Renuncias

168 13 17
                                    

Shirayuki abrió los ojos sobresaltada. El asesino cargaba con ella sobre su hombro mientras avanzaba a gran velocidad entre los árboles. Se movía con tanta facilidad que daba la sensación de que no llevaba a nadie encima. Shirayuki no dudó. Sabía que tenía que impedir que siguiese avanzando. Con un gesto rápido, cargó con el codo contra la parte alta de la espalda del asesino, golpeando con todas las fuerzas que le permitió el ángulo desde el que estaba, y se revolvió, librándose del agarre. El asesino, que no se lo esperaba, se desequilibró debido al golpe y al movimiento, fallando cuando fue a agarrar la siguiente rama, y provocando que ambos se precipitaran hacia el suelo. Él logró aterrizar de una forma más o menos aceptable, pero Shirayuki impactó con su hombro y cadera contra el suelo, soltando un alarido. Hizo oídos sordos al dolor, y se incorporó todo lo rápido que pudo. El dolor era agudo, y recorría todo su cuerpo, pero no se había roto nada. Estaba asustada, y por un momento se planteó echar a correr. La imagen de Obi acudió a su mente.


-Te encontré, Señorita.- Sonrió Obi mirándola.- ¿Te encuentras bien?

-Obi...- Shirayuki estaba al borde del llanto. Por un momento no había podido evitar pensar en qué ocurriría si no la encontraban, y el verse tan al límite de sus fuerzas físicas la había asustado más de lo que quería reconocer.- Estás aquí...- Susurró.

-Siempre estaré aquí para protegerte, Señorita.


Rápidamente descartó la idea. Debía permanecer allí. Obi aparecería en cualquier momento, pero si echaba a correr, el asesino la alcanzaría rápidamente y Obi tendría más dificultades para encontrarla. Sabía que llegaría.

Apretó los labios mientras se sujetaba el brazo sobre el que había aterrizado, y miró al asesino. No tenía ninguna oportunidad contra él, pero haría todo lo posible para ponérselo difícil.

El asesino la miró, lamiéndose los labios. Era tan tentador degollarla en aquel mismo instante... Pero si quería que su plan funcionara, debía hacerlo delante de él. Shirayuki lo miraba, desafiante, y eso le excitaba. No podía matarla aún, pero sí golpearla. De repente saltó hacia delante, y antes de que pudiera apenas reaccionar, descargó un golpe contra ella. Shirayuki notó el impacto en la mejilla, y la boca se le llenó del sabor de la sangre. Su labio estaba cortado, pero había logrado resistir bien. La mano del asesino agarró su muñeca de manera brusca, y tiró de ella en un intento de llevársela nuevamente, pero Shirayuki ancló sus pies en el suelo, resistiéndose con todas sus fuerzas.

-¡Suéltame!- Gritó de forma autoritaria mientras con la mano que le quedaba libre trataba de zafarse.

-Eso es, sigue resistiéndote... Así es mucho más divertido.

El tono del asesino era un siseo. Se le veía disfrutar con aquello, era evidente lo que sentía en aquel momento, y Shirayuki sólo pudo notar asco, repulsión. La forma en que la miraba, la sonrisa retorcida en su boca... El miedo comenzaba a atenazarla. Notaba cómo sus fuerzas se iban, y su cabeza comenzó a imaginar todo lo que estaba segura de que aquella bestia quería hacerle. Shirayuki notó cómo sus ojos se llenaban de lágrimas, consciente de que no podía hacer nada contra él. Tenía miedo, muchísimo miedo.

-Eso es.- La voz del asesino volvió a arrastrarse dentro de sus oídos, haciendo que su estómago se encogiera.- Llora.- Volvió a darle un tirón, logrando acercarla a su cara.- Me encanta cuando las mujeres lloran.- Siseó, excitado, con una gran sonrisa.

Shirayuki tenía ganas de vomitar. Ya no podía seguir resistiéndose, y con aquel último tirón ya no tenía espacio para defenderse. Sus ojos la miraban fijamente, sin parpadear, hasta el punto en que era nauseabundo, y su aliento la golpeaba en la cara. Ya no podía aguantar más. Necesitaba ayuda. Cerró los ojos, apartando la cara en un intento absurdo de protegerse de él. Sabía que no servía de nada, pero era todo lo que podía hacer para huir de su mirada.

La marca- Akagami no ShirayukihimeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora