Luz verde

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Ha pasado una semana, una semana en la que estuve ocupada en el laboratorio. Mi padre y los niños estuvieron con nosotros todo el tiempo, ayudándonos. Sin embargo, también ha pasado una semana desde que mande aquella carta. Y no he recibido respuesta alguna por parte de mi hermano. Trate de no pensar mucho en eso, diciéndome a mi misma que se encontraba muy ocupado o que se le había olvidado responder. Estaba preparando mis cosas para salir, pero un sonido proveniente de mi ventana me hizo regresar. Me acerque a la ventana y la abrí, un ave azul entró.

—¿Mackenna?—pregunté sorprendida. Este solo asintió y yo inmediatamente le traje algo para que pudiera taparse. Se lo di y me di la vuelta—¿Que estás haciendo aquí?

—Tu querido hermano me está utilizando de su paloma mensajera—se quejó—Y me envió una carta para ti.

—Se tomó su tiempo—di media vuelta y tomé la carta de sus manos—¿Pero porque te envió personalmente a ti?—pregunté, confundida. Normalmente envía a otra ave para asegurarse de tener a Mackenna cerca, después de todo Mackenna es su mano derecha.

—Primero lee la carta, después te explicaré las cosas con más detalle—suspiro cansado y se sentó en mi cama. Abrí la carta y me senté en mi escritorio.

Quería T/n
Ya no tienes que preocuparte más por retrasar la investigación, puedes ayudarlos sin problema. Aunque no lo soluciones tan rápido. ¡Ha aceptado mi propuesta! Tenías razón al decirme que teníamos una oportunidad, la he tomado y todo ha salido bien. Espero verte pronto, y así poder celebrar.
Con cariño, Heinry

—Así que ha aceptado—aún no procesaba totalmente lo que había leído, pero eran muy buenas noticias—¡Ha aceptado!

—Si, supuse que también te alegrarías—Mackenna sonrió.

—¿Es broma? Es obvio que me alegraría, no solo voy a poder verla a diario, si no que también puedo dejar de alargar la investigación—salte de felicidad—¡Menos trabajo para mi, y más tiempo libre!

—Al menos tú tienes menos trabajo—suspiro con cansancio—Tu hermano me utiliza de su paloma personal, diciéndome que soy la única persona en la que puede confiar para enviarle cartas a su amada Reina—imitó a Heinry en la última frase. Sus palabras me hicieron reír.

—Mira el lado bueno de las cosas, quizás después de esto le puedes exigir unas vacaciones—le propuse una idea, esto hizo que él se animara.

—Mmm, es verdad—dijo feliz—Me merezco unas buenas vacaciones después de todo mi trabajo—fantaseo sobre la idea de que haría con su tiempo libre—Como sea, debo entregarle una carta a la Emperatriz. Así que me retiro.

—Que tengas buen viaje—le sonreí—No te sobre esfuerces—le di un vaso de agua—Y dale un golpe a ese desgraciado de mi parte. Y dile que eso le pasa por tardar en responder a mis cartas.

—Con gusto le daré ese golpe—dijo, con una sonrisa maliciosa y llena de sed de venganza—Te veré otro día—se acercó a la ventana y se fue. Salí de mi habitación con una sonrisa, por fin había recibido buenas noticias por parte de mi hermano. Y tenía luz verde para poder comenzar a hacer avances en la investigación. Salí para buscar a Navier en su habitación, quería ofrecerle desayunar juntas mañana para poder hablarla, la extrañaba. Llegué a su habitación y toque la puerta.

—T/n, que gusto verla. Pase, avisaré a la emperatriz que está aquí—Laura abrió la puerta, alegre—Ha estado tan ocupada que no hemos podido tomar el té con usted ni Colette—entre detrás de ella y cerramos la puerta.

—Lamento eso, pero resolver este asunto es crucial para los magos de todo el mundo—suspire cansada—Lamentablemente no habrá descanso hasta resolverlo, pero presiento que estamos muy cerca—sonreí al mencionar mi última frase–Así que podremos quedarnos un dia extra para hablar de todo lo que nos hemos perdido.

La princesa de el imperio de OccidenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora