4. Abrir mi corazón

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Soleil

— Todo está bien con él. — Le dijo la vieja bruja sanadora de luz a mi madre. Una señora de más de 70 años, de cabello blanco a excepción de unos mechones rubios, ojos marrones y delgada. — Sus signos vitales, su cuerpo en general y su magia se encuentran bien. Es un niño de 8 años realmente fuerte y sano.

—Si es así, explíqueme por qué todavía no es capaz de expresar sus emociones en su rostro. —Le pidió mi mamá. —Usted me dijo que al crecer podría hacerlo ¿acaso me mintió?

—Claro que no Amelia. Sé que lo hará.

—Pero ¿hasta cuándo?— le preguntó desesperada y me sentí mal por lo que había hecho para que mi mamá se pusiera así.

Como había dicho, tengo un problema. No puedo expresar mis emociones en el rostro. Algo que me ha causado mucho conflicto desde que tengo memoria y provocado que me sienta un fenómeno de mi especie.

Los niños me consideraban un raro por eso, y otros me tenían miedo por lo que era difícil tener una plática con alguien más que no fuera de mi familia. Me hacían sentir mal por mi condición y aunque mis seres queridos me animaban, era inevitable no pensar que tal vez en mi vida pasada algo muy malo debía haber hecho para que La Madre Naturaleza me castigara así.

Entonces, un día escuché a un grupo de niños decir que era un niño sin emociones que seguramente no sentiría nada si me lastimaba en una parte de mi cuerpo o me quemaba la piel ya que no parecía que nada me afectara.

Ante esa curiosidad y molestia por el hecho de que crean que no puedo sentir el dolor, al llegar a mi casa tomé sin permiso la navaja favorita de mi hermano, me encerré en el baño y enfrente del espejo, me la enterré en la muñeca con fuerza sacándome sangre.

Dolió y ardió hacer eso, pero estaba bien, podía soportarlo si comprobaba que podía expresarlo en mi rostro. Sin embargo, al verme en el espejo mientras la sangre resbalaba por mi muñeca y mano; y caía en el piso, sintiendo mi piel punzar... Mi rostro seguía frío y serio como si no me hubiera clavado una navaja hace unos segundos.

Eso me asustó, por lo que sin pensarlo me hice varios cortes en el brazo, pero aunque dolía horriblemente, no solté ninguna lágrima y mi rostro seguía serio.

Eres un fenómeno me dije a mi mismo. Ellos tienen razón, das miedo.

Ante tal verdad, sentí terror de mi mismo por primera vez y cuando mi mamá me vio con esos cortes, se asustó mucho; pero lo hizo más cuando le dije la razón del porqué lo había hecho.

Fue por ello que fuimos a ver a esa bruja sanadora y una vez que me curó completamente mis heridas y me dio una pastilla que haría que mi cuerpo reprodujera sangre de manera rápida para recuperar la que había perdido, mi madre aprovechó para hablar sobre mi condición.

—Eso es sólo algo que Soleil sabrá.

—¿Yo señora Abby? — la miré sin comprender. — ¿Cómo sabré cuándo? Si ni siquiera sé cómo intentarlo. Por favor dígame. Yo solo quiero ser normal como los demás.

Me dio una cálida sonrisa mostrando más las arrugas de su rostro. — Pero si tú ya eres normal.

—No es cierto. Si lo fuera, podría llorar, reír y enojarme como los demás.

— El hecho de que tardarás más que los otros en expresarte mediante tu rostro, no quiere decir que no seas normal. Sientes al igual que todos, por ello no eres diferente ni mucho menos un fenómeno.

—Pero... ¿Por qué yo? ¿Por qué me es difícil expresarme? — pronuncié en voz baja, sintiendo un profundo dolor en el pecho.

—Oh, pequeño. Eso es porque "Bloqueaste tu corazón en tu vida pasada"

Después del Ocaso (Gay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora