Boston,
20 de septiembre 2013.Volver a aquel lugar parecía tan abrumador cuando cada nada las personas me detenían para lamentarse por la muerte de mi madre y el estado de Aiden que solo hacían que quisiera llorar, la única persona que se mantuvo al margen mientras tomaba las cosas de mi antigua oficina fue Catalina.
–Fuiste una gran asistente Catalina.–susurré cerrando la cajuela de mi coche.
–Y usted una gran jefa.–me regaló una pequeña sonrisa.
Le regrese la sonrisa antes de abrazarla tomándola por sorpresa ante aquella repentina muestra de afecto.
–Gracias.–no podía agradecerle por todo lo que había hecho por mí en los últimos años que trabajo conmigo.
Ambas subimos al elevador una última vez juntas sin embargo ella se bajó donde se encontraba mi antigua oficina no sin antes volver a abrazarme y yo seguí hasta el último piso donde se encontraba la oficina de Demián, salí del elevador deteniendo mi paso mirando la puerta a mi lado izquierdo donde estaba escrito el apellido de Aiden.
Cuando me di cuenta mi mano ya estaba girando el pomo de la puerta la que abrí de un pequeño empujón, su incomparable aroma me golpeó al instante en el que puse un pie dentro de su oficina.
Todo estaba perfectamente ordenado como si estuvieran a la espera de su presencia para ser utilizados y yo deseé lo mismo, deseé que en aquel momento Aiden cruzará la puerta de su oficina pero eso nunca pasó.
–Hey.–su voz me sobresalto.
–Hola, yo... eh...–no tenía ninguna excusa.
–Esta bien.–me sonrío tranquilizante desde el umbral.
Fijé mi mirada un segundo en el escritorio tragando saliva con fuerza intentando que así el nudo en mi garganta desapareciera.
–Solo vine a despedirme.–mire a Demián.
–¿Te vas?–dijo confundido.
–Si, yo...–mi voz tembló y yo tuve que callar.
Dió un paso hacia mí con intención de abrazarme y yo negué sabiendo que con ello rompería en llanto.
–No quiero que piensen que estoy huyendo...–mi lengua tocó mi paladar.
–No lo pensamos Aline.–quiso desaparecer mi temor.
–Lo amo como nunca imaginé amar a alguien Demián, creo que jamás podré amar de la forma en que lo amo a él.–confesé luchando contra las lágrimas.
Asintió comprendiendo a lo que me refería.
–¿Puedes...?–urge en mi bolso– ¿Puedes darle esto cuando lo veas?
Paso su mirada del sobre en mi mano a mis ojos repetidas veces hasta que tomo el papel entre sus manos asintiendo con la cabeza.
–Gracias.–di un paso hacia él– por todo Demián.
–Ven aquí.–abrió sus brazos para mí y yo no me negué.
Descanse mi mentón en su hombro y envolví su espalda con mis brazos pegandome a su cuerpo.
–Te quiero ratoncito.–aquel apodo me hizo romper en llanto, papá me solía llamar así.
–Te quiero Demián.–me separé limpiando mis lágrimas lista para marcharse– Gracias.
Ω
Firme la última hoja de aquel papeleo para poner mi departamento en venta con ayuda de Kate que se dedicaba a aquello, me regaló una sonrisa encantadora antes de tomar los papeles y meterlos en orden en un folder.
–En unos días el dinero estará en su cuenta bancaria señorita Davis.–estrecho mi mano.
–Gracias Kate.–acepté aquel apretón de manos.
El lugar estaba completamente vacío como si nunca nadie hubiera habitado aquel sitio, todas mis cosas estaban en mi nueva casa a la espera de un nuevo comienzo dónde no existía la culpa, el remordimiento, ni el peligro de un amor inaceptable a la vista de los demás.
Me marche de aquel lugar conduciendo hacia la dirección que mi abogado me había mandado para leer el testamento que mi madre había dejado, estaba conduciendo hasta allá solo porque así lo marcaba el testamento para ser leído aunque sabía que todo estaría al nombre de Evelyn.
Una mujer me recibió con una sonrisa en la recepción y se encargó de guiarme a la oficina del abogado de mi madre donde ya se encontraba mi hermana al lado de Louis que me miró solo un segundo antes de retirar la mirada apenado.
–Tome asiento señorita Davis.–me indicó con amabilidad.
Me senté al lado de mi hermana a la que no mire ni un solo instante, el señor Young comenzó a leer el testamento de mi madre al que no estaba prestando atención en absoluto hasta que mi nombre fue pronunciado y sentí la atención de todos sobre mí.
–¿Qué?–dije esperando a que lo volviera a repetir.
–El resto de las acciones de la señora Davis como son las empresas y el 85% de su fortuna es para usted, señorita Davis.–eso me dejó helada en mi sitio.
Imposible.
Me removi en el asiento y seguí escuchando el resto del testamento, prácticamente me había dejado todo lo que poseía a mí y eso parecía molestarle a mi hermana que salió del despacho dando fuertes pasos haciendo notar cuan enfadada estaba con nuestra difunta madre. Los mire ir hasta el coche de Louis que estaba aparcado delante del mío.
–Oye Eve.–la llame desde mi sitio.
Se detuvo girando solo la mitad de su cuerpo para verme.
Necesitaba hacerle saber que la perdonaba antes de marcharme de Boston, tal vez no le interesaría pero era algo más para mí que para ella.
–¿Qué?–me miró con desagrado como si olvidará que éramos hermanas.
Di un par de pasos hacia ella para no tener que elevar la voz para que me logrará escuchar.
–Yo solo quería decir que, te perdonó.–elevé el mentón.
Su risa quedó flotando en el aire.
–¿Me perdonas? ¿Quién dijo que necesitaba tu perdón?–se giro por completo encarandome.
Sacudí la cabeza.
–Es algo que necesitaba decir antes de marcharme.–pase mi peso a mi otra pierna.
–¿Te irás?–habló Louis.
Lo mire un segundo sin decir nada.
–Adiós Eve.–me despedí de ella pasando por su lado yendo a mi coche lista para ir directo al aeropuerto.
ESTÁS LEYENDO
Peligroso Amor. ©
Teen Fiction¿Qué pasará cuando un hombre ponga toda tu perfecta vida de cabeza? Lo que parecía ser un peligro para Aline Davis se terminó convirtiendo en amor, en un peligroso amor que la hará dudar de todo lo que tenía. ¿Realmente amaba a su prometido? Descubr...