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— ¿Sunoo? — sus ojitos se abrieron demás con preocupación, se levantó de la cama con rapidez y cierta torpeza por el sueño, tropezando levemente con las sábanas — ¡Sunoo!   Salió apresuradamente del cuarto, fue a buscarlo a su viejo dormitorio por...

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— ¿Sunoo? — sus ojitos se abrieron demás con preocupación, se levantó de la cama con rapidez y cierta torpeza por el sueño, tropezando levemente con las sábanas — ¡Sunoo!
 
Salió apresuradamente del cuarto, fue a buscarlo a su viejo dormitorio por costumbre, al abrir la puerta estaba todo igual que siempre, con un par de cajas con cosas y unas sábanas dobladas sobre los pies de la cama, ya que no la estaban usando recientemente.
 
— ¡Sunoo! ¡Bebé!
 
Se volvió hacia el pasillo, para tocar la puerta del baño con insistencia.
 
— ¡Ddeonu!
 
— ¡Sunghoon estoy aquí!
 
Escuchó aquella voz gritar a sus espaldas, el pelirosa tomaba su brazo con fuerza entre sus manitas.

— No te escuché... L-lo siento— murmuró él pelinegro, unas cuantas lágrimas se retenían en sus ojos, fue suavemente hacia él para abrazarlo, Sunoo dejó leves mimos sobre su largo cabello pelinegro, ya llegaba por debajo de su mandíbula y se enrredaba un poco en las puntas.
 
— Deberías cortarte un poco el cabello, Sunghoonie — comentó Sunoo —. Podría cortartelo yo esta vez — añadió, ya que Sunghoon era quien le cortaba el cabello a él, había tenido que aprender a hacerlo debido a que no soportaba un extraño toqueteando cerca de él con unas afiladas tijeras.
 
Sunghoon rió levemente, y negó, para separarse de él, fue cuando notó su ropa, con unos jeans holgados y un suéter rosa enorme que le quedaba hermoso, llevaba una pequeña mochila que seguro había encontrado al revisar entre sus cosas viejas.
 
— ¿Vas a algún lado?— preguntó el menor.
 
— Voy a salir con Fefi y Min.
 
La sonrisa de Sunghoon recayó.
 
— Pero... Ya estuviste con ellos el otro día.

— Ya sé pero Fefi me dijo que salieron a caminar y estaban cerca de aquí, y me ofrecieron ir con ellos — dijo, hablando con rapidez y algo nervioso.
 
— ¿Cuándo te dijo eso? — preguntó Sunghoon, frunciendo el ceño.
 
Sunoo tardó un momento en inventar una excusa, hasta que luego de unos segundos de titubear habló.
 
— Llamaron a tu teléfono pero estabas dormido y no quería despertarte así que yo atendí.
 
— Ajá— Sunghoon suspiró y asintió —. Bien, ¿Me esperas un rato y voy contigo?
 
— ¡No! — Sunghoon se sorprendió por aquel grito —. Lo siento... Pero sólo yo estoy invitando, y... Tengo que ir, están esperando abajo.
 
Sunoo se apartó de él y fue hacia la puerta.
 
— Ddeonu, ¿Qué día es hoy? — preguntó el menor, mirándolo desde el umbral del pasillo.
 
Sunoo lo pensó un rato.

— Jueves — respondió.
 
Sunghoon sonrió con algo de decepción.
 
— Si, es jueves— murmuró, asintiendo—. Mándale saludos a los chicos.
 
— ¡De acuerdo! ¡Adiós! — fue lo último que dijo antes de salir del departamento y cerrar la puerta a sus espaldas, dejando al joven con el corazón algo roto y decepcionado, de que no pudiera recordar una fecha tan especial para él, y que lo dejara solo a la primera invitación que le llegara.
 
"Ni siquiera un 'te amo'..." Pensó, apretando sus labios en una mueca, por más que se sentía triste en alguna medida, ese gran vacío estaba en su pecho era aún más grande que su tristeza, y tenía unas extrañas ganas de llorar pero no tenía lágrimas.
 
Tampoco tenía fuerzas para ir a desayunar, normalmente se despertaba con mucha hambre, ya que era de comer bastante, pero las últimas semanas había perdido el apetito, y un desayuno menos no iba a hacer diferencia.
 
Así que solo se acostó en la cama a mirar
al techo, sin pensar nada realmente, y solo esperando a que Sunoo volviera, o que volviera a dormirse, pero para su mala suerte, ninguna de esas cosas sucedieron.
 
Llamó a Minho más veces de las que pudo contar, y todas esas veces, Sunoo estaba demasiado ocupado con Felix para hablar.
 
Ya a las seis de la tarde, sin comer nada en todo el día, y demasiado cansado, decidió dejar el departamento, y solo por si acaso, escribió una breve nota por si Sunoo regresaba y no lo encontraba.
 
— De cualquier forma, no creo que le importe... Si ya estuve solo todo el día— murmuró para si mismo, y cuando se puso a pensar, se dio cuenta que quizás estaba solo desde hacía mucho más tiempo, porque había pasado tanto tiempo sintiéndose sin compañía, que estaba acostumbrado.
 
Y ya no quería sentirse solo.

  Y ya no quería sentirse solo

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