Autocontrol

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Cuando llegaron al pueblo, este ya rebosaba vitalidad. Era día de mercado, y las calles estaban abarrotadas de compradores y de puestos que competían ofreciendo los mejores precios que se podían permitir, mientras sus reclamos convertían un pueblo por lo general tranquilo en un lugar bullicioso.

Kiki, Zen y Shirayuki aprovechaban para mirar puestos mientras Obi y Mitsuhide los vigilaban a cierta distancia. La probabilidad de que ocurriera algo era baja, pero nunca se era demasiado previsor. Además, trataban de dejar a Zen y Shirayuki toda la intimidad posible, sin descuidar su seguridad, motivo por el cual Kiki se mantenía cerca.

-Realmente hacen una buena pareja.- Sonrió Obi mientras veía como Zen señalaba adornos para el cabello y demás bisutería a una sonrojada Shirayuki que no podía quitar la sonrisa de su rostro.

-Sí...- Respondió Mitsuhide con un deje de nostalgia.- Aún recuerdo cuando se conocieron... Zen fue algo arrogante, y Shirayuki no dudo ni un solo instante en cortarle... Es una chica muy valiente... Y ha llegado muy lejos en un ambiente donde todo parecía ir en su contra.

-La señorita es fuerte. Y cabezota. Muy cabezota.

-En eso me recuerda a alguien...

-El Maestro tiene sus motivos para serlo, después de todo lo de vivir enjaulado no va con él.

-Me refería a ti, Obi.

-¿A mí? –Obi se llevó la mano al hombro desviando la mirada.- Supongo que me lo merezco, pero el maestro me gana.

-Supongo que es porque ya llevo mucho años con él, pero ya no me lo parece tanto. Además, esto de ahora no es nada, cuando era más joven...- Su rostro se ensombreció y pareció envejecer diez años.- Era terrorífico.

-Mitsuhide, ¿qué te ha hecho el Maestro?

-Nada, ahora todo está bien...- Respondió como un autómata con la mirada perdida mientras Obi sentía un escalofrío.- Todo está bien...

-No, definitivamente no está bien...

-¿Has visto a esa pelirroja? Llama demasiado la atención... ¿crees que si la invito amablemente a un callejón accederá?- Una voz cascada con una risa sorda llegó a los oídos de Obi y Mitsuhide, que no tardaron en localizar a un hombre corpulento apoyado en una fachada vino en mano. Junto a él se encontrada otro hombre más delgado y con más higiene, que le miraba divertido.

-No sabes lo que dices, esa chica es la concubina del Príncipe Zen, ¿acaso no lo ves? Es el joven que la acompaña.

-¿Su concubina? No me digas... Jamás lo habría dicho, se mueve como un cervatillo... Aunque puede que a su Majestad le vaya eso...

-Sé más cuidadoso con lo que dices, si te escuchan te meterán en un calabozo y te enviarán al norte.- Dijo bajando la voz.- Además, parece ser que vive bajo su protección en el castillo. Se dice por ahí que viven en el mismo ala.

-Sea como sea debe de ser una auténtica artista en la alcoba si goza de estos privilegios.

-Así parece... además, según se dice, no se conforma sólo con el Príncipe Zen.

-¿A qué te refieres?

-Parece que la chica juega a dos bandas... ¿Has oído hablar de un tal Obi?

-¿Obi? ¿No es la rata callejera que el Príncipe Zen rescató de los suburbios? Es una mala bestia... Dicen que en un principio fue contratado por alguien del castillo para un asesinato... Durante un tiempo se habló de una posible traición a la Corona, pero parece que al final sólo era alguien que molestaba. ¿Pero qué tiene él que ver con la concubina?

La marca- Akagami no ShirayukihimeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora