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— Minnie, no

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— Minnie, no... ¿Quién? ¿Cómo?

— Sunghoon, ¿Qué pasa? — preguntó Sunoo, que escuchaba algo de la voz de Minho por más que no estuviera en altavoz por la cercanía y el volumen del celular de su pareja — Sunghoon, ¿Qué le pasó a Felix? — vio sus ojos llenarse de lágrimas y comenzar a temblar de nuevo.

El pelinegro se levantó de la cama y salió del cuarto rápidamente, Sunoo lo quiso seguir, pero el menor le cerró la puerta en la cara antes de que pudiera salir de la habitación compartida.

— ¡Sunghoon! ¡Sunghoon abre la puerta! — Sunoo intentó golpear la puerta para que le abrieran, con los puños, a patadas, con su cuerpo...

— Minho, llama a la policía.

E-estoy con la policía ahora— dijo el pelirrojo, entre llanto, su voz rota hacia que el pecho de Sunghoon se estrujara —... Tengo un rastreo del celular de Felix y-y lo están siguiendo... Y S-Sunghoon tengo miedo...

Sunghoon sintió sus mejillas húmedas, se dió cuenta que estaba llorando.

— Minho lo siento tanto...

Creía que estarían a salvo, tantos días confinados en el departamento, sin visitas, ya habían declarado, todo lo dicho ya estaba dicho, no había vuelta atrás, no había forma que los que estaban del lado de los malos los extorsionaran con nada ya que ya lo habían hecho todo.

Fue cuando el pelinegro entendió que era todo una venganza.

Sabía que harían lo que habían hecho con Sunoo a Felix, o quizás peor, por hablar, por enviar al calabozo que se merecían los culpables de aquellos actos.

Pensó en aquellos de aquel auto que habían querido atropellarlo, aquella advertencia.

— Minnie, ¿Qué pasó?

Nos chocaron y cuando paré a hablarles s-solo.... Me atacaron a mi y otros abrieron el coche y-y... Agarraron a Lix y lo subieron a su auto... Y n-no, no pude hacer nada...

Sunoo intentaba forzar la puerta mientras gritaba por respuestas a lo que le había pasado a su mejor amigo, Sunghoon no se lo diría, no en ese momento, y si le era posible, nunca.

— L-lo siento, Minho... Tengo que colgar— no esperó respuesta, terminó la llamada y dejo el celular caer al suelo, Sunoo tenía muchísima fuerza para ser tan pequeño, y Sunghoon casi estaba por arrancar el picaporte— ¡Sunoo, basta!

El Pelinegro soltó el picaporte, la puerta del cuarto se abrió con fuerza vió al Pelirosa caer hacia atrás por el impulso de tirar que estaba haciendo.

— ¡¿Qué le pasó a Lix?! — preguntó el Pelirosa entre lágrimas, Sunghoon entró a la habitación para cerrar la puerta a sus espaldas, el menor se levantó rápidamente para querer salir de allí, posiblemente, a buscar a su amigo, aunque aquello era imposible.

Entre sus brazos notó como el cuerpo del Pelirosa temblaba de forma furiosa, y por más que estuviera gritando y peleando por salir su respiración se hacía cada vez más agitada, su vista estaba nublada por las lágrimas y sentía una opresión en el pecho al respirar.

— Sunoo, cálmate, él está bien— ni siquiera Sunghoon se creía aquella estúpida mentira, sosteniendo por los brazos con fuerza.

— ¡Se le llevaron! ¡Minho dijo que se lo llevaron!

— Sunoo...

— ¡No dejaré que lo lastimen a él también!

— ¡Sunoo! — Sunghoon tomó su rostro para que lo mirara, sus mejillas húmedas mojaron sus manos — ¡No hay nada que puedas hacer! ¡Para!

— ¡¿Y tú qué sabes?! ¡Lix es mi amigo! ¡Tengo que ir! — Sunoo intentó empujarlo lejos, con tanta fuerza que hasta le dolió, Sunghoon no dejó que el mayor lo apartará de la puerta, incluso cuando Sunoo tironeo su cabello y lo golpeó en el pecho rogando salir, cuando no pudo soportarlo más y supo que iba a necesitar ayuda lo empujó con suficiente fuerza como para dejarlo en el suelo, cerrar la puerta de la habitación y alcanzar su celular, tenía tres llamadas perdidas de aquel número oculto que sabía que era Minho, y solo continuó llorando, sintiéndose culpable y adolorido.

Escuchaba los gritos de Sunoo del otro lado, también lo escuchó entrar en pánico, lo escuchó cuando llamaba por su ayuda con la voz entrecortada por la falta de aire, y hasta cuando el pelirosa dejó de pelear para abrir la puerta y se quedó tirado en el suelo del agotamiento y el llanto.

Llamo al único que sabía que podía ayudarlo aunque sea un poco.

A los tres tonos el pelinegro atendió.

— ¿Sunghoon?

— J-Jongseong... Necesito que vengas al departamento... Ahora.

 Ahora

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