24.

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L E N A L U T H O R

Miento si digo que no me encuentro totalmente nerviosa, sus ojos azules veían concentrados la carretera pero sabía perfectamente que Kara se encontraba perdida en sus pensamientos.

¿Fui a buscar mis maletas al departamento? No, deseaba hacerla sentir cómoda sin hacer ninguna parada. Mañana podría enviar a alguien por mis cosas y pediría vía internet todas mis investigaciones encriptadas, por ahora solo disfrute de la fría compañía de la rubia.

Supe al verla correr hace unas horas que algo andaba realmente mal, nunca la había visto tan desorientada como en ese momento, también sabía que la responsable era su pareja Diana.

»Mátala«

Me reí de mis pensamientos psicópatas, la rubia arqueó una ceja pero solo negué alegando recordar un chiste.

Habían transcurrido cinco horas, tomé obviamente la ruta más larga, traía la velocidad mínima y si seguíamos así quizás tardemos unas tres horas más en llegar a National City.

— Kara, vi a Felicity en la conferencia — ella se tensó con miedo — ¿Qué sucedió?

Sus hermosos ojos azules se llenaron de lágrimas, me sentí tan impotente de no poder arrancarle ese dolor sea cual sea — Un hombre me atacó.

Frené el carro aun lado de la carretera y la hice salir del auto, ella me vió sin alegría, sin corazón, Kara Danvers me veía como si fuera una desconocida.

Eso fue una daga en mi pecho.

Comencé a dar vueltas, el zumbido de los mosquitos era irritante al igual que los gritos de las ranas, froté mi rostro con frustración deseando despedazar al culpable de atacar a mi estrella.

— Lena.

La observé con devoción, como se mira una obra de arte entre tanta mierda, mi ritmo cardíaco era errático al igual que mi respiración. Recorrí la venda que cubría gran parte de su hombro queriendo ser yo la que sufriera, Kara no, la vida no podía ser tan gilipollas de cagarse en esa rubia patética.

Se estaba hundiendo, desmoronando, destrozando, todo frente a mi y no podía hacer nada.

— Lo siento — susurré, el poder de aquellas palabras enviaron un choque eléctrico hasta la punta de mis dedos — Lo siento tanto, cariño.

— Lena, no quiero escucharte — dijo al borde de un llanto retenido — Solo llévame a casa.

Me quise acercar para tomarla entre mis brazos pero fui empujada, sus lágrimas amenazaban con salir sin compasión, temblaba y soltaba pequeños hipos.

— Te prometo que ese hombre no... — me cortó.

— No quiero tus promesas, Lena, solo quiero ir a casa — era difícil, yo supe desde el día en que Alex irrumpió en mi departamento que si volvía sería la guerra más grande de mi vida.

Kara se subió al auto abrochando el cinturón, llevé una mano a mi cabeza reteniendo las ganas de gritarle que la amo pero perdí esa oportunidad cuando huí de National City.

Esta vez acelere el auto, la rubia debía estar en un lugar donde se sienta segura y claramente no era a mi lado. Sus pequeños ojos se fueron cerrando, anonadada por tanta belleza no me quedo de otra que tomarle una foto para guardarla, Kara si me atrapa seguro me dirá acosadora.

El timbre de mi móvil sonó dando entender a una notificación entrante, odiaba las noticias que Google enviaba, traté de deslizar la pantalla sin apartar la vista de la carretera pero de soslayo percibí a la rubia.

Desorden de estrellas (CORRIGIENDO) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora