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Lee Felix no había sufrido lesiones de ningún tipo, cosa que no era el caso de Lee Minho

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Lee Felix no había sufrido lesiones de ningún tipo, cosa que no era el caso de Lee Minho.

Un coche gris los había seguido un buen rato, sin que ninguno de los dos lo notara, en un semáforo, aquel auto a sus espaldas golpeó el parachoques trasero, pensando que era solo un descuido por no haber visto el semáforo en rojo, Minho frenó su coche, el coche gris se quedó en su lugar.

Sin sospechar nada malo el pelirrojo bajó para ver los daños y arreglar con el otro para los datos del seguro, ya que el golpe había sido lo suficientemente fuerte como para dejar una marca.

Supo que algo andaba mal cuando de aquel auto se bajaron cuatro personas, y dos fueron hacia él, con sus rostros cubiertos, y el primer golpe que recibió fue en su barbilla, haciéndolo caer hacia atrás.

Intento apoyarse en el auto, pero el segundo golpe sobre su rostro lo dejo en el suelo, indefenso de las patadas que casi lo hicieron perder el conocimiento, lo único que lo mantenía despierto era la voz de Felix llamándolo.

Y cuando todo se detuvo, incluso los golpes, el auto gris arrancó a toda velocidad.

Casi parecía un chiste, a plena luz del día, mediodía en la cuidad llena de gente, un grupo de desconocidos llegaban para robarte lo que más amabas y se iban.

Minho se levantó si tiendose mareado por los golpes, unas personas fueron a ayudarlo, escuchó a alguien decir que ya habían llamado a la policía, y en su mente solo podía pensar en Felix.

—Caballero, ¿Me escucha? — vionel traje de policía azul frente a él, la joven mujer rubia movía su mano frente a sus ojos para que reaccionara—. Jóven, ¿Me escucha?

Sacó su celular para ver la aplicación que compartía con él, para ver la ubicación en tiempo real del otro en todo momento, lo vio en movimiento, vió que Felix tenía su celular encima.

— Lix... — mostró la pantalla a la mujer, los ojos de la oficial se abrieron en grande —. Busquenlo por favor...

La mujer tomó el celular del pelirrojo, y con su mano libre el radio de policía, comunicando que tenían la localización del secuestrado, nombrando calles y la velocidad a la que viajaba.

Aún llorando, se acercó alguien más, quien le ofreció su teléfono para llamar a alguien, y el único número de quién pudo acordarse en aquel momento era el de Sunghoon, tanto lo había memorizado porque Felix siempre pedía llamarlo para ir a ver a Sunoo.

Felix...

— Hoon...

No encontró confort en aquella llamada con su amigo tampoco, por el contrario, solo lo hicieron sentir peor, su amigo tampoco podía ayudarlo y solo se dedicó a llorar asustado.

Felix...

Si algo le pasaba a Felix iba a romper todo, quemaría todo, no le importaba.

Cuando llegó la ambulancia se negó a subir, no iría a ningún lado sin Felix, lo esperaría.

Dijeron algo que tenían que ver cómo se encontraba, que su nariz estaba sangrando y tenían que desinfectar la herida en su rostro, Minho no quería irse de allí sin su amor.

La calle estaba cortada, la gente lo estaría odiando por el embotellamiento, a Minho no le importaba ninguno de ellos.

— Los tienen — dijo uno de los oficiales, que se acercó a él—. Los tienen rodeados.

— Lo llevarán directo al hospital en cuanto lo atrapen, debes ir con ellos— le dijo otro oficial.

— S-solo quiero que esté bien... — murmuró.

— Lo sabrás en el hospital, a él también lo llevaran allí, ve a esperarlo.

Solo por ello se subió a la ambulancia, se dejó curar mientras esperaba, en el viaje iba tan inquieto que una enfermera le ofreció un calmante pero él se negó de forma contundente.

Nada podía calmarlo, solo Felix, quién era lo único que podía pensar ahora.

En los veinte minutos que tardo en llegar al hospital recibió la noticia que más quería: Felix estaba con la policía, sano y salvo, y los cinco que lo había querido llevárselo estaban detenidos.

Volvió a llorar de alivio, se dejó revisar, no había fracturas, unos golpes, un par de cortes leves que se curarían solos, le dieron huelo y le vendaron un poco el corte en su ceja, y una vez al llegar lo dejaron esperando en la sala de espera.

En el hospital recibió otra noticia: Sunghoon y Sunoo iban camino hacia allá, pero no especialmente para hacerle compañía.

Los vió entrar a ambos en camillas separadas, dejados en habitaciones separadas, los dos inconscientes.

Muy confundido y con ganas de llorar, sentía que estaba por romperse si no recibía un abrazo, esperó sentado en una silla incómoda, hasta que unos pasos tranquilos se acercaron a él y se sentaron a su lado.

— ¿Lee Minho, verdad? — preguntó el pelinegro a su lado, el desconocido extendió su mano hacia él —. Park Jongseong, soy el psicólogo de Sunghoon y de Sunoo, ¿Necesitas hablar de algo? Estoy para escucharte— los gatunos y oscuros ojos de aquel hombre le dieron ganas de llorar, y no se pudo contener.

— Necesito a Felix... — fue todo lo que dijo, apenas unos minutos antes una enfermera le había dicho que el menor estaba camino hacia allí, que no tenía ni un razguño.

— Lo sé, él estará bien, es muy afortunado, no por esto, sino por tener a alguien como tú qué lo quiera tanto, Minho.

— Yo... Lo amo.

— ¿Se lo has dicho?

— Nunca se lo digo lo suficiente.

— Estoy seguro que él lo sabe — dijo Jongseong, con una sonrisa amable—. Sé que lo que has pasado es muy fuerte y estás muy nervioso ahora, es muy injusto y repentino lo ocurrido, Minho, pero todo mejorará.

Minho no dijo nada más y el pelinegro dejó el bolso que llevaba en el suelo, abriendo sus brazos un poco por si el pelirrojo necesitaba un abrazo, cosa que no rechazó, casi al borde del llanto, pero quería contenerse con aquel apenas conocido, y se hubiera quedado largo rato en el abrazo, pero una enfermera del lugar se acercó a él para decirle que ya podía ver a Felix, quién estaba en una habitación privada luego de la revisión que tuvieron que hacer los médicos.

Al entrar al cuarto Felix fue directo hacia él para abrazarlo, Minho lo apretó con fuerza contra sí, el menor comenzó a llorar y a temblar casi de inmediato, mientras balbuceaba palabras de las cuales Minho solo entendía un par, como "Perdón" y "Miedo".

— No es tu culpa, Lix, no es tu culpa... Nunca va a ser tu culpa, amor, está bien, ahora está todo bien, ya pasó... — Minho lo consoló con las mejores palabras que tenía, aunque no tenía muchas en aquel momento, repitiendo lo mismo hasta que Felix dejó de hablar y solo asentía a todo lo que el pelirrojo decía, finalizando con el mayor dejando besos sobre su cabeza mientras Lix se escondía en su hombro.

 — Minho lo consoló con las mejores palabras que tenía, aunque no tenía muchas en aquel momento, repitiendo lo mismo hasta que Felix dejó de hablar y solo asentía a todo lo que el pelirrojo decía, finalizando con el mayor dejando besos sobre su ca...

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