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=Parte 2=
Soleil

—Soleil... — Pronunció Lukas una vez que separé mis labios de los suyos. Me miraba sin comprender qué estaba pasando.

Se veía tan perdido como yo, pero aun así me había correspondido el beso.

—Lukas, tú también me gustas. — Lo interrumpí sintiéndome invencible, pero a la vez tan feliz que solté algunas lágrimas de mis ojos. — En serio me gustas. Yo también estoy enamorado de ti.

—¿También?— preguntó mientras soltaba una risotada y ponía su mano en mi mejilla. — No estoy soñando ¿verdad?

Negué con la cabeza y le di una gran sonrisa convencido cada vez más que esto era la realidad. —No lo creo, o al menos eso pienso.

Dejando salir unas lágrimas más, me dio un beso en la frente y me abrazó. Yo le regresé el abrazo.

—Estoy taaan feliz que mi corazón está latiendo muy fuerte.

Mi sonrisa se agrandó más porque decía la verdad. Aunque no estaba seguro si los latidos que estaba escuchando eran los suyos o los míos.

—El mío también.

Se separó un poco de mí para poner sus manos en mi cintura y recargar su frente con la mía.

—¿Puedo besarte?— Sus labios estaban a centímetros de los míos mientras veía fijamente mis ojos y mis labios. Sentí mis orejas y mejillas calientes. Estaba cohibido porque todo era nuevo tanto la cercanía en la que estábamos ya que jamás habíamos estado así de cerca como la forma en que me miraba entre coqueteo y ternura.

Esto sin duda me gustaba porque me estaba mirando, en realidad me estaba mirando. No a un brujo o una bruja. Sólo a mí a pesar de sólo ser un simple Hipnosommus.

—Si quieres besarme puedes hacerlo. —Le respondí mientras ponía mis manos en sus hombros. — No tienes que pedirme permiso.

Una gran sonrisa se formó en su atractivo rostro y sin más, lentamente acercó sus labios a los míos hasta que volvimos a besarnos. Mi piel se erizó, mi corazón latió con fuerza y en mi estómago sólo pude sentir esas mariposas de las que todo el mundo habla al estar enamorado.

Sus labios eran suaves y se sentía bien poder tocarlos con los míos ya que me hacían sentir que flotaba en las nubes. Y aunque me gustaba que fuera un beso gentil e inocente, pronto tuve la urgencia de poder moverlos con los suyos. Él debió sentir lo mismo, por lo que ambos empezamos a mover nuestros labios en sincronía hasta que se atrevió a meter su lengua en mi boca. El beso se volvió profundo y poco a poco en una necesidad, de modo que estuvimos besándonos hasta que sentí mis labios hinchados y él decidió separar sus labios de los míos.

Mi respiración estaba agitada y la de él también. Me volvió a dar un pequeño beso en los labios y después pronunció con una voz gruesa y atrayente al mismo tiempo: –si es cierto que caer en los encantos de un Hipnosommus es la perdición, entonces... Sé mi perdición, Soleil.

Al escuchar sus palabras, sentí mi rostro completamente caliente. —¡Estás loco! — Lo regañé inmediatamente por palabras tan atrevidas, pero que sin duda me gustaron escuchar.

Entonces, sin esperarlo, sujetándome de la cintura me levantó e hizo que pusiera mis piernas alrededor de la suya y mis manos alrededor de su cuello.

—Pero si eso ya lo sabías — me respondió.— Amo saber sobre cómo son y cómo funcionan los inventos humanos. Desde niño he tenido el pasatiempo de encontrarlos y usarlos — me dio una sonrisa burlona. — ¡Por supuesto que estoy loco!

Después del Ocaso (Gay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora