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Por la noche, regresaron al departamento y pidieron pollo frito a domicilio, Sunoo recibió la comida y hasta le dio propina al chico de los repartos, y Sunghoon sonrió de forma inevitable, porque el Sunoo de hacía un año se hubiera ido a esconder ...

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Por la noche, regresaron al departamento y pidieron pollo frito a domicilio, Sunoo recibió la comida y hasta le dio propina al chico de los repartos, y Sunghoon sonrió de forma inevitable, porque el Sunoo de hacía un año se hubiera ido a esconder al cuarto y no hubiera salido hasta que Sunghoon le dijera que no había nadie.

Sunoo había mejorado muchísimo y Sunghoon estaba muy orgulloso de él.

Y por más que se sintiera mal, y que sintiera que a veces no podría volver a ser el de antes, Sunoo era una muestra viviente de que se puede resurgir entre las cenizas, eso le daba esperanza a sí mismo, para poder mejorar y ser finalmente feliz con su lindo novio.

Al terminar de comer y de lavar todo, compartieron un chocolate que había en la heladera, uno de los que habían quedado de las tantas golosinas que Sunghoon solía comprar para Sunoo casi todos los días.

— Ddeonu.

— ¿Mhm? — murmuró él mayor, masticando chocolate, el menor limpió algo de este que había quedado en sus labios con su pulgar, para luego llevarlo a su boca y chuparlo.

— ¿En serio eres mi pequeño marido? — preguntó.

Sunoo lo miró alzando sus cejas, preguntando si hablaba en serio.

— ¿No fue lo que yo te pregunté hace un rato? ¿Y que respondiste que sí?

— Sí pero... Tú me los regalaste, yo lo dije por decir, digo muchas cosas pero... Quería saber tus intenciones de estos — murmuró, Sunoo sonrió porque sus redondos y brillantes ojitos lo miraban de una forma muy especial y hermosa.

— Cuando te los di te dije que quería quedarme toda la vida contigo— dijo el Pelirosa — ¿No sé nota que los intensiones eran esas?

— Bueno es que no fuiste muy claro — por su expresión, Sunoo sabía que el menor buscaba molestarlo, y con mucho gusto lo golpearía.

— Park Sunghoon, ¿Quieres casarte conmigo?

— No, ahora no — el Pelinegro hizo una mueca y negó.

— Maldito Park....

— Eh, ahora tú también eres Park, no puedes decir esas cosas de ti mismo.

Sunoo suspiró pesadamente, rodando los ojos, se sentó sobre su regazo para pasar un brazo sobre sus hombros.

— Sunghoonie, me harías un gran favor si te callaras de una vez.

— Qué malo que eres, Ddeonu— el menor hizo un puchero exagerado y el pelirosa fue a besar sus labios para borrarlo, Sunghoon respondió de inmediato, encantado de dominar sobre los lindos y gruesos labios de su marido.

Se besaron por largos minutos, haciendo un beso caliente y profundo, las manos de Sunoo se apretaban en la remera del menor, y cuando finalmente se separaron en busca de aire, Sunoo finalmente lo dijo:

— Quiero hacer el amor contigo.

Sunghoon no supo qué responder, su cabeza se ladeó en un gesto automático.

Esta vez, Sunoo no estaba cansado, no estaba con los efectos del sueño, estaba consiente y totalmente seguro se sus palabras.

— Sun...

— Hace un tiempo también lo quise hacer contigo, lo recuerdo bien — admitió, Sunghoon jamás había tocado el tema porque creía que su lindo e inocente Sunoo lo había olvidado —. Y como quise ese día, quiero ahora también, desde hace mucho que quiero hacerlo contigo.

— No sé si estás listo para eso.

— Pero no lo sabré hasta que lo haga — replicó el pelirosa —. Tú siempre dices que he mejorado mucho, y lo sé, porque todo lo que he querido hacer lo pude lograr... Y también quiero hacer eso porque... Te deseo, mucho.

Sunghoon estaba totalmente ruborizado, Sunoo también, pero no parecía ser carcomido por la vergüenza como el menor.

— Quiero tener relaciones contigo, igual que antes, quiero sentirme bien de nuevo, quiero que me abraces estando desnudo como hacías siempre y que me hagas sentir bien de nuevo... Así puedo terminar de borrar lo que otros tocaron, y ser solo tuyo otra vez— murmuró—. Porque eso soy, si soy de alguien, si pertenezco a alguien es a ti, porque eres mi casa.

— Ddeonu, en serio me encantaría— admitió—. Pero debes prometerme que sí te sientes mal, o si te pasa algo, me debes decir y vamos a parar todo.

Sunoo asintió con ganas, sonriendo como un niño al que le regalan un caramelo.

— ¿Lo prometes? — Sunghoon extendió su dedo meñique, haciendo que el pelirosa lo tomara con el suyo —. Promesa sellada, bebé.

— ¿Sabes que no tengo cuatro años, no?

— Tienes razón, tienes dos — replicó el pelinegro, mostrando dos dedos, Sunoo lo golpeó en el pecho para que dejara de molestar, y el menor lo aprisionó entre sus brazos con una carcajada.

— Tienes razón, tienes dos — replicó el pelinegro, mostrando dos dedos, Sunoo lo golpeó en el pecho para que dejara de molestar, y el menor lo aprisionó entre sus brazos con una carcajada

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