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Unos días después de conocer a Hueningkai, Sunoo pudo visitar el hospital donde estaba la tercera persona, aquella "chica N", era tan grande la privacidad que querían darle que incluso en los papales con su nombre en la puerta del cuarto solo tení...

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Unos días después de conocer a Hueningkai, Sunoo pudo visitar el hospital donde estaba la tercera persona, aquella "chica N", era tan grande la privacidad que querían darle que incluso en los papales con su nombre en la puerta del cuarto solo tenía una letra.

No le permitieron entrar a verla, pero eso Sunoo ya lo sabía, Sunghoon se tomó la molestia de explicarle cuidadosamente el porqué, pero podrían ver a su familia.

—Estoy seguro que su familia necesita tanto de apoyo como ella, Suboo—dijo Sunghoon, sabiendo que la dulzura de su novio podía aliviar algunos cuantos corazones.

Entonces aquella mañana Sunoo había comprado un perrito de peluche, y dos ramos de flores igual de bonitos y coloridos, uno se lo daría a N y otro era para la madre de N, que fue quien los recibió, una señora con los ojitos cansados de llorar y de desvelarse llamada sookyung.

Al llegar la mujer sonrió con las flores que le entregó Sunghoon.

— Sunnie quería darle estas flores porque dice que son tan bonitas como usted— dijo Sunghoon, con la mejor sonrisa encantadora que tenía, la señora se lo agradeció en voz baja, se notaba que estaba dando su mejor esfuerzo para aparentar estar bien—. Sunoo también trajo unos regalos para su hija, ¿Se los quieres dar, amor?

El pelinegro asintió y prosiguió a sentarse juntos a ella en las sillas que estaban junto a la habitación de N, la mujer se notaba tan cansada que no sabía si podría mantenerse de pie mucho rato.

—Le traje este perrito para que ella pueda abrazar cuando duerma, abrazar a Sunghoon me ayuda a dormir pero no puedo dárselo, él es mío y lo quiero mucho — dijo, haciendo reír a los otros dos presentes—. También le traje flores, tiene una carta de mi para ella, me gustaría que se la lea en cuanto pueda, y si quiere contestarme también me haría muy feliz, y podemos ser amigos por carta.

Sookyung sonreía con ternura por la dulce voz del Pelirosa, tomó el ramo que sería para su hija para leer la carta, que Sunoo había escrito con mucho esfuerzo, su letra era algo infantil y desordenada, pero se notaba que intentaba ser prolijo:

"¡Hola! soy Sunoo, es un gusto conocerte, te he traído estás flores para que te sientas como en tu casa, porque una linda flor como tú merece estar entre más flores bonitas.

Lamento lo que pasaste, en serio lo siento, recuerda que no fue tu culpa, que no te lo merecías, que las acciones horribles de otros sobre tí no te hacen menos, sigues siendo hermosa y muy valiosa, yo pasé por lo mismo y te entiendo, será difícil seguir, pero puedes hacerlo, si yo lo hice, ¿Por qué tú no? Sé que también puedes hacerlo.

Eres más que lo que te ha ocurrido, eres las personas que te aman, las que te cuidan y las que vas a conocer, eres las flores, la vida y la libertad, por favor mira el lado brillante, que es más hermoso cegarse por el brillo sol que mantener los ojos cerrados.

Si quieres un amigo para hablar aquí estoy, cuídate y hazle caso a los médicos y a quienes quieren ayudarte, y será todo más fácil.

Te quiero, Sunnie".

La mujer no dejaba de llorar y abrazó el pelirosa, quien la dejó descargarse mientras la abrazaba de regreso.

Sunghoon sentía una mezcla de orgullo y tristeza, porque su pequeño Sunoo que había pasado por tanto dolor, muchas veces solo, muchas veces con él, ahora usaba su recuperación y experiencia para consolar y ayudar a otros.

Sookyung pasó fácil quince minutos llorando, ninguno de los dos dijo nada y solo se quedaron a su lado, incluso una enfermera que pasaba fue a buscarle un vaso de agua, que al final Sunghoon terminó sosteniendo todo el rato hasta la mujer se sintió mejor.

No pasaron mucho más tiempo allí, la mujer no tenía palabras, pero los agradeció con todo el corazón.

Esa misma noche volvieron al hospital por dos minutos, para llevarle comida, ya que suponían que no estaba comiendo muy bien, así que un poco de kimbap y una sopa caliente le dieron la tercera alegría del día, la primera había sido su visita.

La segunda era la mejor noticia de todas:

— Los médicos ya le quitaron la medicación del coma, esperan que pueda despertar mañana — dijo la mujer, con una sonrisa —. Espero que no sea tan malo cuando despierte.

— Es difícil— dijo Sunghoon, recordando la primera vez que había visitado a Sunoo en el hospital, luego de despertar—. Pero recuerde que es necesario, es necesario llorar, y ella se va a sentir muy mal, pero es necesario que saque ese dolor que siente para que pueda estar bien— dijo el Pelinegro, fue uno de los primeros consejos que le dijo Jongseong cuando Sunoo fue a vivir con él y este lloraba a cada rato —. Va a estar muy confundida y adolorida, pero va a mejorar, solo dele tiempo y paciencia — añadió, también, palabras de su psicólogo—. Y cualquier cosa en que podamos ayudarle, no dude en decirnos.

La mujer le volvió a agradecer, y Sunghoon se retiró del hospital, para comprar helado y regresar a su casa, dónde su lindo esposo lo debía estar esperando impaciente por el postre y con un puchero en sus besables labios.

La mujer le volvió a agradecer, y Sunghoon se retiró del hospital, para comprar helado y regresar a su casa, dónde su lindo esposo lo debía estar esperando impaciente por el postre y con un puchero en sus besables labios

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