*NARRADOR*
- Kagome.
- Sesshomaru.
Los dos se miraban a los ojos, había tanto sentimiento en sus miradas, él la adoraba, ella era su todo, su fortaleza pero también su debilidad. Lo había feliz pero también le daba dolores de cabeza con lo terca que podía ser. Para ella, él era su otra mitad, aquella parte que en su época se sentía perdida, aquel sentimiento de vacío, era él.
- Yo, quiero que estemos juntos, que nuestra familia esté en el mismo lugar.
- Yo quiero lo mismo, me gustaría que vieras y estuvieras con Tetsu, él está teniendo muchos cambios y necesita de ti.
- Chicos, nosotros nos retiramos - dijo Sango llevándose a los niños y a todos los demás y caminaban hacia la cabaña.
- Nosotros cuidaremos de Tetsu - dijo Kikyo.
- Recuerda el libro sesshomaru - le gritó Miroku - no dejes que se te escape.
La joven lo miro con ojos confundidos.
- ¿Qué libro?
- Uno que por casualidad me dió tu madre, pero primero, debes aceptarme de nuevo - dijo mientras acercaba su rostro al de ella.
- Espera, aquí no, vayamos a un lugar más...
Ni siquiera pudo terminar su petición, él habla había cargado y se alejaban. Llegaron a un pequeño claro, él lo recordaba bien, cerca de ahí estaba el rio donde lo habían visto desnudo. La recostó y se puso sobre ella.
- Eso fue muy rápido.
- No sabes cuánto he esperado para tenerte de nuevo - decía él mientras la besaba y recorría su cuerpo.
- Se-ssho-maru, ¿po-podemos hablar primero?
- Deja que nuestros cuerpos hablen por nosotros mujer.
Ella no quería parar, la sensación de sus cuerpos juntos de nuevo era lo que más deseaba sentir.
Tal vez era por la marca que tenía de su primer encuentro, o de qué estaban conectados de algún modo que ella podía sentir esa excitación de él, podía sentir que la quemaba desde adentro, podía sentir como cada parte de su ser sentía que explotaría en cualquier momento.
Él no ayudaba, repartía besos por su cuello, sus labios y su cuerpo. Un leve gemido salió de sus labios y supo que había perdido. Se dejó llevar por el momento.
Sesshomaru había estado tratando de leer aquel libro que la madre de Kagome le había entregado, entendía la mayoría de las palabras pero de algunas aún no podía comprender su significado.
Había un poco de frío en esa noche y estaban a la intemperie, pero lo menos que sentían era eso. Los besos de sesshomaru eran como pequeñas brasas que arrasaban en su piel, la quemaban.
La ropa comenzaba a estorbar y él recorría el cuerpo de su hembra, con su mano la iba despojando de sus ropas de sacerdotisa, mientras iba depositando besos en su cuello.
Se apartó un poco para poderla contemplar, aquella desnudes con la que había estado soñando y que solo había visto unas pocas veces.
- Eres lo más hermoso y bello que he visto en todos mis siglos - le dijo en un susurro.
Un pequeño jadeo salió de los labios de la joven cuando la mano de él apretó suavemente uno de sus senos y se entretenía en su pezón, abrió los ojos y lo miro fijamente, realmente se veía como alguien sediento, como si ella fuera una presa. e sostenía la mirada y pudo ver cómo ella sonreía mientras soltaba su obi y caían sus pantalones dejandolo casi desnudo.
Su boca pasó a uno de los senos de la joven, mientras que su manos se dirigía hacia su intimidad.
Ella apretaba su cabello, como si con ello pudiera acercarlo aún más.- Tus senos me fascinan, son tan grandes y suaves. Gracias a nuestro hijo.
Se miraban fijamente y en sus ojos se podía notar su picardía. La mano de él recorría su muslo, mientras que su boca poco a poco va descendiendo.
Esa boca, tan experta para ella, no podía ni pensar. Él la puso de cuatro, estaba lista, se puso detrás de ella y comenzó a adentrarse mientras que se recargaba en su frágil espalda y le daba pequeñas mordidas. Con cada embestida podía sentir que dentro de ella se preparaba su primera venida, quería hacerla llegar, que ella disfrutara.
Ella solo daba pequeños gemidos y se dejaba hacer, disfrutaba de esa sensación de entrega.
- Sessho-maru - decía la joven entre gemidos. Sentía que iba a estallar, pero no deseaba que él parara. Quería más.- Kagome, sube sobre mi por favor.
Ella no lo pensó e hizo lo que él le pedía. Él se tendió y ella subió montándose sobre su miembro. Subía y bajaba de manera rítmica.
El jóven Lord solo podía apreciar la belleza de su hembra, sus senos rebotando con cada sentadilla que ella daba, podía ver la satisfacción y el gozo que ella tenía.
No se daban cuenta del tiempo, de la hora ni de nada, solo de esa entrega mutua que estaban compartiendo. En medio de la noche se pudo escuchar el rugido del Lord. Tan diferente a sus rugidos de molestia, era un rugido de pura satisfacción.A la mañana siguiente, la joven despertó cubierta por la suave estola de su hombre. Abrió los ojos lentamente y lo encontró a su lado aún desnudo.
- Eres hermosa cuando duermes.
- Para ti siempre soy hermosa.
- Eso lo sabes.
- Es hora de volver, los niños deben estarnos esperando.
- Hmp.
Una vez se hubieron vestido emprendieron camino hasta la cabaña y cuando estaban por llegar él la detuvo, tenía que decirle aquello por lo que había estado tratando de que volvieran, era el momento perfecto.
La miro fijamente y le dijo:
- Cásate conmigo por favor, acepta ser mi reina, acepta reinar conmigo aquí, no te faltará nada, yo cuidaré de ti y de nuestros hijos.
Ella lo miro con ojos tristes, quería, deseaba aceptar, pero no podía abandonar a su madre, durante muchos años la había crecido por si sola, le había enseñado y la había visto crecer. Su abuelo la había apoyado siempre, sabía que su familia no estaría en contra de su decisión pero ella no estaba lista para decidirse por una época, quería casarse con él, pero Naraku aún estaba al acecho, quería decirle sí, sin embargo, de sus labios solo puedo salir...
- No puedo.
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Ojos color ámbar
FanfictionKagome está enamorada de unos ojos color ámbar, pero... ¿Los enemigos, las épocas y sus diferencias podrán más que el amor que siente?