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Cuando Sunghoon llegó al departamento luego de su cita con el psicólogo, escuchó los pasitos apresurados de Sunoo, viniendo desde el cuarto, para recibirlo con un abrazo

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Cuando Sunghoon llegó al departamento luego de su cita con el psicólogo, escuchó los pasitos apresurados de Sunoo, viniendo desde el cuarto, para recibirlo con un abrazo.

De inmediato comenzó a hacer un montón de preguntas, de como le había ido, de qué había pasado, como estaba Jongseong y como estaba él.

Sunghoon solo sonrió, algo cansado luego de llorar y recordar cosas horribles por una hora,  y negó levemente.

— No fue nada muy importante, Sunoo... Todo bien — dijo el pelinegro.

Sunoo notó el tono rojizo que había debajo de sus ojos, esas pequeñas razpaduras de frotar y llorar.

Hizo un leve puchero y acercó sus manos a sus mejillas, frotando debajo de sus ojitos pelinegro, cálidos y llenos de brillos.

Sunoo sabía que había llorado, y eso no le gustaba mucho, porque Sunghoon era muy bonito como para llorar.

— Estoy muy orgulloso de ti— murmuró Sunoo, dejando a Sunghoon un poco atónito, su tono de voz había sido tan tranquilo y dulce—. Eres muy valiente, Sunghoon.

A Sunoo le gustaba mucho cuando, luego de una visita al médico, una salida obligatoria, cuando debía hacer algo y lo cumplía... Sunghoon siempre estaba allí para decirle lo mismo, que lo había hecho excelente, que era un chico perfecto, que estaba orgulloso de él y que era valiente... Entre muchas cosas, quería decirle lo mismo al pelinegro porque él también se lo merecía, porque sabía todos los esfuerzos que hacía por ambos y eso lo hacía sentir muy bien.

El pelinegro no pudo responder nada, solo sonrió con honestidad, sintiéndose tan reconfortado por unas pocas palabras, de su persona favorita.

Rodeó su cintura con sus brazos y hundió el rostro en su cuello, dándole a Sunoo unas pequeñas cosquillas, aspiró su olor corporal, Sunoo olía a bebé, solía usar shampoo y crema para bebé, dejando un aroma medio dulce y limpio, que daba aún más ternura y ganas de abrazarlo.

Sunoo correspondió el abrazo sin dudar un segundo, porque le encantaba cuando Sunghoon lo abrazaba de esa forma, tan firme, tan cercano... Lo sentía tan familiar y tan seguro.

— ¿Me extrañaste mucho? — preguntó el pelinegro.

— Sabía que estabas en un buen lugar, y que te estaban ayudando así que no te extrañé tanto... Pero sí, un poco— admitió el pelirosa — ¿Tú me extrañaste?

— Yo siempre te extraño— respondió el menor, se separó un momento para verlo a los ojos, antes de dar un pequeño beso en sus labios, luego de este Sunoo insistió por un beso más duradero, y estuvieron largo rato compartiendo pequeños besos, hasta que el calor de sus rostros los hizo detenerse.

Sunoo, con sus pequeños besos, con su inmensa ternura y cariño, con todo su amor... Era el mejor consuelo que Sunghoon podía pedir luego de perder a su Sunoo.

 Era el mejor consuelo que Sunghoon podía pedir luego de perder a su Sunoo

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