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L E N A L U T H O R

Metrópolis se sentía frío y vacío, desde que salí huyendo de National City todo se sentía tan enfermizo.

Recordaba a cada maldito instante a Kara recorrer mi piel con sus delicados dedos, la soñaba besando cada centímetro de mi cuerpo y la sensación de sus boca con la mía me aplastaban los sentidos.

Habían transcurrido tres dolorosas semanas, no salía del departamento que compré a las apuradas y todas las noches me quedaba observando las estrellas.

"Eres un desorden de estrellas"

Las palabras de la rubia siempre me quitaban lágrimas, de lágrimas pasaba a sollozos y de sollozos a vomitar todo lo que contenía mi estómago.

No sabía que le ocurría a mi cuerpo, quizás sí, tal vez la tristeza la pagaba destruyendo mi sistema digestivo.

Bebía unas cinco botellas de tequilas al día y cuando caía la noche lloraba entre potes de helado. No salía ni siquiera a la calle, no me daban las fuerzas porque sabía que al poner un pie fuera del departamento querría correr a National City.

No me daba la cara para volver luego de huir de esa manera.

Lex me encontró tan solo tres horas después de llegar a Metrópolis, discutimos de una forma imponente y cruel. Mi madre nos observaba desde una esquina sin entrometerse hasta que los insultos y culpas llegaron a un punto hiriente.

"Cuando menos te des cuenta verás tu vida mediocre, sin amor, sin alegrías y vacía. Ese puto día te darás cuenta que perdiste a Kara de una forma inimaginable"

Aquellas palabras se clavaron en mi cerebro repitiendo el proceso una y otra vez hasta lograr que mis ojos se sequen después de llorar como gilipollas.

Él volvió a National City para terminar los proyectos con Diana, mi madre me observó unos instantes y dijo algo aún más hiriente que Lex.

"Kara no merecía eso, Len. Entiendo que estés sufriendo por esto pero has sido irracional, la dejaste ahí llorando como una niña pequeña y peor aún, dejaste que sufra junto a Jazz"

Mi pequeña mascota no era feliz conmigo, hice exactamente lo que Kara hace años con su nutria. Traerla a Metrópolis hubiera sido un error porque Jazz es feliz teniendo a su amigo conejo.

La noche había caído luego de un largo día viendo noticias dónde Diana era la reina de los putos medios.

Diana y Lex.

Diana y Kara.

Ellos siempre aparecían siendo captados por fotógrafos y más de una vez vi una mano cariñosa de la londinense sobre la rubia.

Hervía en celos psicóticos pero al recordar que fui yo quien la cagó no me quedaba de otra que aceptar las consecuencias.

Observé las estrellas por el telescopio. Son especiales para Kara y traté de recordar de las pocas veces que hablamos la razón pero me encontraba en un bloqueo mental.

El recorrido húmedo de lágrimas se abrió paso por mi rostro, sujeté con fuerza la fotografía de Kara riendo hermosamente con esa foca y volví a leer la desprolija caligrafía.

Un pensamiento errático creó la noción de que debía leer Sherlock Holmes, esa literatura me haría sentir cerca a Kara.

Kara...

Tal vez algún día pueda entender que no estaba echa de virtudes, que las sombras de mi pasado me seguían y si no hubiera corrido lejos de ella la habría lastimado viendo en mi rubia a Jack.

Desorden de estrellas (CORRIGIENDO) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora