Capítulo Uno

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Boston,
05 de noviembre 2008.

Tome con fuerza mi bolso bajando los pocos escalones que había en la entrada del hotel, ese maldito hotel, carajo. Las lágrimas bañaban mis mejillas con rapidez mientras caminaba por la fría y oscura noche de Boston, quería largarme de ahí lo antes posible.

—¡Aline!–grito a mi espalda.

Sentí su mano envolver mi antebrazo obligándome a parar mi rápida caminata, me di la vuelta mirando su ropa arrugada.

–¿Cómo pudiste?–murmuré con la voz temblorosa.

–Nena escúchame.

–¡Te di todo de mí!.–solloce– salve a tu familia de la quiebra.

–Aline por favor.–dijo con desespero.

–¿Cómo pudiste pagarme así?–sacudí la cabeza con el dolor instalado en mi pecho.

–Aline, no es lo que crees.

–No quiero que me vuelvas a buscar.

Me solté de su agarré dando la vuelta sobre mis talones para volver a caminar por la acera poco iluminada, saqué mi celular de mi bolso marcando el número de mi madre para que mandara a alguien a que me buscará.

–¿Hija?

Pare volteando bruscamente al escucha pasos detrás de mí, por un segundo pensé que podría ser el idiota de mi ahora exnovio, pero al contrario era un hombre que parecía tener malas intenciones, me gire y aumente mi paso.

–Mamá, manda a alguien por mi rápido.–dije con la voz acelerada.

–¿Pasa algo cariño?–la preocupación fue palpable en su voz.

–¡Mamá!

Mi celular cayo a la acera cuando mi espalda fue golpeada con la fuerza que ejercía aquel hombre contra la pared.

–No me haga nada, le daré lo que quiera.–dije en un hilo de voz.

–Solo quiero divertirme un rato.

Aguanté la respiración cuando sentí sus labios rozar mi cuello erizando todo mi cuerpo, estaba paralizada, no podía ni siquiera respirar un segundo con ese hombre acorralándome contra la pared.

Sus manos subieron por mis piernas desnudas por el vestido que llevaba y las lágrimas volvieron a caer por mis mejillas sintiendo asco por el tacto de ese hombre.

–Te aseguro que te gustara linda.–sus labios recorrieron mi mandíbula.

–N-no.

En un movimiento mi mejilla ya estaba pegada a la pared de ladrillos mientras que el subía mi vestido dejando al aire mi trasero.

–Por fa-favor, n-no lo haga.–suplique presa del miedo.

–Sh...

Un sollozo salió de mis labios al sentir como frotaba su erección en mi trasero, ninguno de mis músculos respondía para evitar lo que estaba por pasar.

–¡Ayuda!–grite con todas mis fuerzas.

–Cállate perra.–dijo entre dientes.

–¡Ayúdenme!–volví a gritar esperanzada de que alguien pudiera escuchar.

Sentí un dolor en el costado de mi frente cuando el hombre tomo mi cabeza y la estrelló contra la pared, pronto dejé de sentir su agarre en mis muñecas.

Me di la vuelta pegando mi espalda a la pared mirando como un hombre diferente golpeaba al hombre que había tratado de abusar de mí.

–¡Lárgate antes de que te mate cabrón!

Después de que el violador se fuera como pudo mi salvador se acercó a mi sacándose su chaqueta para ponerla sobre mis hombros.

–¿Estas bien? Por supuesto que no, déjame llevarte a un hospital.–la preocupación era evidente en sus potentes ojos azules que miraban la herida en mi frente.

Lo mire sin decir nada, pegue aún más mi espalda a la pared abrazando mis rodillas mientras lloraba sintiendo todo mi cuerpo lleno de miedo.

–¡Nena!–la voz de mi madre llegó hasta mis oídos.

Las luces rojas y azules aparecieron delante de mis ojos al igual que mi madre junto con unos policías que tomaron a mi salvador con brusquedad llevándolo a la patrulla.

–¡Maldito! ¿Qué le hiciste a mi hija?–grito colérica.

–Yo no le hice nada señora.–respondió sin inmutarse ante la furia de mi madre.

–¡Llévenselo! Te pudrirás en la cárcel maldito.–amenazó.

Quería gritar, gritar que él no me había hecho nada, pero cada parte de mi cuerpo estaba paralizada, lo mire, mire como lo metían a la patrulla con la misma brusquedad con la que lo habían alejado de mí.

–Nena mírame, Aline.–se puso de rodillas delante de mí.

La mire soltando sollozos ahogados, sus brazos me envolvieron en un fuerte abrazo mientras que la patrulla se iba del lugar con mi salvador como culpable.

Peligroso Amor. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora