Capítulo 22: En vano.

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—Tenemos que decírselo a Esteban —insistió Victoria por milésima vez.

María negó con la cabeza mientras no dejaba de caminar de un lado a otro en la sala.

—Sólo son suposiciones, Victoria —suspiró—. ¿Y si estamos equivocadas? ¿Y si Alba no fue?

Victoria parecía exasperada.

—¡Pero todo concuerda!

—No todo —respondió María mientras pensaba en la situación—. Fabiola también sabe de mis sospechas y sigue viva.

Victoria asintió.

—Pero tal vez Fabiola no intentó hacer nada con la información y por eso Alba no lo sabe.

María negó con la cabeza.

—No lo sé, Victoria —suspiró con inseguridad—. Y, aunque estuviéramos en lo cierto, ¿Cómo vamos a comprobarlo? —inquirió—. No tenemos pruebas, solo suposiciones.

Victoria tuvo que admitir que tenía razón. María se detuvo y miró a Victoria.

—Tengo que volver a la mansión —afirmó.

—¡Ni soñarlo! —negó Victoria de inmediato.

María hizo un gesto con las manos, para pedirle que la escuchara.

—Debo hacerlo —espetó—. Si tenemos razón, Alba intentará atacarme nuevamente para concluir su trabajo —afirmó—. Y solo así podremos encontrar pruebas concretas de que ella es la asesina.

Por primera vez, Victoria se mostró dudosa.

—Pero, si como dijiste hace un momento, ¿Y si Alba no fue? —inquirió—. Solo te habrías expuesto para nada y el verdadero asesino intentará matarte sin que nosotros tengamos pista alguna de quien pueda ser para evitarlo —aseguró.

La expresión de María dejó ver sus miedos.

—Lo sé —admitió—. Pero si no lo hacemos, entonces ¿Cómo vamos a comprobar o a descartar si Alba es la asesina?

Victoria meditó un momento.

—Yo lo haré —soltó y asintió mientras en su mente se iba trazando un plan.

María negó de inmediato.

—Claro que no —rebatió con firmeza—. Jamás te pediría algo semejante.

Su amiga sonrió.

—Es que no me lo estás pidiendo —señaló—. Yo me estoy ofreciendo —afirmó—. Además, somos amigas ¿no? Quiero hacer esto por ti, como las amigas que somos, para que puedas volver a casa con tus hijos —aseguró—. Por favor, déjame hacerlo...

María no se dejó convencer, pese a que sonaba muy tentador.

—Pero es que...

—Es que nada —la interrumpió Victoria—. Es obvio que no le caí nada bien a Alba —espetó—. Si le hacemos creer que soy una nueva novia de Esteban, seguro que me odiará aún más y eso podría hacer que delate sus intenciones porque querrá deshacerse de mi —aseguró.

María asintió.

—Puede que tengas razón —admitió—. Pero te estarías poniendo en peligro y eso no lo voy a permitir.

Victoria sonrió.

—Si me mantengo todo el tiempo en alerta, no correré ningún peligro —aseguró—. Tú fuiste atacada porque no lo esperabas y por ende te tomaron por sorpresa en el lugar menos esperado. En esta ocasión sería distinto —apuntó—. Sabemos que, si en efecto Alba es la asesina, en cualquier momento podría atacarme con tal de hacer que me aleje de Esteban —afirmó—. Y si Alba no es la asesina, entonces no pasará nada.

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