La amante

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Pov Navier

Estaba caminando de vuelta a mi habitación y a lo lejos podía escuchar sonidos que provenían de dentro, en el momento en el que abrí la puerta escuché el grito de Laura.

—Ah

—Hola su majestad—habló la Condesa Eliza

—Iré a preparar el baño—Laura empezó a prepararlo de forma nerviosa.

Me pareció raro verlas a las dos tan calladas por lo que decidí preguntarles qué pasaba, ellas me respondieron que el Emperador había traído a una chica cuando volvió de cacería y al parecer cayó en gracia por la joven.

—Nos pido que la laváramos—Laura dijo eso a manera de queja.

—Nunca me eh lavado con mis propias manos ¡Fue un espanto!—la Condesa parecía molesta

Mencionaron que era una chica bastante bella y que sólo era superada por la Duquesa de Tuanai, mencionaron que el Emperador estaba muy preocupado por ella pero preferí no darle mucha importancia, de todas formas después le preguntaré al Emperador.

Al día siguente me encontraba cenando con el emperador, decidí preguntar sobre la esclava

—Me contaron que encontraste una esclava cuando fuiste de cacería y la trajiste aquí... ¿es cierto?—voltee a verlo.

—¿Quién te contó eso?—paro de comer y me pregunto.

—Quien me lo contó no importa. Pregunto: ¿Es cierto?—volví a preguntar.

—Compartimos apenas dos comidas a la semana. Debe haber muchos otros temas de conversación. ¿Es muy importante hablar de eso ahora? —me respondió con un tono de advertencia.

Laura y la Condesa Eliza notaron que estaba decaída por lo que el Emperador había dicho por lo que decidieron preguntarme al respecto, les dije que no había dicho nada pero sigueron insistiendo.

—Si no hubiera dicho nada, estoy segura que usted no estará tan triste, su Majestad—mencionó Eliza

—Cuéntenos su Majestad, ¡así estamos preparadas!—insistió Laura

Les conté todo lo que me había dicho, desde que callo en una de sus trampas hasta el momento en el que le disgustó que yo siguiera preguntando.

—¡Su Majestad! Eso es justamente lo que hacía mi padre al comenzar su aventura—comentó Laura con enojo—¡Eso es precisamente lo que los hombres hacen cuando empiezan con los engaños!—con cada palabra se le notaba más enfurecida— Una de las señales es cuando se ponen a la defensiva y empiezan a alzar la voz

—Ya,ya. Creo que te vendría bien tomar aire fresco Laura— trato de tranquilizarla Eliza— Su Majestad—volteó a verme—Venga, una taza de té la reconfortará—se acercó a mí para ayudar a levantarme—El emperador estará gaviando por el echo de que ya bella mujer cayó en su trampa. Seguro es algo pasajero—dijo mientras cepillaba mi cabello

—Condesa—hable— mi madre una vez me dijo... que lo debo se tome dolida si una mujer trae a otra mujer para que sea su amante—le conté—Como era algo muy común, me aconsejo dar por sentado que el Emperador también lo haría. Aunque el Emperador tenga amantes no son más que eso, yo soy la Emperatriz.—me volteé a verla— Pero...¿Porqué me siento tan vacía?

—Mi quería Emperatriz—me abrazó— Fue su promesa desde niña y ahora son marido y mujer. Es de esperar que se sienta así. —Se arrodilló frente a mi

Aunque el Emperador haga a esa esclava su amante, ella no podrá debutar en la Alta sociedad así que no deberé preocuparme. Ella vivirá su vida; el Emperador la suya; y yo viviré la mía.

La princesa de el imperio de OccidenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora