Capítulo 33: Tu peor pesadilla.

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Demetrio estaba furioso. Podía sentir cómo la rabia recorría sus venas hasta hacerle temblar el cuerpo de pies a cabeza. ¿Y cómo no iba a estar así? Hacía unos momentos había presenciado cómo unos hombres sacaban a Esteban esposado de su propia oficina. Demetrio no tenía que ser tan inteligente para saber que lo sucedido seguramente estaba ampliamente relacionado con las transacciones que había llevado a cabo hacía un par de días.

«¡Maldito seas Esteban San Román!» —pensó furioso. «¡Maldito seas!»

Demetrio apretó los puños con fuerza al darse cuenta de que había tenido razón: Esteban le había preparado una trampa. Y por poco había caído.

—Pensaste que me atraparías... —bufó con cierto rencor y soltó una risa llena de sarcasmo—. ¡Qué equivocado estabas! ¡Qué equivocado! —rio con evidente satisfacción por haberse salido con la suya—. De seguro esto no te lo esperabas —sonrió triunfal—. Ahora veamos cómo te libras de esto... Si lo logras —espetó mientras inspiraba aire con profundidad.

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Héctor y Estrella volvieron del colegio en un mar de risas mientras jugaban a ver quién de los dos llegaba más rápido al lado de su madre. No les tomó demasiado tiempo encontrarla, pues estaba en el comedor preparando la mesa para la hora de la comida.

María rio al verse de pronto atrapada en medio de un fuerte abrazo proveniente de sus hijos mayores.

—Veo que están de vuelta —rio María mientras trataba de no perder el equilibrio—. ¿Cómo estuvo su día en la escuela?

Ambos niños rieron y la abrazaron con más fuerza.

—Te extrañamos mucho, mami —espetó Estrellita mirándola con adoración.

—Demasiado —afirmó Héctor con evidente emoción.

María rio encantada. En ese momento Victoria entró al comedor.

—Ángel ya está durmiendo la siesta —informó y sonrió al ver a los niños.

—¡Tía Victoria! —gritaron ambos y fueron a abrazarla también.

Ella les devolvió el abrazo encantada. Tránsito ingresó al comedor y miró a María.

—Señora, tiene una visita —espetó la empleada.

—¿Yo? —María parecía contrariada.

La empleada asintió.

—Es el señor Ibáñez —informó—. La espera en el salón.

María se sintió un poco extrañada por ello, pero no dijo nada. Le agradeció a la empleada y ésta se retiró de inmediato. María miró a Victoria y a los niños.

—Ahora vuelvo —les sonrió.

Los niños y Victoria asintieron. María se dirigió de inmediato al salón.

—Hola Arturo —le sonrió al verlo

Él se giró y la miró con cierta inquietud.

—Hola María.

María frunció el ceño al verlo así y al escuchar el tono alterado de su amigo.

—¿Qué pasa, Arturo? —quiso saber—. Pareces algo preocupado.

—Lo estoy —confirmó—. Tengo malas noticias.

María se tensó y en ese momento Victoria también entró al salón.

—¿Qué sucede? —preguntó María con cierta ansiedad.

Arturo la miró con preocupación.

—Hubo movimientos en los sistemas, María —comenzó a explicar con rapidez—. El ladrón reanudó las transacciones.

Más Allá De La MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora