Catástrofe

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Pov T/n

Revise todo el lugar para ver qué más faltaba, y en efecto únicamente faltaban mis libros y la poción. Debieron haber utilizado al Vizconde porque sintieron la magia protectora alrededor del laboratorio. El tuvo la mala suerte de estar en el peor lugar en el peor momento. Lo desaté y le dije que se fuera, lo cual él con gusto hizo. Salí del lugar, enojada, y me reuní con mi padre y los niños.

-¿Y los libros?--Andrew preguntó, confundido.

–Esos desgraciados los robaron–aún estaba muy enojada–¿Porqué no pueden dejarme en paz de una vez por todas? Yo no les he hecho nada como para que me odien de tal manera.

–Parece que no tienen vida–el comentario de Jaime me hizo soltar una pequeña risa.

–Es verdad–revolví su cabello y me subí al carruaje–Mañana me asegurare de arreglar esto de una vez por todas–llegamos al Palacio y yo me fui directamente a mi habitación. Estaba demasiado enojada como para hablar con alguien. Me cambié y me quería dormir, pero alguien interrumpió mi sueño.

–Tu padre me contó lo que sucedió–Kosair fue el que tocó mi puerta, se le veía preocupado. Suspire y lo deje pasar–¿Cómo estás?

–Enojada, irritada, llena de rabia, y todos lo sinonimos que haya que expresen enojo–me crucé de brazos y me acosté en el sillón, Kosair se sentó en el otro.

–Me lo imagine–rio un poco, pero se cayo en cuanto vio mi cara de enojo–Tranquila, los recuperaremos.

–No, yo los recuperaré. Sola–enfatice la palabra sola, para que le quedara claro que no permitiría que nadie más me acompañara–Los recuperaré, tengo que hacerlo. Pero es demasiado peligroso.

–No permitiré que vayas sola, tu misma lo has dicho, es demasiado peligroso–Kosair habló en un tono de preocupación y enojo.

–Tengo que ir, tengo que recuperar mis cosas–comencé a subir mi tono de voz.

–¿Por qué es tan importante recuperar esas cosas? Podemos conseguir repuestos–subió el tono de voz, al igual que yo.

–No lo entenderías–baje la voz y mire a otro lado.

–Entonces explicame–él también bajó el tono de voz.

–Eran las cosas de mi madre, sus grimorios. Son únicos, y con magia muy peligrosa. No puedo permitir que usen los grimorios de mi madre para hacer magia negra–-mi voz sonó un poco entrecortada. Kosair se acercó a mí y se agachó a mi lado.

–Entonces los recuperaremos, pero no irás sola. No puedo permitir que te suceda algo–me tomó de las manos, se le veía arrepentido de algo.

–Tengo que ir sola, sabes perfectamente que sucedió la última vez que fueron conmigo. Es menos peligroso que vaya sola, además de que tengo que aclarar las cosas con ellos–lo mire a los ojos.

–Justamente a eso me refiero, la última vez que fuimos contigo terminaste herida–su tono de voz comenzó a subir nuevamente.

–Eso sucedió cuando estaba con ustedes, ¿pero qué sucede cuando me llevaron a mí sola? Regresé sin ningún rasguño y ustedes no resultaron heridos–yo también subí el tono de voz. Eso era algo que me molestaba de él, cuando tenía una idea clara no la dejaba ir–Además, ya te dije que tengo que aclarar cosas, a solas.

–¿¡Qué es tan importante como para aclararlo en persona?!--finalmente levantó su voz y me gritó.

–¡Que no soy mi madre! ¡Me siguen comparando con ella y me castigan como si fuera ella! ¡Como si yo les hubiera causado ese dolor y hubiera cometido sus pecados! Pero no es así, yo soy yo y ella es ella, somos diferentes y hace años que no estoy bajo su influencia–perdí el control, comencé a gritar y estoy segura de que se me salieron algunas lágrimas. Kosair se quedó callado—Quiero que entienda eso, que me traten como si yo fuera yo. No como si fuera una extensión o una versión de mi madre—bajé el tono de voz.

La princesa de el imperio de OccidenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora