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K A R A D A N V E R S

— Diana, déjame en paz — gruñí, la londinense seguía lanzando bolas de papel a mi rostro — Diana — advertí nuevamente pero eso solo le arrancó una risita — ¡Maldita bruja!

— ¿Estresada, Danvers? — la característica voz engreída de Prince a veces me sacaba de mis casillas y otras me era inevitable sonreír — ¿Potstickers?

— Me conoces a la perfección — ella meneó su cabello color chocolate con superioridad, pidió por el altavoz de su oficina una orden completa de comida chica y helado, aunque era imposible pensar que está mujer podría comer sin parar lo hacía, Diana competía conmigo a ver quién comía más — ¿Lista para tu viaje en la conferencia empresarial?

— Estoy nerviosa — confesé.

Ella se acercó a donde estaba y tomó asiento sobre mis piernas, comencé a reír por su intento de parecer sensual pero verla así era ver una adolescente mimosa.

— Por estás cosas todos creen que somos pareja, bruja — recosté mi cabeza en su delicada espalda aspirando su dulce aroma a frutos rojos — La revista de chismes amaría una fotografía así.

— Danvers, cállate y termina tu informe — me pellizco una mejilla, le hice caso para terminar de una vez por todas lo que Cat me había pedido — ¿Has visitado Metrópolis antes?

— Sip — afirmé — Clark vive ahí.

— Cierto, el sexy periodista — musitó.

— ¡Oye! — me quejé, Diana río ante mis celos infantiles — Entonces quédate con el nerd de Clark.

— Es broma, cielito, tengo ojos para ti — dejó un beso en mi cabello pero seguí actuando enojada — ¡Kara, compórtate!

— ¡Cállate, bruja malvada!

— ¡Cállame! — oh, Diana, no tienes idea de lo que acabas de hacer — ¡Kara, suéltame!

La cargue en mi hombro y comencé a dar vueltas en medio de su oficina, Diana reía pidiendo que la baje y yo solo quería seguir molestando a Prince, mis ojos vieron el lugar con distorsión y mis lentes salieron volando.

— ¡Maldita rubia! — la londinense aferró sus manos a la cabeza intentando mantenerse de pie pero cayó sobre el sofá — Me las vas a pagar, Danvers.

— Cuando quieras, bruja.

Ella siguió riendo como niña pequeña y no me quedo de otra que reír junto a ella, Diana es especial, ayudó a que salga de ese maldito oyó de depresión incluso ayudó a Jazz a no sentir la ausencia de Lena.

»Lena«

La recordaba a diario, nunca supe dónde huyó, se esfumó ante mis ojos luego de confesar que temía perderla.

Gracias, Luthor, ahora tengo un miedo menos.

Los ojos cafés de la londinense me observaron unos instantes, casi analizando mi trance, dedujo con rapidez que mis pensamientos viajaron con esos ojos verdes que me visitan todas las noches antes de dormir.

— ¿Crees que Lena esté bien? — la princesa se acercó y acarició mi rostro con ternura — La extraño.

— Kara, creo que es hora de soltarla — me dedicó una media sonrisa — Es Lena Luthor, nadie puede contra ella, estará bien.

— Sigo sin entender que ocurrió — una lágrima descendió por mi mejilla, Diana la atrapó con su mano — Dijo amarme, ¿Por qué se fue?

— Ciertas acciones tienen nombres, Danvers — me arrastró al sofá dónde hizo recostarme en sus piernas mientras ella acariciaba mi cabello — ¿Sabes si tiene algún problema o trauma?

Desorden de estrellas (CORRIGIENDO) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora