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Sunghoon era su novio

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Sunghoon era su novio.

Sunoo no sabía cómo es que estaba tan seguro de ello, pero con verlo entrar por la puerta del departamento sólo pudo pensar en lo afortunado que era de tener a alguien como Sunghoon, como su novio.

- Hola, Ddeonu - dijo el pelinegro, con su voz grave y graciosa que lo hizo reír.

- Hola, Hoonie - respondió al saludo, el menor fue hacia él para unir sus labios, al que correspondió sin miedo.

En su nueva vida, Sunoo le tenía miedo a ese tipo contacto, le traía tan malos recuerdos.

Sunoo recordaba cuando había conocido a Sunghoon, en el hospital, el mismo día que había conocido a un montón de médicos, de enfermeras, a sus amigos, y a sus padres.

Tenía tanto miedo de que lo tocaran, de que se acercarán a él, el primer día ni siquiera podía soportar que alguien entrara a su habitación, quería estar lejos de todos, quería que nadie lo mirara, quería desaparecer completamente.

Recordaba que lo había golpeado cuando quiso acercarse a él para abrazarlo, y que se había refugiado debajo de la camilla, en un rincón de la habitación, mientras él se había quedado de pié llorando en silencio, hasta que se fue.

Le tomó muchísimo tiempo dejar que se le acercara, muchos meses, pero de alguna forma, siempre se había sentido seguro con Sunghoon, a pesar de que tenía miedo, en cuanto lo vió sonreír sólo quería estar con él, todo el tiempo.

Con el tiempo lo había superado, todo ese miedo, o algo así, sólo podía sentirse a gusto estando junto a Sunghoon, sólo podía abrazarlo a él, dormir con él, recibir sus mimos y sus pequeños besos que solía dejar sobre su frente antes de ir a dormir... Solo podía confiar en él.

Por un rato se quedó pensando si en verdad, sería capaz de recibir un beso en la vida real como aquel de su sueño.

Sunghoon se notaba tan distinto, tan feliz, hablaba con encanto, hasta parecía caminar más ligero, tan relajado y sonriente, su cabello era más brillante, se veía aún más bonito de lo que ya era.

- ¿Cómo está el enano más lindo del mundo? - preguntó, con una sonrisa algo burlona.

- Estoy demasiado bueno para tí - respondió, cruzándose de brazos, intentando parecer enojado.

- Oh, lindo, me rompes el corazón - Sunghoon le hizo pucheros, llevando una mano al pecho en gesto de falso dolor, a lo que Sunoo rodó los ojos.

- ¿Cómo te fue en el trabajo?

- Bien - se encogió de hombros-. Normal, nada malo, nada muy bueno... Sólo paso ocho horas del día extrañando a mi lindo novio - suspiró de forma dramática, mientras sus manos iban a apretar sus mejillas con ternura.

- Oh, mira, yo duermo una linda siesta, compro Doritos y me los como yo solo- presumió, Sunoo nunca había necesitado trabajar, porque sus padres eran dueños de una empresa de electrónicos, y Sunghoon le recordaba que por eso él era un mimado de mierda.

- Maldito niño rico, desgraciado - dijo el pelinegro en tono indignado, se acercó a él a lado rápido, por más que Sunoo intentó alejarse el menor no lo dejó, y fue a atacarlo con cosquillas hasta quedar acorralado contra la pared, entre risas y golpes tontos intentando que lo soltara.

- ¡Sunghoon, basta!

- ¡Nunca!

- ¡Sunghoon quiero ir al baño, basta!

Con eso Sunghoon se detuvo, y lo abrazó con fuerza, dejó unos cuantos besos en su cuello, hasta sus mejillas y volvió a sus labios.

Sunoo despertó, abandonando el sueño en aquella escena, entre besos y mimos con el único chico con el que podía contar, mismo que lo abrazaba de forma protectora en la cama que estaban compartiendo.

Aquel sueño estaba tan lejos de su realidad, que ni siquiera podía pensar que algo así era posible.

Imposible que Sunghoon lo amara tanto, imposible de que aquel lindo chico fuera su novio, e imposible que él pudiera ser así.

Era imposible, ¿No? Que Sunoo estuviera tan a gusto, y que Sunghoon fuera tan feliz.

Era imposible, ¿No? Que Sunoo estuviera tan a gusto, y que Sunghoon fuera tan feliz

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