Final.

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L E N A L U T H O R

Tres días.

Tres días sin saber de Kara.

Tres días buscándola en un mar de lágrimas.

Tres días con el miedo atascado en la garganta.

— La descripción es tal cual la señorita Danvers — informó el médico forense con un semblante inexpresivo — Señales de penetración forzada tanto anales como vaginales, signos de ataduras en cuello, muñecas y pies... — dejé de escuchar todo lo que habló el hombre cuando vi el tatuaje de la bicicleta en el pie de la mujer en la camilla, Eliza soltó un sollozó ahogado al percatarse de lo mismo — ¿Es ella Kara Danvers?

Quitó la sábana blanca de su rostro, mis lágrimas descendieron como una cascada imparable y fue Alex quien suspiro entre la pena y el alivio.

— No es Kara — murmuré.

— Es la única mujer con esa descripción — la pelirroja asintió con el semblante sombrío de una psicópata en formación — Es un gran alivio que la señorita Danvers no se encuentre aquí.

Y vaya que lo era. Salimos de la morgue con el alivio recorriendo nuestras venas, mi rubia debía estar en algún lugar con el sin corazón de Jack. Lilian usó sus hilos y puso a la interpol a nuestra disposición, todo National City iba tras el paradero de Kara Danvers.

Limpié mis mejillas con brusquedad, el frío del invierno congelaba mis lágrimas y no podía pensar claramente con mi cuerpo sufriendo hipotermia. Eliza se dirigió con Diana, pues la londinense la engañó para que la obligué a descansar, no dormía desde la desaparición de su hija y aquello podría hacerle mal.

Crucé cada callejón de los barrios más pobres, envié policías y agentes a recorrer cada lugar abandonado, soborne líneas aéreas para saber quién entra y quién sale de National City. James colocaba fotografías de Kara por todos lados, pasó los siguientes tres días caminando, yendo persona por persona, Henry usando sus contactos de empresario reconocido dió una conferencia en dónde ofrecía una gran recompensa por algún paradero de mi mujer.

Mon-el y su novia estaban recorriendo todos los centros de salud que encontraban, hospitales, sanatorios y clínicas, fueron a unos cincuenta lugares pero nada de Kara.

Winn y Nia me pidieron uno de mis yates, se llevaron a buzos para que buscasen en el mar. Nadie quería dejar lugar sin recorrer, todos iban tras mi rubia.

Alex y yo íbamos tras Jack.

— Tengo miedo — confesó la pelirroja.

Sus nudillos eran blancos ante la presión que ejercía sobre el volante, su voz agotada delataba los días sin descansar, grandes ojeras adornaban su pálido rostro demacrado.

— También tengo miedo.

— Si algo le ocurre yo y-yo — tragó saliva con fuerza, Alex no ha soltado ni siquiera una lágrima desde que Jack se llevó a su hermana, trataba de mostrar ese iceberg para pensar claramente pero al ser Kara todo se le estaba yendo de las manos — Voy a matarlo.

— Me importa una mierda Jack — contesté. Mi teléfono estaba apunto de explotar con los diversos mensajes y llamadas, todas sin la mínima importancia, dando datos falsos para ganar algo de fama ya que no tenían otra forma de entretenerse — Solo quiero que Kara este bien.

Las horas siguieron transcurriendo, Alex comenzaba a cabecear sin poder contener aquel sueño que la inundaba. Ruby me abrazó con fuerza como si aquello fuera una sanación, lo fue hasta que dijo que en las redes sociales habían perdido la esperanza en que Kara siguiera viva.

Desorden de estrellas (CORRIGIENDO) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora