46. Una profecía

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Lukas

—¿Te encuentras bien? — le pregunté en un susurro a May, al darme cuenta que ya había dos veces que quería tocarse la cara con una expresión de dolor.

—Claro— me volteó a ver con una sonrisa. — ¿Por qué no lo estaría? — volvió a ver su hoja y siguió escribiendo lo que explicaba el profesor de las flores aromáticas.

La miré tratando de descifrar qué era lo que le estaba pasando porque aunque no pareciera, me estaba mintiendo. Fue entonces que algo en su barbilla captó mi atención. Pues aunque era casi imperceptible, siendo alguien que sabía cómo usarlas y las usó por mucho tiempo, supe que May estaba usando una máscara oculta-problemas.

Fruncí el ceño pero no dije nada, y seguí escribiendo.

Al toque, la clase había terminado y debido a una reunión de profesores, podíamos irnos a casa o ir a ver la competencia de natación y el juego de Magique ball que se realizaría entre criaturas mágicas. 

Tomé la mano de May e hice que me acompañara hasta la bodega del conserje donde afortunadamente no había nadie y entramos.

— Creo que se te está haciendo una costumbre que nos vayamos a lugares solitarios. — Me dijo con mofa y la vi seriamente.— A este paso, vas a hacer que se malinterpreten las cosas y piensen cosas que no sobre nosotros — soltó una risa para ocultar su nerviosismo. Era consciente de lo que iba a preguntarle.

— ¿Por qué estás usando esa máscara? — pregunté directamente.

—Porque tengo muchas ojeras. Últimamente no he dormido mucho por estar leyendo novelas románticas, eso es todo — siguió sonriendo fingiendo no entender el problema.

—No mientas.

—No estoy mintiendo. Te estoy diciendo la verdad.

Acerqué un poco mi rostro al suyo y la miré directamente a los ojos.

— Por mucho que estés cansada y con ojeras, jamás te ha interesado usarlas. Entonces ¿por qué ahora sí?  ¿Qué estás escondiendo?

Me sostuvo la mirada por un momento hasta que soltó un suspiro.

—Está bien... Te lo diré, pero tienes que prometerme que no le dirás a nadie y fingirás que no sabes nada.

Arrugué mi frente.

¿Tan serio era?

—Prométemelo. — Volvió a repetir viéndome seriamente. A lo que yo asentí lentamente.

—Lo prometo.

Volvió a suspirar y poniendo su dedo índice en un extremo de la máscara, dio dos golpecitos en ella para después pronunciar "Clavel".

Entonces, poco a poco la máscara empezó a desintegrarse en forma de humo hasta que su verdadero rostro estuvo expuesto.

—¡Pero qué...! — Exclamé en shock, al ver que su ojo izquierdo estaba un poco hinchado y con un gran hematoma alrededor de él. Pero no sólo eso, tenía la mejilla izquierda roja y el labio partido. — ¡¿Quién te hizo esto, May?! ¡¿Quién fue?!

Miró al suelo, avergonzada de ello.

—No es para tanto...

—¡Qué no es para tanto? — alcé más la voz sin pensarlo. — ¡¿Te has visto en un espejo?! — pregunté alterado.

No me respondió.

—No... tenemos que llevarte a la enfermería ahora mismo y luego decirle a la directora y a tus padres sobre esto. — Tomé su mano, pero ella rápidamente la apartó de mí.

Después del Ocaso (Gay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora