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— Ddeonu, me voy a mi cita con el psicólogo, ¿Sí? — avisó Sunghoon, Sunoo estaba escuchando música desde la televisión mientras coloreaba o dibujaba algo, Sunghoon no prestó mucha atención al respecto—

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— Ddeonu, me voy a mi cita con el psicólogo, ¿Sí? — avisó Sunghoon, Sunoo estaba escuchando música desde la televisión mientras coloreaba o dibujaba algo, Sunghoon no prestó mucha atención al respecto—. Vuelvo en una hora o un poco más, quizás compre algo para la cena, ¿Vas a estar bien?


— Mhm — respondió sin más, concentrado en sus hojas y sus lápices de colores.

— ¿No me vas a dar un beso antes de que me vaya? — preguntó Sunghoon en un exagerado tono triste.

De inmediato Sunoo fue hacia él con pasos rápidos para abrazarlo por el cuello y dejar un beso en sus labios, haciendo a ambos sonreír y mirarse con cariño.

— Te quiero, Sunoo, nos vemos — dijo el pelinegro, dejando un beso sobre su frente, antes de separarse del abrazo y salir.

Entonces, Sunoo aprovechó para buscar lo que quería: esas viejas fotos Polaroid que había encontrado hacia unos cuantos meses.

En secreto, las veía cada vez que Sunghoon se iba de casa, y ahora que tenía más de una hora para verlas con más tranquilidad podía admirarlas mejor que nunca.

Sunghoon no había cambiado de lugar  luego de que él las haya encontrado, sabía que el pelinegro confiaba en que él no las vería, pero su curiosidad podía más.

Tomó la caja de zapatos, que estaba acomodas entre otras cajas del mismo tipo, quizás para confundirlo o para que pasaran desapercibidas, y se subió a la cama grande que compartían, para abrir la caja y ver el montón de pequeñas fotos casi cuadradas.

Había unas cuantas que eran de él, que estaba posando solo, algunas selfies y otras sacadas por alguien más.

Le gustaba una que tenía un algodón de azúcar en la mano mientras hacia una cara rara, parecía muy feliz.

Había otra dónde estaba con Sunghoon, los dos sentados en una mesa, y él se apoyaba completamente en el pelinegro, que parecía algo cansado, pero estaba muy bonito.

Sus favoritas probablemente eran las de Sunghoon, dónde el pelinegro aparecía sonriendo, sus mejillas estaban más gorditas, sus ojitos eran mucho más redondos y tiernos, su cabello estaba más corto, y su emoción era tan brillante y honesta.

¿Sería muy arriesgado si se quedaba con una foto?

Hizo un puchero mientras pensaba, mirando la sonrisa del lindo pelinegro, hasta que finalmente la dejó a un lado, para guardarla después, en su dormitorio propio, en algún lugar seguro.

Encontró una que le llamó la atención, ya la había visto la última vez (hacia unos cuantos meses), pero ahora parecía más especial... Era una foto de ambos, en un parque o algo así, estaban sentados sobre una manta aunque se notaba el césped, ambos cargaban un cono de helado, él estaba sacando la foto mientras Sunghoon sonreía... Desde la esquina de la foto se asomaba la cabeza de un perro a punto de robar el helado del menor.

Tal como había pasado en uno de sus sueños.

¿Como una cámara podía sacar fotos de sus sueños? ¿Que clase de cámara mágica era esa?

Sus ojos se abrieron de más cuando el recuerdo llegó a su mente, casi podía verlo, oírlo, sentir el olor del césped y el aire fresco... Un grito de sorpresa, seguido de unas risas, mientras Sunghoon insultaba a aquel perro y lo espantaba con sus bruscas palabras, cuando regresaba estaba rojo de furia y Sunoo tuvo que controlar su risa mientras le daba su propio helado al menor, le insistía un poco mientras lo abrazaba para consolarlo, con el pelinegro comiendo el helado del otro en silencio y bastante serio, hasta que al final pudo reír también de la situación.

Cuando parpadeó varias veces, pudo volver a tener la vista en la foto que tenía entre sus temblorosas manos, y se desesperó cuando sintió su pecho cerrarse y su cabeza comenzó a doler.

Se sentía confundido y frustrado... ¿Se supone que eso había pasado? ¿Por qué no lo recordaba?

En su cabeza comenzó a escuchar gritos de voces rasposas y malas, que le decían que olvidará todo, porque ya de nada le servía, porque no iba a volver a ver a ninguna persona por más que la llamara, pidiendo ayuda... Nadie lo volvería a ver, él ya estaba muerto.

"Pero no quiero olvidar a Sunghoon..." Pensó, sintiendo las lágrimas en sus ojitos, a abrazó a sus piernas, mientras los sollozos le impedían respirar.

— Sunghoon... Hoonie... Sunghoonie...— comenzó a murmurar su nombre para no olvidarlo, bajito, pensando en él, en su sonrisa, en su largo cabello pelinegro, en sus abrazos protectores, en sus suaves labios.

Su mano buscó a Polaroid que había apartado, esa de Sunghoon con una sonrisa que le transmitía tanta calidez y amor, y lo miró mientras seguía murmurando su nombre, esperando no olvidarlo, no de nuevo.

Escuchó su risa, tan alegre, tan hermosa, tan pura de felicidad, casi pudo ver la foto moverse, un lindo Sunghoon escondiendo su rostro detrás de sus manos, con algo de vergüenza por tantas fotos.

"¡Sunghoonie~ eres tan lindo!" Se escuchó decir a sí mismo, mientras el pelinegro le daba unos golpes suaves para que no lo molestara, finalmente tomaba su mano y entrelazada su dedos "¿Quien es mi niño hermoso, Hoonie?"

"Ddeonu~"

"¡Eres el novio más adorable del mundo!" Dijo, antes de ir a pellizcarle las mejillas al pelinegro, mientras este hacia ruidos de quejas e intentaba apartarse, haciéndolo reír con ternura. "Te amo tanto, mi Sunghoonie"

— Sunghoonie... — inconsientemente, se mecía a sí mismo en su lugar, hamacandose ligeramente hacia adelante y hacia atrás, mientras sus ojos solo podían mirar la foto fijamente, lloraba —. Sunghoonie es mi novio...

El ruido de la puerta al abrirse lo hizo sobresaltar, el aire pareció atascarse en su garganta, le costaba respirar.

¡Ddeonu!

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