12. Yo también te extrañé

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Soleil

Cuando me enteré que Lukas así como los demás miembros de su club estaban siendo acusados por la directora de haber causado el caos en la ceremonia, dejé a un lado ese pensamiento de que tal vez debería seguir evitándolo por más tiempo, y en cuanto salí de la enfermería— ya que me había caído un poco de polvo picapica en las manos;— decidí ir a buscarlo para darle mi apoyo y decirle que no importaba lo que dijeran, yo sabía que él no había sido y que si lo necesitaba, iría a contactar a sus padres o a su tía Caroline para que lo ayudaran.

Aunque no fue necesario, ya que cuando me lo encontré, él estaba con su papá Matthew platicando cómodamente. De modo que me tranquilicé, porque sabía que aun sin decirme, ya se había arreglado ese problema.


—Te extrañé mucho, Soleil — me había dicho al oído una vez que él y yo estuvimos solos. De modo que fue inevitable sentir mi corazón latir a mil por hora, percibir que mis mejillas estaban un poco calientes y tener miedo de que se diera cuenta de que esas cuatro palabras me habían emocionado a tal punto de que fue tan difícil ocultar mi sonrisa en el rostro.

Le regresé el abrazo con fuerza; y sintiéndome tan culpable por haberlo evitado dándole excusas estúpidas así como mentiras, le dije en un susurro lo suficientemente fuerte para que él me escuchara: — Yo también te extrañé.

Sin verlo, sabía que su sonrisa se había agrandado; porque al igual que yo, el simple hecho de saber que nos extrañamos era la suficiente prueba de que nada había cambiado entre los dos. Que seguíamos siendo esos dos niños de 8 años que se convirtieron en mejores amigos. Y que a pesar de las largas vacaciones de invierno que pasamos sin vernos, seguía esa conexión entre los dos que nada ni nadie nunca rompería.

No importaba lo cuán enamorado que estaba de él y lo mucho que me dolía que él no sintiera lo mismo, si había aguantado todo este tiempo estar en ese estado es porque él era especial y diferente a alguien que yo había conocido a temprana edad.

Simplemente por ser el niño que me aceptó tal y como soy, sin importar el hecho de que no puedo expresarme con el rostro.

Por ser el primer brujo de mi edad que no me hizo sentir menos por ser una criatura mágica.

Por hacerme sentir seguro cuando está cerca de mí.

Por apreciarme como amigo y protegerme de seres crueles, aunque a veces dudo si está bien hacer eso.

Por conocerme mejor que nadie.

Esto y más era por lo que él era especial y por lo que entiendo por qué fue inevitable quererlo más que un amigo.

No sé por cuánto tiempo nos abrazamos, hasta que él rompió el abrazo y me preguntó: — no te lastimaste debido a una de esas bolitas de arcoíris ¿verdad?

—Mhn... Pues... — le enseñé el dorso y los dedos de mis manos, los cuales tenían la piel un poco rojiza debido a la irritación. — Fui descuidada y me cayó un poco de polvo picapica en las manos.

Rápidamente tomó mis manos y las examinó con preocupación.

—¿Ya fuiste a la enfermería?

— Sí, me untaron una pomada muy efectiva. La ayudante de la Sanadora me dijo que al medio día la irritación ya se habrá ido por completo — lo tranquilicé.

—Eso es bueno— suspiró aliviado.

—En realidad, pude haber perdido la vista por dos días de no ser porque reconocí que esas esferas eran esas bolitas de arcoíris que me mencionaste una vez. Por lo que cerré los ojos al igual que mi prima y rápidamente nos refugiamos adentro de uno de los edificios — le comenté. —Aunque si me cayeron unas gotas de pintura en la mejilla.

Después del Ocaso (Gay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora