Capítulo Veintitrés

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Boston,
28 de julio 2013.

Entre mis manos se encontraba un marco con una fotografía de Louis y yo en nuestro primer viaje que fue a Bélgica, definitivamente todo era diferente, el brillo en nuestras miradas al vernos, las sonrisas y las palabras que no tenían que ser forzadas al ser dichas, lo había jodido todo eso era un hecho, pero no podía hacer nada para regresar lo que había pasado, ni podía hacer que los sentimientos por otro hombre desaparecieran. Voltee mirando las doce rosas marchitas en el jarrón de cristal que estaba sobre la encimera, baje la mirada viendo como la chaqueta de él estaba en mi regazo, tenía que tomar una decisión antes de seguir con el daño para los tres.

Me levanté del sofá dejando la foto en su lugar y llevando la chaqueta conmigo dejándola sobre la cama, fui al baño donde me desvestí y entre en la ducha que fue corta.

Al salir del baño me vestí con unos vaqueros, una camiseta negra y me coloque su chaqueta sintiendo aun su fragancia impregnada en esta, tome mi celular y las llaves de mi coche para salir de mi departamento con paso apresurado al mirar que las puertas metálicas del ascensor estaban abiertas, pulse el botón del estacionamiento esperando con paciencia como las otras cinco personas para llegar a su paradero.

Cuando las puertas se abrieron salí con rapidez yendo a mi coche el que apenas me monte lo encendí para comenzar a conducir al destino que tanto quería, pero había evitado todo este tiempo, mire a las personas pasar por las aceras de las calles mientras que los de los coches pasaban aburridos de llegar a algún lugar sin que alguien los esperara.

Estacione mi coche fuera del edificó, baje y salí corriendo al edificio donde la recepcionista me miro y sonrió como si fuera una más de las personas que vivían aquí, subí al ascensor metiendo el código que me había aprendido de memoria por todas las veces que había estado ahí, cuando llegue a su piso escuche una canción a un sonido considerable mientras que él tomaba vino blanco y movía su mano libre por las teclas de su portátil, recargue mi espalda en la pared dándome un respiró.

Cuando se dio cuenta de mi mirada volteo su rostro ocupando una expresión de sorpresa que rápidamente borro, se levantó de la silla cerrando la portátil, camino en mi dirección, pero quedo a varios metros de donde yo estaba.

–Pensé que...–se callo.

–Lo sé, lo siento estaba muy alterada.–explique cortamente.

–Se lo que paso,  no era mi intención que eso pasara.–se mantuvo rígido.

–Tampoco la mía.–dije con evidente obviedad.

–Se que tal vez quieres dejar esto, está bien.–la forma en que las palabras salieron de su boca me dejaron congelada.

Entreabrí mis labios sintiendo una pizca de decepción. Había ido a su penthouse para decirle todo lo que sentía y él estaba  deduciendo que quería terminar todo.

¿No sentía lo mismo que yo?

–¿Es en serio? ¡Estoy dispuesta a dejar todo por ti!–me encamine hasta él manteniendo aún la distancia.

Se mantuvo con su rostro neutro.

–Mi compromiso, incluso a mi única familia solo por ti.–fui bajando el tono de mi voz hasta que se convirtió en un susurró.

–¿Por qué?–adquirió de brazos cruzados.

–¡Porque te quiero!–dije después de tanto tiempo callandolo.

–¡Pues para de quererme!–contraatacó.

–¡No puedo!–mi voz tembló.

Sentí mis mejillas húmedas por las lágrimas que no sabía que estaban cayendo por ellas, negué sintiéndome patética. Por supuesto que para él todo había sido un juego, una aventura, pero para mí había sido diferentes, había encontrado al hombre que había perdido aquella noche de noviembre o incluso mucho antes de que yo lo supiera.

Sentí sus labios impactar con los míos tomándome por sorpresa, pasé mis brazos por su espalda después de reaccionar, estábamos besándonos después de tantos días evitándonos, estábamos ahí sin importar lo que nadie dijera de nosotros dos, estábamos ahí, juntos.

Peligroso Amor. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora