habían alcanzado suficientes guarniciones o simplemente como aperitivos por sí les llegara a dar hambre hasta antes de desayuno que sería al siguiente día. Traía las aves al hombro, ya que Cayden le ayudaría a rostizarlas con su habilidad, pero se empezaron a escuchar campanadas, los enemigos se acercaban.

Todos se preparaban , pero al entrar se percataron que aquellos "enemigos" no tenían armas y sólo se mantenían con las manos en alto, para indicar que no harían daño, quién se acercó fue Boris a ver qué era lo que estaba ocurriendo, ya que había movilidad de las personas, sin embargo no había ningún tipo de combate, él logró entablar una conversación con quién parecía ser el líder, que incluso si su habla no era fluida, era suficiente para poder entenderse, ya que el idioma entre las regiones variaba.

—Ayuda somos—. Le dijo aquel hombre haciéndole entender a Boris que venían a ayudar—. Cansados de Jonás. Más gente quiere, más ayuda adelante

—Gracias—. Boris le extendió la mano y comenzó a gritar con fuerza para que sus palabras fuesen escuchadas por todos los soldados de Prilev que se encontraban en las filas sin entender nada—. ¡Estos hombres son ahora aliados! ¡Debemos ayudarlos como si fueran ciudadanos de Prilev! ¡Vamos a eliminar a Jonás de Tirania!

La multitud gritó eufórica mientras Boris seguía hablando con ese hombre tratando de hablar lento y comunicándose también con señas para hacerle entender a aquel hombre con más facilidad, y mientras más avanzaban, más era la gente que se unía a las filas de Prilev, que eran lideradas por el estratega Boris, quién sabía que técnicas usar para poder ganar aquella batalla.

Jonás de Tirania se percató que los territorios que se suponía que había colonizado, se levantaban en armas y creaban manifestaciones para librarse de aquel poderío de ese hombre, ya que escuchaban que un ejercí enorme que provenía de Prilev, venía a derrocarlo, y aquello fue una llama inextinguible de esperanza para los aldeanos que se habían resignados a vivir como esclavos el resto de sus días.

Era una verdadera revolución en cada territorio que había logrado conquistar, por lo que decidió retirarse con todas sus tropas hasta Tirania, su país de origen, y encerrarse en su castillo con todas sus tropas protegiéndolo, haciéndolo una fortaleza, que si intentaban tocarle un pelo, tendrían que matar a todos sus fieles soldados, pero lo que él no sabía era que el odio junto al deseo de venganza, eran fuertes armas para llegar a lograr todos los propósitos que miles de personas se lograrán cumplir.

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