14.

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L E N A L U T H O R

Había algo en los ojos de Kara al mirarme, brillaban de una manera celestial y me creí un tesoro cuando esa encantadora sonrisa apareció en su rostro.

Kara podía ser irritante e infantil pero era lo que te enamoraba al instante, también podría atribuir esos intentos de verse enojada y lo único que conseguía era ser el triple de tierna.

La cualidad de elegir nombres a sus mascotas y como todo el mundo parece amarla, Kara es auténtica y eso me arrastró a las profundidades del amor.

Deseé con mi vida gritarle que era una maldita estúpida por robarse mi corazón, que la detesto por destruir mi monotonía y todo lo que construí.

Por un momento deseé que sintiera como todo se le rompía por dentro al destrozar mi rutina. Quería que se sintiera enojada, triste, angustiada, perdida, rota y enamorada...

Pero la veía sonreír con tanto afán que si alguien se atrevía a lastimarla correría a mi laboratorio por una de mis armas letales y sufrirían las consecuencias.

— Luthor, debes ir a dormir.

Sus bellísimos ojos azules me llevaron al cielo, James tenía razón, el iris de Kara eran del color del cielo y yo jamás podría olvidarme de eso.

— ¿Me llevas a casa?

El alcohol me hacía estúpidamente valiente y el tono seductor que usé sonrojó a Kara, se acercó temblorosa y sujetó mi cintura con posesión. Una ola de excitación se fundió en mi cuerpo al chocar con el pecho de la rubia, quería besarla y arrancar cada prenda para proclamarla mía.

— Me fascina tu olor. — murmuré llevando la punta de mi nariz a su cuello — Desde que te conocí el olor a manzana me encanta.

— Lee

— Necesito que te alejes de mi, no quiero hacerte daño — Kara tragó en seco pero era tan cabezota que solo me regaló una tímida sonrisa y me llevó a su carro.

El camino fue lento y silencioso, la rubia tomó el camino largo quizás a propósito o solo eran imaginaciones mías. Veía por la ventana como Kara se alejaba de la ciudad, cuestioné el camino pero solo recibí un beso en la mejilla que me dejó imbécil en mi lugar.

Fueron los mejores diez minutos de la historia, verla conducir era malditamente hipnótico y la seriedad que usaba me traía en un aura taciturno para solo observarla.

Kara detuvo el auto en la playa de National City, no había nadie y pues claro, el otoño era frío y las horas de la noche no hacían un buen conjunto. La rubia se sacó su abrigo y lo puso sobre mis hombros para luego salir con su caminar tranquilo y abrir la puerta, me tendió la mano la cual acepte siendo castigada por una corriente eléctrica en todo mi cuerpo.

— ¿Qué hacemos aquí, Danvers? — Kara solo me cargó en su espalda y comencé a reír, le pedí que me bajara pero nuestras carcajadas eran una combinación hermosa de sinfonía perfecta — ¡Kara!

— Aquí estamos bien — me indicó que me sentará en la roca grande mientras ella intentaba encender una fogata — Te prometo que la pasarás bien.

— No lo dudo pero muero de frío — Kara río despacio y prendió con agilidad el fuego, tras unos segundos la fogata encendió en su totalidad y mi vecina me pidió con una mano que me acercará a ella — ¿Por qué me has traído aquí?

— Porque la playa siempre es testigo de momentos hermosos — me acomodé entre sus piernas y me envolvió en sus fuertes brazos, ya no hacía frío si Kara Danvers me tenía pegada a su cuerpo — Pondré música.

La rubia patética sacó su móvil y el sonido de canciones tranquilas hizo una obra de arte con las olas rompiendo contra las rocas.

Me recosté en le pecho de Kara y los latidos de su corazón calmaron todos mis demonios, deseaba permanecer en este lugar toda la vida para disfrutarla un poco más porque sabía que en cuanto saliera el sol me alejaría cuál cobarde.

— Escucha como suena How long will I love you. — dijo en un susurro.

La melodía era suave pero mortal. Sentía que esa canción fue creada para que mi corazón se lo gritará a Kara tan fuerte que lo escuchará el mundo entero. Sujeté sus manos frías y las calenté con las mías que ardían, no de excitación, más bien lo que sentía era un amor irracional.

Yo no era nada y sabía que dañaría a la mujer que me protegía del frío entre sus brazos, después de todo Jack me enseñó que nadie vale la pena pero el se equivocó en algo.

Kara vale el universo entero.

How long will I love you? — cantó melódica — As long as stars are above you.

Fue el final de la melodía y el final de aquel momento mágico, no podía estar cerca de Kara y no querer que me ame tanto como pueda.

No podía pedir que luche por mi solo porque el miedo consumía mis entrañas a tal punto de quererla lejos.

— Lee, eres un perfecto desorden de estrellas — me hizo elevar la mirada y fijarme en el cielo oscuro, nunca fui fanática de perderme en la energía cósmica que producen luz, rayos ultravioleta, calor, rayos X y otras radiaciones pero ahora que Kara dijo que era como las estrellas. Yo me encontraba absorta en ellas — Jamás te conformes con ser una simple brisa veraniega.

— ¿Realmente crees eso de mi? — quise saber.

— Lee, eres un desorden de estrellas porque ellas siempre están ahí brillando cuál diamante, en cambio una simple brisa veraniega solo la tienes cada cuatro estaciones para dejar que limpie tus problemas unos segundos pero cuando acabe todo eso tus mierdas seguirán ahí.

— Entonces tú eres un desorden de estrellas, rubia patética — echó una risa preciosa y sujetó con fuerza su agarre — Quédate conmigo un poco más, Kara.

— No planeo alejarme, Lee — recostó su cabeza en mi hombro y así nos mantuvimos un largo tiempo.

— ¿Kara? — no recibí respuesta porque esa rubia patética se había dormido — No me hagas amarte si te vas a ir... 

Desorden de estrellas (CORRIGIENDO) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora