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L E N A L U T H O R

Después de dejar a Jazz con Kara me dirigí a L-Corp como lo venía haciendo durante las tres semanas que conozco a esa patética, tenía programada tres reuniones importantes con varios inversionistas.

Sam, mi directora y mejor amiga tecleaba velozmente redactando los últimos detalles para la junta. Un mal presentimiento me abordó, han pasado cosas turbias con Global Edge pero debía ser optimista con respecto a estas situaciones y verle el lado bueno.

Ese imbécil sexista, machista y narcisista me declaró públicamente la guerra delante de docenas de periodistas que no esperaron para armar un tsunami de una minúscula gota de agua.

— Saldrá bien, Sam.

— Lo sé, pero me gusta que todo esté perfecto.

Sonreí de lado, esa mujer merece que le aumente el salario si logramos cerrar el contrato con Japón y Rusia. Me senté en mi silla giratoria lista para revisar los avances del nuevo medicamento que mata un 98% de las células cancerígenas me interrumpió una Sam bastante fastidiada.

— Una periodista afirma que Jimmy te engaña.

— Esa mujer está colmando mi paciencia.

Cyntia Wills era la reportera más chismosa e irritante de National City, no entiendo cómo Cat llegó a contratarla si lo único que hace es inventar estupideces para tapar su incompetencia.

— Que rubia tan bonita.

Apreté mis puños enojada: ¿Qué pasa contigo, Sam? no, nadie puede decirle rubia bonita. Kara es hermosa, algo patética pero hermosa y un calificativo no podrá nunca igualar su belleza.

— Ni lo pienses.

La morena soltó una risita burlona y con sus ojos me acusó de seguramente estar celosa.

— Lena, ¿qué sucede con Kara Danvers?

— Nada, solo es mi patética vecina.

La boca de Sam se abrió enormemente y tardo varios segundos en parpadear, algo muy en fondo me dice que voy a arrepentirme de contarle aquello a mi mejor amiga.

— ¡Lena!

El grito ensordecedor de mi esposo me dejó descolocada en mi asiento. James estaba echo una furia y mis neuronas no copilaron la información del por qué. Sam se colocó delante de él impidiendo su paso y agradecí que lo hiciera porque tenerlo cerca y con ese humor, puffff mejor ni me acerco.

— ¿Desde cuando vienes a mi trabajo para hacer shows?

James apretó la mandíbula, sino fuera porque sabía que no le haría daño a nadie hubiera llamado a seguridad para sacarlo a patadas.

— Eres una hipócrita.

— ¿Disculpa? James, si has venido hasta aquí para decir eso te digo que pierdes el tiempo.

— ¡Acabas de enfermar a siete niños! — aquello fue un golpe, no, fue como un disparo en mis entrañas.

— ¿De qué estás hablando?

Mi voz sonó temblorosa, sentí como si mi sangre se congelará a tal punto de no escuchar mis latidos.

— Dijiste que todos tus proyectos eran eficaces y no harían daño ¡Felicidades Luthor! tres de esos niños luchan por su vida.

— Es imposible, todo lo que ha salido al mercado es 100% seguro y más si se tratan de niños.

La tensión de su desconfianza se palpaba en el aire, estoy casi segura de que mis maquinarias y medicamentos no harían daño, he pasado meses y años para implementar desarrollos así no lastimar ni siquiera a una mosca.

— James, vete — la morena le dió un empujón a mi esposo que hervía de cólera y aunque deseaba partirle el rostro, James tenía razón en algo, había tres niños luchando por su vida y lo acababa de comprobar con el correo anónimo amenazando mi vida por esto.

En cuanto mi esposo se fue Sam se acercó a revisar mi portátil y verificar la señal del correo enviado. Llamé rápidamente a investigador que resolviera este alboroto porque me estaba muriendo de miedo pensar que lastimé a esos niños.

La junta se vió cancelada por todo lo que decían los medios, me acusaron y ensuciaron como una cruel criminal. Lex llamó pidiendo una explicación, nada tenía sentido, él mismo se encargó de ayudarme con mis investigaciones y todas fueron un éxito absoluto.

Nunca creí que llegaría el momento en que la policía de National City entrara a mi empresa y me esposaran.

— Lena Luthor, queda detenida por los cargos de envenenamiento y atentar contra la vida de menores.

Tragué el nudo que traía en la garganta mientras la mujer me sacaba de mi empresa como una criminal.

— ¡Maggie!

»Kara«

— ¿Qué rayos haces? ¡Suéltala! — esa patética rubia estaba enojada con la oficial que me sujetaba con fuerza — Maggie, ella no pudo hacerlo.

— ¡No la conoces! — bramó, la oficial también parecía enojada — ¡Niños están enfermos por su culpa!

— Kara, cielo — me atragante con mi propia rabia al decir aquella cursilería — Está bien, todo estará bien.

— Te a-ayudaré y saldrás de prisión.

¿Por qué se preocupa por mi? 

La tal Maggie me metió sin cuidado en la patrulla, apoyé mi frente sobre el asiento delantero pensando en cómo saldría de prisión si realmente enfermé a esos niños.

Lilian Luthor entró a la comisaría demostrando su poder exigiendo pruebas de lo que me acusaban. Todo se puso de cabeza en un día y yo solo podía pensar en que Kara cree que soy inocente.

»Esa patética confía en mí«

Me coloqué en posición fetal aceptando las consecuencias, el tiempo no pasaba y mis fuerzas se derrumbaron.

Lloré como una niña pequeña.

Un carraspeó me sacó de aquella burbuja depresiva, la mujer pelirroja frente a mi parecía examinar toda la situación con sus ojos oscuros.

— Kara cree que eres inocente.

Una sonrisa genuina se apoderó de mi rostro, había alguien allá afuera que depositaba su confianza en una posible terrorista mata niños.

— Está investigando junto a una mujer llamada Samantha.

Quería gritar de angustia, si algo les pasaba por meterse con quién no deben me mataría la culpa.

— Espero no decepciones a mi hermana, ella confía en ti.

Alex Danvers, la rubia patética me habló de ella, Kara ama locamente a su familia pero su talón de Akiles era esa pelirroja altamente peligrosa.

Recuerdo escuchar anécdotas sobre un tal Mon-el –pésimo nombre, me cae mal desde ya– y Winn, aparentemente sus mejores amigos.

La espina se me clavó al pensar que su mejor amigo, el de nombre feo, estaba enamorado de ella.

Uhg, de solo imaginar a esa rubia patética con alguien que no la merezca se me hervían las neuronas planeando muertes dolorosas.

— Eres patética, Kara Danvers.

Susurré como si ella me escuchará y riera tiernamente, sus gestos eran infantiles y bonitos.

— ¿Qué rayos estoy pensando? Lena, entra en razón.

La sonrisa de Kara se plasmó en mi mente obligando a mi subconsciente pensarla hasta desgastar las imágenes mentales que traía en algún espacio de mi cerebro.

— Lena, estás casada, estás casada, estás casada.

Repetía constantemente pero esa sonrisa me estaba invadiendo los sentidos.

— Debo alejarme de ella.

Sentencie sintiendo mariposas destructivas jugando en mi estómago.

»Debo alejarme sino quiero acabar mal«

Desorden de estrellas (CORRIGIENDO) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora