52. 4 años después

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22 años

Soleil

—Solecito, necesito confesarte algo.  — Lukas me preguntó al oído mientras mordía ligeramente mi oreja y sus brazos estaban alrededor de mi cintura. Me encontraba en mi forma masculina.

Ambos nos encontrábamos en una tina de baño, sumergidos en agua tibia y llena de pétalos de rosas. Él sentado detrás de mí.

— ¿Qué pasa? — le pregunté.

—Te amo. Te amo muchísimo — me dio varios besos en mi mejilla y cuello, haciéndome reír ligeramente.

—Pero eso no es secreto. Yo ya lo sé. — Alcé la mirada y le planté un beso suave en los labios.

—Sí, pero ¿sabes cuánto te amo? Te amo tanto que si no estoy creando nuevas pociones en el laboratorio, eres en lo único en que pienso. — Me dio un beso en la frente—. Te amo tanto que todos los días al despertar, creo que me enamoro otra vez de ti con sólo ver tu rostro dormido. Te amo tanto que no me da pena decirle al mundo que eres mi dulce perdición y que por ello, haría cualquier cosa por ti. Incluso matar.

Rio de nuevo.

— ¡Es en serio lo que digo! — me dijo divertido—. Haría cualquier cosa por ti ¡porque te amo! Y porque te amo, anhelo que la familia que tú y yo ya somos, se haga más grande pronto.

Me callé de repente y lo miré sorprendido.

— Eso... ¿Significa que ya quieres que tengamos hijos?

Puso su barbilla en mi hombro.

—¿Estoy apresurando las cosas?— cuestionó inseguro.

Negué con la cabeza, regalándole una gran sonrisa. Emocionado.

—¡Para nada! Económicamente estábamos bien y ya llevamos dos años de estar unidos ante ambos mundos. Creo que ya es momento.

—¿Sí? — Sus ojos brillaron felices, de que yo estuviera de acuerdo.

—Sí. —Volví a besarlo, pero esta vez con pasión. Sintiéndome la criatura mágica más feliz del mundo. Pues era cuestión de tiempo para que el amor de mi vida y yo, tuviéramos a nuestro primer bebé.


Mi rostro ya estaba empapado de lágrimas en el momento que desperté del trance. Sintiendo la habitual presión en el pecho y el nudo en la garganta. Tomé la playera de Lukas que posaba en mi pecho y me aferré a ella mientras hacía posición fetal.

—Familia... —Susurré con dificultad mientras suspiraba la esencia de él que aún quedaba en esa prenda suya—. En este momento, estaríamos preparándonos para ser padres.

Al saber el hermoso destino que me esperaba con él, provocó que riera de felicidad; pero pronto esas risas se convirtieron en dolorosos sollozos, causados por la incertidumbre y mi corazón dolido de sentirme tan solo y vacío desde que él desapareció.

Aun así, le agradecía a la Madre Naturaleza de seguir teniendo estas visiones sobre él y yo, construyendo esa vida juntos que nos llegamos a prometer. Pues, mi constante miedo antes de entrar en el trance era despertar y de la nada, ya no sentir nada por él. O peor aún, que Lukas ya no sintiera lo mismo que yo.

Por ello, no importaba lo mucho que me afectaba ver esas visiones de nosotros dos, las prefería a ya no tenerlas.

Una vez que me recuperé del trance, volví a mi forma masculina, me lavé la cara, me puse una muda de ropa y bajé a la cocina. Como era costumbre, mis padres no me preguntaron sobre mis ojos hinchados porque sabían la razón de ellos, y dejaron que ayudara con el desayuno.

Después del Ocaso (Gay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora