29.

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K A R A D A N V E R S

Nuestras bocas se reencontraron nuevamente, las lenguas se enredaron en una tímida pelea por la sumisión hasta que Lena finalmente se venció. Llevé mis manos al dobladillo de su pijama y lo quité sin preámbulo, mordí mi labio con fuerza al verla luciendo ese conjunto de lencería rojo.

— Vas a matarme — jadeó, mis labios recorrieron la extensión de su cuello reconociendo al instante el característico sabor a vainilla de su piel — Kara, deja de torturarme.

— Te extrañé — murmuré, sus manos abandonaron mi nuca para quitar la ropa húmeda — Rao, no tienes idea.

La vi arrodillarse quitando el cinturón de mis pantalones, los bajó despacio torturando mi paciencia y al quitarlos repartió besos por mis piernas. Lena notó los moretones que Jack dejó al clavar sus rodillas, quise intervenir para decir que no pasaba nada pero ahogué un gemido cuando sentí su lengua caliente recorriendo mis muslos.

Acarició con sus uñas mis pantorrillas, aquella lengua majestuosa nunca abandonó mis piernas y eso estaba acabando con mi cordura. Llevé mis manos a su cabello pero Lena las apartó, elevó su mirada lasciva hasta conectar con la mía y sin dudarlo un segundo metió su boca entre mis piernas.

— ¡Rao! — exclamé, mi ropa interior estaba empapada y esa maldita pelinegra me acariciaba con su lengua — Lee, por favor.

— ¿Qué quieres? — una sonrisa torcida surcó su rostro perverso — Dilo, rubia patética.

— Házlo — pedí en un suspiro — Por favor.

Se acomodó mejor en aquella posición y tiró mis bragas con sus dientes, la tela se rasgo ante su mirada candente — Dime que quieres, Kara.

— ¡Cógeme! — chillé, mi cuerpo ardía bajo su tacto lento.

Sus dedos se deslizaron por mi vagina tocando los fluidos que expulsaba, con aquella sonrisa arrogante me guiñó un ojo antes de enterrar su boca en mi entrada.

— ¡Oh, Rao! — su lengua caliente jugaba con mi clítoris, azotandolo con sus embestidas húmedas y sin esperar una plegaria al Dios del sol kryptoniano Lena me llenó con sus dedos.

Esa combinación perfecta estaba haciendo temblar mis extremidades, no aguantaba, la pelinegra al percatarse llevó una de mis piernas a su hombro y profundizó las embestidas con su lengua.

Me sujeté de su cabello, deslizando mis dedos por su cuero cabelludo y casi ahogando a Lena entre mis piernas. Podía sentir la sonrisa sobre mi entrada sensible, mis gemidos fueron abruptamente callados cuando la pelinegra metió dos dedos a mi boca incitando a qué los lubrique, hice exactamente lo que quería mientras ella aún lamía y mordisqueaba mi clítoris.

— Lee — susurré inaudible. Mi vientre estaba contraído, todo mi cuerpo temblaba en éxtasis y fue el último mordisco que logró llevarme con el Dios de los orgasmos — ¡Rao!

Lena no dejó ni siquiera que recupere mis fuerzas cuando me arrastró hasta el sofá dónde devoró mi boca como una desquiciada sexual, sus manos arrancaron la única prenda que me quedaba; el sostén. Su boca ansiosa succionó mis pechos sin darme una tregua, sabía que habría marcas en aquella zona y fue peor cuando inundó mi vagina nuevamente con sus dedos.

»¡Te está dejando como una pasiva!«

Sus embestidas fueron salvajes excitando mi cuerpo a dejar que los fluidos deslicen sus dedos con facilidad, sonrió con altanería lamiendo mi ombligo, cada una de mis extremidades se retorcían bajo Lena Luthor.

— ¡Rao! — maldije, los ojos oscuros de la pelinegra me observaron perversos antes de levantar una de mis piernas y posicionarse entre ellas — Mierda.

Desorden de estrellas (CORRIGIENDO) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora